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“CARLOS ÁLVAREZ Y MIGUEL BARÓN LE PUSIERON EL PECHO A LA FEDERACIÓN ANTE SITUACIONES MUY COMPLICADAS”


EL PUEBLO charló con Julio Isaías Giménez, máxima autoridad de la Asociación Villaguayense de Básquet y vicepresidente 1° de la FBER sobre un tema puntual, como lo es lo referente a la sucesión en la presidencia de la entidad madre del básquetbol provincial ante la renuncia del Ingeniero Carlos Álvarez. Además, analizó los principales logros como dirigente del presidente saliente y los motivos que lo llevaron a dimitir luego de 22 años al frente de la Federación. 


- Tras la renuncia de Carlos Álvarez, ¿usted quedará formalmente como presidente de la Federación de Básquet de Entre Ríos?
Todavía no, porque se deben seguir ciertas formalidades. En primera instancia hay que someter la renuncia presentada por el Ingeniero Álvarez al Consejo Directivo de la FBER. Este lunes (por anoche) nos reuniremos con los integrantes y ellos decidirán si se la acepta o no. En el caso de ser aceptada, el paso siguiente estatutariamente establece que se tendrá que llamar una Asamblea Extraordinaria para que ésta delegue en un miembro del Consejo Directivo las facultades para terminar el mandato de Carlos Álvarez. Esto se dá porque la renuncia fue presentada 180 días antes de la finalización del mandato, porque si hubiera sido presentada pasada ese tiempo no habría inconvenientes en que quien ejerce la vicepresidencia 1° de la entidad (quien les habla) terminara el mandato de Álvarez.



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¿Se veía venir la renuncia de Carlos Álvarez? 

Creo que sí, yo tengo un diálogo fluido, constante y permanente con el Ingeniero Álvarez. Sobre finales del año pasado, cuando todavía no se había cumplido un ejercicio de la nueva presidencia de la Federación (en aquella oportunidad, él estaba por asumir un cargo en la Confederación Argentina) y recuerdo que en el Argentino Femenino de Mayores que se realizó en San Luis, me manifestó que tenía la intención de renunciar a la Federación de Básquet de Entre Ríos. Consideraba que con su cargo en la CABB, su ciclo como dirigente deportivo de la FBER estaba cumplido y que era su intención descomprimir su figura dentro de la Federación. También me manifestó que necesitaba un descanso y que pensaba que la FBER estaba bien conducida, que podía seguir desarrollándose sin su presencia. Le contesté que si estaba convencido yo respetaba su decisión pero que en mi opinión, sólo debía solicitar un período de licencia, para que pueda terminar su mandato en esta condición o que unos días antes de la fecha en la cual se tienen que renovar las autoridades regrese al cargo de presidente. Entonces me dijo que no iba a presentar la renuncia pero que sí iba a solicitar una licencia. Después pasaron los meses y sobrevino la situación de pandemia que mantiene en vilo al básquet y al mundo deportivo en general. Entonces me expresó que tenía 73 años, de los cuales contaba con 44 como dirigente deportivo y 22 dentro de la Federación, con muchas alegrías pero también con varios momentos difíciles, que estaba cansado y que finalmente había decidido renunciar. No me sorprendió esta determinación porque él ya lo venía masticando desde hacía varios meses atrás, tomó su decisión y hay que respetarlo. Demostró estar muy convencido de que se había agotado su actuación política deportiva dentro de esta institución y esto no quita de que a partir de ahora se convierta en un hombre de permanente consulta cuando lo necesitemos para analizar cualquier situación. Quienes continúen al frente de esta Federación deberán nutrirse de su experiencia. Somos conscientes de que se vienen tiempos complicados en la FBER por este problema que se generó con la pandemia de coronavirus, lo cual que va a traer múltiples inconvenientes no sólo a las federaciones sino también a los clubes y a las asociaciones de básquet.

Dentro del contexto de dirigencia de las Federaciones, ¿la conducción de Carlos Álvarez como presidente de FBER es una de las más largas en todo el país?
Sin dudas que sí y eso es mérito de él y de algunas personas que estuvieron siempre a su lado, recuerdo a Miguel Barón, quien en los peores momentos acompañó a Álvarez y juntos le pusieron el pecho a la Federación ante situaciones complicadas y la sacaron adelante. Hubo momentos muy difíciles que tuvieron que afrontar con una FBER llena de deudas y sin una organización deportiva coherente a lo que era el básquet de la provincia en el contexto nacional. Basta recordar que en una época, todas las Selecciones de Entre Ríos para lograr su clasificación a los torneos argentinos tenían que jugar los regionales contra Corrientes, Misiones, Chaco y gracias a la labor de Carlos Álvarez Entre Ríos pasó a ser zona única debido a la batalla que presentó ante la Confederación Argentina. Y luego del paso de los años, como producto de esa gestión y a través del crecimiento progresivo, dentro de esas potencias del básquet nacional como lo son provincia de Buenos Aires, Capital Federal, Córdoba y Santa Fe, está también Entre Ríos.

¿Cuándo comenzó su camino en la dirigencia del básquet de nuestra ciudad?
El 20 de marzo del 2006 nos aprobaron la reorganización de la institución a través de personería jurídica. Desde hacía un año y medio antes yo había empezado a trabajar en la Asociación Villaguayense de Básquet. El principal motivador y quien más me incentivó diciéndome “tenés que trabajar por el básquet de Villaguay” fue Diego Lifschitz. Nunca me voy a olvidar y quizás a algunos les sorprenda pero Diego fue un día a hablar conmigo, yo no sabía que el tenor de esa charla pasaría por convencerme de que tomara las riendas de la Asociación. Y cuando me puse a trabajar ya desde adentro, encontré en Miguel Barón un respaldo enorme. Entonces, pese a no tener hijos que jueguen al básquet pero con un amor muy grande por la actividad, nos empezamos a meter de lleno en la Asociación para tratar de tomar las decisiones correctas y hacer las cosas lo mejor posible. Lógicamente que en algunas ocasiones podemos haber pecado por equivocarnos, pero siempre con la tranquilidad de conciencia de que intentamos llegar a la mejor solución para los clubes locales. En este camino nos hemos nutrido de la sapiencia de amigos y dirigentes (como “Miguelito” Barón y Juan José “Payo” Alzamendi), quienes ya estaban transitando esta experiencia como directivos de las entidades de nuestra ciudad. Su conocimiento nos hizo comprender tantos los errores que pudimos haber cometido como así también hacernos saber cuándo tomamos decisiones acertadas.

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