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Marrakech, otro lugar al que volvería siempre (por Emilio Nogueira)

"Escena típica: vendedores ambulantes y compradores amigables". 

Experiencias de viaje, por Emilio Nogueira (*)

Marrakech, Marruecos. Parte III.

El sol seguía bajando. Con la mochila cargada y la billetera no tanto nos propusimos salir de aquel entretenido pantano de especias incontables, objetos artesanales, vendedores insistentes y calculadoras veloces y dar por concluida la sesión. Una atracción inexplicable y un bullicio literalmente encantador nos llevaban como marionetas por callejones desconocidos hacia la próxima parada.

Así fue como llegamos a un lugar que todavía hoy, muchos años y experiencias después, se mantiene firme como uno de los más fascinantes que conozco: la mítica Jemaa el Fna. La singular plaza se ubica en los confines de la Medina y está presidida al fondo por la majestuosa Koutubia. La mezquita construida en el Siglo XII sirvió de inspiración para la Giralda de Sevilla y su torre de casi 70 metros ha sido siempre el punto de referencia inequívoco de toda la ciudad. La plaza está rodeada por cafés y restaurantes nada especiales copados por occidentales escépticos que se instalan en las terrazas para el «avistaje» de locales… pero es a nivel «tierra» entre la gente y el ruido donde está la adrenalina, donde todo sucede y donde se vive la verdadera experiencia marroquí. Es allí donde hay que estar.

"La torre de la Koutubia como fondo de la fascinante Plaza Jemaa-el-Fna". 

La plaza más concurrida de África –sí, de todo el continente- es un escenario surrealista que como descubrimos con el correr de los días cambia de protagonistas según la hora del día. Arranca como un mercado abierto de bienes básicos como agua –un señor la sirve en un vaso de metal encadenado a un tacho con canillita que carga al hombro-, jugo exprimido de naranjas redondas y fosforescentes, pirámides gigantes de dátiles carnosos y cigarrillos de contrabando; hasta servicios de salud como intervenciones dentales de bajo costo –un banquito plegable de camping, una pinza que tal vez se esterilice al final de la jornada, un encantador de serpientes para distraer y un trapo limpio para morder y mitigar el dolor- o el asesoramiento empírico y paciente de los proveedores de remedios caseros. De tarde se suman adolescentes que juegan a la pelota, bailarines tradicionales, recitadores de historias, carruajes para pasear visitantes fuera de la Medina y, por supuesto, más vendedores ambulantes. De noche, el cuadro se completa con puestos de comida al abierto con mesas comunitarias y las espectaculares performances de astrólogos excéntricos, curanderos misteriosos, belly-dancers entrenadísimas, magos que también escupen fuego y colectivos artísticos de teatro como el Hoopla o de música ritual como la Gnawa que convierten a la plaza en el lugar donde todos queremos estar.

Por si todo eso fuera poco, el omnipresente aroma a cúrcuma y comino, el continuo humo gris de las parrillas más el hipnótico sonido percusivo y tribal del Gnawa potencian la experiencia sensorial y provocan una atmósfera única, alucinante y embriagadora. Fue allí donde se me reveló espontáneamente lo que más tarde incorporé como la Pausa 360º: no podía hacer otra cosa que observar atentamente a mi alrededor. Nunca antes había visto una cosa semejante.

Marrakech es otro lugar al que volvería siempre, si no fuera porque las alternativas de destinos son casi siempre más que las oportunidades de viajar. Porque es exótica, compacta y relativamente segura. Porque tiene riads entre buenos y excelentes y se come tan bien como variado. Porque ofrece programas complementarios tan interesantes como diversos -el desierto, la montaña o el mar- y porque está muy cerca de la Europa Mediterránea. Pero sobre todo porque me encanta. Literalmente.

Un viento fresco y húmedo del Atlántico nos recompensó apenas bajamos del bus en Essaouira, una legendaria y preciosa perla sobre el mar a cuatro horas de Marrakech. Pero esa es otra historia... ¡Hasta la próxima!


(*) Licenciado en Turismo. 
Fundador de i-Selector Travel
Facebook: @iselectortravel 
e-mail: atrip@iselectortravel.com

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