“Es una verdadera mole, tiene el umbral del dolor más alto que ninguno” expresó el patriarca de los ciclistas José “Cuchi” Rebozzio cuando le pedimos un concepto sobre Leopoldo Ochoa, nuestro entrevistado en esta página. “Leo” se inició en el pedestrismo, para luego pasar al duatlón y posteriormente enamorarse definitivamente del ciclismo. Con un nivel muy particular de autoexigencia para competir, ha cosechado una gran cantidad de simpatizantes que se identifican con su estilo. A pesar de que nunca pudo contar con una máquina acorde a sus condiciones, poniendo el corazón se las ingenió para dejar su sello en el pedal provincial.
- Pocos recuerdan que arrancaste corriendo competencias pedestres.
- Comencé mi actividad deportiva en el año 1987, en atletismo a los 13 años, en una carrera organizada por la Agrupación Atletas Libres, que era comandada por el recordado “Buri” Rodríguez. Durante mi infancia, mi segunda casa era el domicilio de Ramón “Sospecha” Robledo, donde nos juntábamos con sus hijos y algunos chicos del barrio y jugábamos a la pelota. Un sábado a la tardecita, Ramón nos comentó sobre una carrera que se iba a realizar el domingo y fuimos todos a correr. Salí 2° en categoría infantiles y me sentí muy feliz. Yo era “gordito”, siempre fui de enganchar kilos enseguida, me costaba bajar peso. Le tomé el gustito a la actividad porque iban todos mis compañeros, yo era muy amigo de Fernando y de Érica Robledo. Al año siguiente corrí la Maratón de Reyes en Concordia, en mi categoría eran 3.500 mts. Me entrenó Ramón durante tres meses. Yo iba muy bien, en el 3° puesto, cuando faltando 400 mts escuché el grito de “Sospecha”: “Dale Leo, andá para adelante”. Eso fue un plus y terminé ganando, fue una gran emoción. Me sorprendió la cantidad de atletas que participaron y el público que iba a ver esa carrera. Hice varias competencias más en distintos localidades con buenos resultados.
- Sí, fue en una época en la cual desconozco el motivo, pero habían cesado las pruebas de atletismo, entonces acepté enseguida cuando Carlitos Arellano me invitó a correr duatlón en Federal, con el durísimo entrenamiento que me brindaba “Sospecha”. Era el final del año 89 y principios del 90. Como yo no tenía bicicleta, José Ferreyra siempre me prestaba la suya para correr. Terminé en el 2° puesto y me entusiasmé. Protagonizamos unos duelos espectaculares con Víctor Clivio y sólo pude ganar una carrera un día que el faltó. Víctor andaba muy fuerte en bicicleta, porque yo llegaba 1° en el pedestrismo y después él me sacaba ventaja en la bici. Ahora está compitiendo el hijo, yo hace mucho tiempo que no lo veo pero según lo que me cuentan allegados, siempre se acuerda de mí. Un amigo que me dio una mano grande para entrenar fue Daniel “Pacucho” Baima, de él aprendí mucho sobre el temple que debe tener un atleta para triunfar, porque lo ví correr con ampollas en “carne viva” en los pies.

- ¿Cuándo te iniciaste en el ciclismo?
- Arranqué en el mountain y luego me pasé al rural bike, bajo las órdenes de José “Cuchi” Rebozzio como entrenador. También debuté en Federal, donde me fue bien. Me gusta más el rural que el mountain. Es una actividad hermosa, coseché muchos amigos (tanto de la región como de todo el país e incluso uruguayos) y eso para mí es invalorable. También es mucha la gente que me conoce por mi actividad en el deporte y me alientan en forma permanente, cada vez que me ven en la calle. Por supuesto, tengo millones de anécdotas. Una de ellas se produjo en General Ramírez, por los Juegos Entrerrianos, yo no iba a largar pero nos enteramos que la inscripción era gratuita, entonces me anotaron mis compañeros. Corrí con todo prestado, la bicicleta era de “Piturro” Torraza y con respecto al calzado me tuve que poner dos pares de medias y otro arrollado en la punta porque los zapatos eran N° 43 (risas). Tuve una gran actuación, terminé en el 3° puesto y me la ganaron por picardía. Mi fuerte como ciclista es la marcha, un ritmo parejo que mantengo durante toda la carrera, si me dicen que tengo que poner 35/40 lo hago, soy como un “tractorcito” en ese sentido. No sé “sprintar”, nunca me van a ver saliendo fuerte de abajo, como por ejemplo en su momento lo hacían Darío Minatta o José Ferreyra. Después me dediqué también a la bici de ruta, es decir “rueda fina”. Debido al trabajo practico solamente los domingos. Sucede que entro al laburo a las 14 y no llego porque el grupo sale al mediodía y retorna a esa hora. Hace dos años me golpeé la rodilla y me duele para entrenar los días de humedad.
