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Northern Quarter: un clásico barrio industrial con callejones legendarios. |
Volvamos a mi reciente incursión en el verano inglés. El ya mítico festival terminó el domingo, exactamente a las 24:00, cuando el último DJ apagó su música en el medio del bosque y clausuraba así el que había sido uno de los mejores fines de semana de mi vida. En lugar de la añoranza, me esperaba saldar otra cuenta pendiente explorar Manchester. Mi curiosidad se despertó con el diseño de la lata triangular de ‘fluido’ que se usaba para los pisos de la casa de mis abuelos. Más tarde, el interés creció con la música de bandas fundamentales que inauguraron una continua provisión de artistas que se mantiene hasta hoy. Luego me fui nutriendo de artículos, films y documentales que no hacían más que alimentar la necesidad de conocerla.
El lunes despertamos bajo un sol esquivo y un viento inclasificable, desmontamos la carpa, cargamos el equipaje, dejamos atrás el campo que tan bien nos había tratado los últimos 4 días y surcamos la verdísima campiña británica en busca de un lugar para desayunar. Después de algunas rotondas “en sentido contrario” nos encontramos con un club de remo, apenas pasando Stilton - cuna del mítico queso azul que compite con el roquefort francés por el trono al más fuerte de Europa. Los clubes de remo son muy comunes en esta zona, ya que aprovechan los canales de navegación que conectan toda la Gran Bretaña, los ensanchan y disponen allí las tradicionales competencias. Esquivando un intimidante full english breakfast –tostadas, panceta, porotos y salchichas- opté por un conservador café con un tostado.
Pasado el mediodía abordé un moderno tren que 2 horas después me dejó en Manchester Victoria, en el centro de la ciudad. Celebrando la magia de viajar en tren, tomé mi mochila, salté hacia el andén, dediqué una larga mirada 360º de la estación de estilo neobarroco y caminé hasta la vereda. Así de fácil es llegar a una ciudad.
Una vez afuera, tocaba practicar un ritual infaltable: preguntar algo a un local. Creo que maximizar la interacción con la comunidad que se visita es parte del Arte de Viajar. Por eso insisto en charlar cada vez que sea posible y oportuno –paradas de colectivo, bares semi vacíos, negocios de ropa vintage, peluquerías-, ya que si uno logra entablar un diálogo breve se descubren nuevos lugares, se aprenden cosas y de paso se mide el humor, el nivel de hospitalidad y la mirada de los habitantes hacia su propia ciudad. Entonces me acerqué a un taxista, le pregunté por una dirección –que ya tenía en mi mapa de Google- y minutos después terminó relatando los cambios recientes que había visto en la ciudad, con sus pros y sus contras.
Estaba expectante por los días que vendrían: además de explorarla en profundidad, necesitaba entender por qué y cómo una ciudad mediana al centro del país fue –y en parte sigue siendo- el único contrapunto de Londres a nivel económico, social y cultural. Así que apenas compré los vuelos me dediqué a leer sobre su historia y su gente para seleccionar mis puntos de interés y así armar la agenda. Iba preparado.
Manchester ostenta una prolífica y continua creación de movimientos sociales y escenas culturales de vanguardia, un fenómeno verdaderamente desproporcionado para una ciudad con su escala y su ubicación. Pero no es cualquier ciudad sino que detenta el título indiscutible de haber sido la locomotora de la Revolución Industrial, como epicentro mundial de la importación de algodón y la industria textil más completa del país. Si el carbón impulsaba la revolución, el sistema productivo la organizaba y transformaba rápidamente la forma en que la gente trabajaba y vivía.
Agradecí a mi amable interlocutor y me dispuse a caminar entre edificios de ladrillo naranja, sobre adoquines mojados y bajo un cielo plomizo. Tal cual la describía la melancolía de The Smiths o la sordidez de Joy Division. Continuará…
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Victoria Stn: un ícono del neo barroco Eduardiano que vio tiempos mejores. |
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