"LA CUARENTENA ES RECOMENDABLE PERO PODRÍA TENER IMPACTO NEGATIVO SI LAS MEDIDAS PALIATIVAS SON INSUFICIENTES O TARDÍAS"




Oriundo de Villaguay, Pablo Schierloh se doctoró en Química Biológica en Buenos Aires y trabaja actualmente en el Instituto de Bioingeniería y Bioinformática (IBB) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). En una entrevista publicada el sábado en El Diario de Paraná brindó una serie de detalles muy claros y precisos sobre el coronavirus y opinó además sobre las implicancias de la pandemia que tiene en vilo al mundo. A continuación se reproducen varios de los conceptos fundamentales de ese artículo.


- ¿Qué es el coronavirus?

- Es el virus que produce la enfermedad Covid-19 (abreviatura del inglés "Coronavirus Disease 2019"), de los cuales seis infectan a humanos y el resto a animales. Los coronavirus humanos más frecuentes producen resfriados y enfermedades del aparato digestivo relativamente leves. Probablemente todos los hayamos padecido alguna vez sin darnos cuenta. Sin embargo, éste es nuevo y reviste mayor gravedad ya que puede desencadenar cuadros respiratorios severos. Es el tercer coronavirus que origina una enfermedad epidémica: en 2003, el SARS-CoV-1 provocó una epidemia con epicentro en China; el MERS-CoV ocasionó otra en 2012 en Arabia y en 2015 en Corea. La pandemia actual está ocasionada por el SARS-CoV-2. Estoy convencido de que la rápida y relativamente exitosa respuesta de países como China y Corea frente al COVID-19 se debe, en parte, a su experiencia reciente con los otros brotes.


- ¿En comparación con otros virus, ¿qué nivel de gravedad tiene el SARS-CoV-2?

- Para comparar la gravedad de un virus o de enfermedades epidémicas no sólo hay que considerar la mortalidad sino también su incidencia (el número de nuevos casos), el nivel de contagio y las herramientas de los sistemas de salud para tratarlo, mitigarlo o prevenirlo. Si comparamos la pandemia actual con el brote de Influenza H1N1 del 2009, el nuevo coronavirus lo supera en mortalidad y capacidad de contagio. Además, para combatir la Influenza ya se cuenta con una vacuna. En cambio, para el COVID-19 no disponemos todavía de vacunas o tratamientos científicamente demostrados. Si lo comparamos con el SARS-CoV-1 y MERS-CoV, que tienen una tasa de mortalidad mayor, la incidencia de ambos resultó muchísimo menor que la que podemos prever para el COVID-19 en función de los números actuales. Pero hay infecciones con bastante menos cobertura mediática que son igualmente preocupantes. Por ejemplo, la tuberculosis mata anualmente a 1 millón de personas e infecta a 10 millones en todo el mundo. El ébola, que es igualmente contagioso que el COVID-19, es 10 veces más mortal y tampoco tiene vacuna.


- ¿A qué se debe este alto nivel de contagio comparado con otros virus?

- El SARS-CoV-2 es un virus nuevo. En una estricta acepción del término es realmente emergente. Esto significa que, entre otras cosas, las poblaciones humanas no contamos con algo que los epidemiólogos llaman inmunidad de rebaño (herdimmunity). Desde la perspectiva del virus esto significa que tiene altas chances de propagarse porque todos somos susceptibles de ser infectados. La influenza emplea el mismo mecanismo de transmisión. Pero dado que existe vacuna y que lleva muchos años circulando en la comunidad, su transmisión resulta probabilísticamente mucho menos eficaz. Es precisamente por el principio estadístico de la inmunidad de rebaño que los médicos y científicos sostenemos que cumplir con el calendario de vacunación no sólo es una decisión individual sino una obligación ciudadana fundada en la solidaridad.


- ¿Hay riesgos de que el COVID-19 mute?

- Por ser un virus que se replica usando el ARN (y no el ADN como nosotros o las plantas), los coronavirus tienen una alta propensión a mutar sus genes, lo que implica un riesgo latente en términos de salud pública. Por ello, desde el inicio del brote, los científicos han monitoreado la aparición de cambios en la secuencia de nucleótidos del genoma y han asumido el compromiso de compartir esta información con toda la comunidad científica internacional por medio de bases de datos de acceso libre. Hasta ahora los resultados han sido bastante tranquilizadores. Comparativamente, la evolución del genoma de SARS-CoV-2 presenta parámetros de estabilidad mucho mayores que el SARS, el MERS y otros virus como HIV y ébola. Las mutaciones detectadas hasta ahora no han afectado genes involucrados en el diagnóstico o la tasa de transmisión. Por otra parte, aún es demasiado prematuro para sacar conclusiones. El hecho de que no exista un tratamiento antiviral o vacuna implica que no sabemos nada sobre la capacidad del virus de desarrollar resistencia a drogas, como ha ocurrido con el HIV, o mecanismos de escape inmunitario como ocurre con la influenza.




- ¿Se deberían realizar exámenes de diagnósticos masivos?

- Dado que no existe terapia específica, la única razón real para diagnosticar es la de consecuentemente adoptar alguna medida de prevención o aislamiento. La estrategia de diagnóstico masivo obedece a una gestión de la epidemia que resulta teóricamente perfecta pero que es muy difícil de implementar en la práctica. Cuando uno testea masivamente puede detectar incluso aquellos casos asintomáticos que eventualmente podrían ser aislados y de esta forma cortar tempranamente la cadena de transmisión. En países como el nuestro, donde la medida de mitigación adoptada es la estrategia de aislamiento social, la necesidad de testeo masivo no sólo resulta operativamente innecesaria sino que implicaría un derroche de recursos escasos que podrían asignarse a la atención de los enfermos y a la protección del personal de salud.


- En general, las medidas tomadas por el gobierno fueron bien recibidas por los expertos y la población; sin embargo, sobrevuela la idea de que están enfocadas a una parte de la población que tiene garantizadas las necesidades básicas, como la vivienda y el acceso al agua potable: ¿qué opinión le merece esto?

- Coincido plenamente. Las medidas de cuarentena con el grado de rigurosidad y restricciones que se implementaron en nuestro país sin dudas son epidemiológicamente recomendables. Pero si las medidas paliativas que se adoptan en paralelo no resultan suficientes y su distribución resulta ineficaz o tardía, podrían tener un impacto desfavorable en lo económico, en lo social y también, paradójicamente, en lo sanitario. Por esto, quienes tenemos las necesidades básicas satisfechas debemos cumplir con el aislamiento en solidaridad con aquellos a los que les resulta imposible.

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Una trayectoria brillante


Pablo Schierloh estudió Biología en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y se doctoró en Química Biológica con una beca del Conicet en el laboratorio de mycobacterias de la Academia Nacional de Medicina, con trabajos sobre la tuberculosis. En 2011 ingresó a la carrera de Investigador y desde 2015 se desempeña como investigador adjunto del Conicet.

En 2018 se mudó con su familia a Paraná y comenzó a desempeñarse en el Instituto de Investigación y Desarrollo en Bioingeniería y Bioinformática (IBB) en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Ha encarado estudios sobre hantavirus en asociación con el Instituto Malbrán y el Instituto Karolinska (Suecia).

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