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TOTI ANTIVERO: EL PILOTO DE VILLAGUAY QUE SUPO GANARSE EL CARIÑO Y RESPETO DE HINCHAS Y RIVALES.

Antonio Antivero junto a René Zanatta

A pesar de que la trayectoria deportiva de Antonio Antivero comenzó ligada al fútbol, fue el automovilismo la actividad que le brindó el reconocimiento de la sociedad villaguayense. “Toti” corrió durante muchos años con distintos autos en la Fórmula Entrerriana, pero sin dudas que el Ralt RT3 del equipo de Héctor Charchir fue el que lo marcó a fuego, ya que compitió durante casi dos temporadas en la Fórmula 2 Nacional, que era telonera del TC 2000, compartiendo jornadas con los mejores pilotos de nuestro país. Dueño de un estilo de conducción vehemente, “Toti” se supo ganar el cariño y respeto de hinchas y rivales. EL PUEBLO lo entrevistó de esta manera.


- ¿Cuáles fueron tus primeros pasos en el deporte?
Desde chiquito jugaba al fútbol en Acción Católica, junto al Padre Yaco. Siempre fui un patadura (risas), pero entusiasta. Luego empecé el fútbol oficial en las inferiores de Deportivo Villaguay, me llevó el “Lalo” Silva, que era el peluquero donde me mandaba mi mamá. Ahí jugué con los hermanos Ferreyra y el “Pulguita” Bentos. También integré en la Selección Juvenil de Villaguay, nos dirigía “Juancho” Portillo y tenía como ayudante a “Pepe” Carmona. Yo jugaba de “número 3”, era bastante amargo, sin mala intención pero me gustaba jugar fuerte. Cuando nos mudamos a calle Paso me cambié de club, porque me quedaba cerca Sarmiento. Jugué varios años defendiendo la camiseta del “Rojo” y ya en veteranos, cuando volví al fútbol lo hice como arquero, posición que me dio muchas satisfacciones, al punto de salir campeón en recordada definición del torneo contra ADEV. 

Toti Antivero domina el pelotón de la Fórmula 2 Nacional

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¿Y cuándo apareció en tu vida el automovilismo?
Apareció de golpe, porque en los años 1979/80 el Sr. Muñoz tenía un auto que corría Jorge “Piojillo” Fernández. Entonces, Muñoz junto al mecánico Roberto “Zorro” Giles (que tenía su taller frente al parque Walt Disney) me hablaron para que les corriera a ellos. Era un Bravi al que le habían puesto “mayonesa”, porque era amarillo y corrimos en Fórmula 6. Los comienzos fueron duros, hasta que empecé a “endurecer la cáscara”, me bancaba mi hermano pero en esa época había verdaderos monstruos como Próspero Bonelli y Reinaldo Vaccalluzzo y me sacaban hasta dos vueltas en la final. Siempre dije que piloto se nace, no se hace. El auto no me acompañaba y yo era “de madera” al principio, debido a que no había realizado ninguna experiencia en karting. Empecé a los tumbos, porque me iba afuera, volcaba o se rompía el auto, hasta que mejoramos el chasis y yo como piloto y empezamos a pelear en mitad de pelotón. Después dejó de correr “Fito” Ferreyra en la Peña 27 y había dos o tres postulantes, se hizo una reunión de la comisión directiva y me eligieron a mí. Debuté en Viale con un chasis Formisano, hecho a “los tumbos”, pero un tiempo después mi hermano y Luis Tres compraron un Berta que teníamos en el taller de “Danilo” Beckman. Después, en las temporadas 1982/83 pasé a correr para el equipo de Héctor Charchir, en lo que era la Fórmula Entrecor, que luego pasó a llamarse Fórmula 2 Nacional. Nos transmitía en directo para todo el país ATC (Argentina Televisora Color) y corríamos los domingos a las 11 hs de la mañana, éramos la categoría telonera del TC 2000. Héctor le había comprado el Ralt RT3 a “Cachi” Scarazzini, al cual le tuvimos que cortar la mitad de los pontones porque no se adecuaba al reglamento. Al principio me fue muy difícil, porque era un auto importado muy largo y me costaba doblar. Los otros autos eran Berta 1, originales con la trompa redonda y sin pontones. El Ralt era muy rápido en las rectas pero le costaba mucho en la parte lenta ya que no metía la trompa. Son autos para circuitos europeos, con rectas largas y curvas amplias. Había circuitos en los cuales me defendía, como por ejemplo Paraná o Rafaela, pero en Marcos Juárez (Córdoba) era imposible, porque es casi un kartódromo. El equipo que había armado Héctor era impecable, él estaba en todos los detalles, siempre puso lo mejor para mí, para el auto y para nosotros. Otros equipos profesionales nos envidiaban el orden y como se trabajaba. Roberto Ducret y el “Turco” Omar eran los mecánicos. Estoy eternamente agradecido con Héctor, vivimos momentos inolvidables. En esos dos años de Fórmula 2 Nacional hice un montón de amigos en todo el país y aprendí mucho de pilotos de gran categoría, como “Norbi” Gentili, “Bicho” Bengoechea, Ricardo Grinóvero, “Tino” Niemiz, Osvaldo Massei, “Poldy” Cumini. Era una categoría hermosa con 30 autos, éramos muy compañeros y unidos entre los pilotos. Nos prestábamos todo, un motor, una caja, una relación, una parrilla de suspensión, nada que ver con lo que es el automovilismo ahora. 