.
- Tus compañeros dicen que sos un superdotado, que tenés grandes condiciones para el ciclismo, que no te entregás nunca, imponiendo un ritmo tremendo en las carreras.
- La realidad es que cuando voy arriba de la bici me enfoco de tal manera que dejo todo en cada metro de carrera. Por ejemplo me encanta pedalear con viento en contra y andar en el ripio, me siento cómodo en esa superficie, a diferencia de cualquier ciclista porque el temor por una caída ante la inestabilidad de las piedras los hace bajar el ritmo. No sé por qué pero me gusta andar constantemente haciendo fuerza. La mayoría de las veces uno va arriba de la bici sintiendo dolores, “poniendo”, como le decimos nosotros y he notado que eso no me molesta, al contrario. Si tengo un dolor debe ser porque estoy bien y quiero ver que hay más allá de eso. Siempre me exijo un poquito más del máximo, es difícil de llegar ahí. Por ejemplo, he ido a entrenar y pongo tanto que me han tenido que traer a mi casa empujando porque quedo vacío. Para mí nunca es una “carrerita de bicicletas”, estoy de acuerdo y respeto que muchos ciclistas se pongan el número y vayan a participar pero yo no lo puedo hacer, tengo que ir a dejar todo. Quizás me van a pegar “la gran paliza” (como le han pegado), pero conmigo no se la van a llevar de arriba porque me defiendo. Además soy muy detallista, siempre me fijo si mis piernas van bien con el cambio que puse, antes de correr reviso si la presión de las gomas para ver si es la correcta, para que copien las imperfecciones del terreno. También, como siempre he competido con bicicletas “medio pelo” (ya que nunca me he podido comprar una buena) tengo que ir corrigiendo fallas, por ejemplo si un cambio se saltó arriba o si cayó muy abajo y quedé “trancado”. Arriba de la bici voy haciendo un montón de cosas que no las tienen que hacer otros corredores con mejores bicicletas porque tocan un cambio y listo. Por el hecho de ser siempre un ciclista combativo, es habitual que muchos compañeros o gente que le gusta la actividad me pongan fichas, es decir que me alienten que en una determinada competencia voy a andar bien y eso me motiva muchísimo. Trato de rendir a pleno para no fallarles a ellos, nunca me guardé nada en ninguna carrera.
- La realidad es que cuando voy arriba de la bici me enfoco de tal manera que dejo todo en cada metro de carrera. Por ejemplo me encanta pedalear con viento en contra y andar en el ripio, me siento cómodo en esa superficie, a diferencia de cualquier ciclista porque el temor por una caída ante la inestabilidad de las piedras los hace bajar el ritmo. No sé por qué pero me gusta andar constantemente haciendo fuerza. La mayoría de las veces uno va arriba de la bici sintiendo dolores, “poniendo”, como le decimos nosotros y he notado que eso no me molesta, al contrario. Si tengo un dolor debe ser porque estoy bien y quiero ver que hay más allá de eso. Siempre me exijo un poquito más del máximo, es difícil de llegar ahí. Por ejemplo, he ido a entrenar y pongo tanto que me han tenido que traer a mi casa empujando porque quedo vacío. Para mí nunca es una “carrerita de bicicletas”, estoy de acuerdo y respeto que muchos ciclistas se pongan el número y vayan a participar pero yo no lo puedo hacer, tengo que ir a dejar todo. Quizás me van a pegar “la gran paliza” (como le han pegado), pero conmigo no se la van a llevar de arriba porque me defiendo. Además soy muy detallista, siempre me fijo si mis piernas van bien con el cambio que puse, antes de correr reviso si la presión de las gomas para ver si es la correcta, para que copien las imperfecciones del terreno. También, como siempre he competido con bicicletas “medio pelo” (ya que nunca me he podido comprar una buena) tengo que ir corrigiendo fallas, por ejemplo si un cambio se saltó arriba o si cayó muy abajo y quedé “trancado”. Arriba de la bici voy haciendo un montón de cosas que no las tienen que hacer otros corredores con mejores bicicletas porque tocan un cambio y listo. Por el hecho de ser siempre un ciclista combativo, es habitual que muchos compañeros o gente que le gusta la actividad me pongan fichas, es decir que me alienten que en una determinada competencia voy a andar bien y eso me motiva muchísimo. Trato de rendir a pleno para no fallarles a ellos, nunca me guardé nada en ninguna carrera.