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¿Alguna anécdota particular de la Fórmula 2 Nacional?
Sí, tengo muchas, pero no me olvido más del día que corrimos con lluvia en Buenos Aires y no teníamos gomas ancorizadas. Entonces, Oscar Charchir y “Pirulo” Huck estuvieron más de 4 horas dibujándole los surcos a los neumáticos con un aparato eléctrico, copiándole el diseño a una goma canalizada que me había prestado Gentili. Y corrí con esas e hicimos una carrera bárbara. Llovía tanto que estábamos empapados en la largada nomás y bajar el tobogán con pista mojada era de terror. Promediando la competencia, iba 6° peleando la 5° posición cuando un auto que se había ido afuera dejó la pista con barro y no pude evitar hacer un trompo, pero terminé 8°. Fue una experiencia increíble, era mi primera vez con lluvia y nada menos que en el Autódromo de Buenos Aires. Después, también era muy bueno compartir charlas o mates con pilotos consagrados que eran los protagonistas del TC 2000, como Ernesto “Tito” Bessone, Guillermo “Yoyo” Maldonado, Esteban “Chango” Fernandino, Jorge Omar Del Río, Mario Gayraud. Nos hicimos muy amigos con Luis Rubén Di Palma, con quien siempre hablábamos de aviones porque ambos éramos pilotos. Creo que 2 o 3 carreras antes de terminar el campeonato del 83 me bajé del auto y subió René Zanatta. Héctor veía que yo estaba muy alterado, es decir que andaba más rápido que el auto y tenía miedo de que me pegara un golpe grande. Entonces charlamos y me lo dijo, a lo cual respondí que no tenía problemas, yo consideraba que estaba mi ciclo cumplido. Me había dado el gusto de correr a nivel nacional y en esa época fui el único de Villaguay en lograrlo. Cuando terminó la temporada, Héctor compró el Berta MK3, motorizado por Oreste Berta, con el cual posteriormente René consiguió el subcampeonato argentino.

¿Cómo continuó tu trayectoria deportiva?
Estuve parado un tiempo, después surgió la posibilidad de volver a correr el Berta 1 que era propiedad de mi hermano porque se había retirado de la peña y conformado equipo propio. En 1988 peleamos el título hasta el final, perdiendo el campeonato por un punto, siendo subcampeones detrás de Edgardo Diorio. Yo estaba obligado a ganar el Coronación en Concordia y lo gané, pero Diorio terminó 5° y se consagró campeón. Eso fue una gran frustración porque papá había fallecido y quería dedicarle el campeonato. Nos preparaba el motor Víctor Boscarol (Rafaela) y luego Gerardo Beber. Después me bajé del auto de mi hermano y me subí al de los hermanos Monzón. En 1991 volví a correr con el auto de “Tortero”, la que fue mi última temporada ya que tuve el accidente. Tuvimos un altercado en pista con el “Turco” Galeano, quien me pegó un violento “autazo” (me hizo volar por el aire), dejándome cruzado en el medio de la pista y gracias a Dios todos me esquivaron. Con la calentura del momento crucé la pista para recriminarle su actitud y me atropelló quebrándome ambas piernas (tuve 13 fracturas en la derecha y 4 en la izquierda) y me hicieron 36 puntos de sutura en la cabeza porque se me había caído el cuero cabelludo. Estuve un año sin caminar con las piernas enyesadas, pero no me entregué nunca, me mentalicé que tenía que retornar a mi vida normal, volver a atajar y a jugar al tenis. Con el impulso del Dr. Uranga y una durísima rehabilitación, dos años después del accidente me puse la camiseta de arquero de Sarmiento. Y tuve la gran satisfacción que esa temporada pudimos salir campeones con el “Rojo”, que fue el primer título en veteranos conseguido por la institución. Inclusive, en la final contra ADEV le atajé un penal al “Gringo” Bauer. Nuestro DT era “Roly” Mendoza, quien me dio la confianza necesaria para volver al arco y hacerlo de la mejor manera.

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