“Qué callada quietud, qué tristeza sin fin
qué distinta Venecia si me faltas tú”.
Charles Aznavour
Venecia no siempre fue un destino turístico elegido por millones de viajeros. Durante buena parte de la edad media, fue una próspera Ciudad Estado, verdadero centro comercial y financiero de la región a partir de su preferencial situación geográfica al ubicarse a mitad de camino entre Constantinopla y Europa occidental, en el corredor con oriente para el comercio de las especies, la sal y la seda.
El desplazamiento del comercio del Mediterráneo hacia el Atlántico provocó la decadencia económica de la República de Venecia. Napoleón ocupó la región y disolvió la Ciudad-Estado en el Siglo XVIII.
Entonces, Venecia debió reinventarse como paraíso turístico sobre su condición de ciudad única, su arquitectura, historia cultural y su carnaval de seis meses. “Fue la capital del capitalismo” dijo alguien...
El ascenso de Venecia como destino de viaje coincidió con su declive como potencia económica.
Venecia cobró mucha fama a partir de sus fiestas. Se la ha llamado la “Ciudad de las Máscaras”, por su carnaval también único. Solo entonces, el turismo fue un sustento confiable para la vieja ciudad y su gente.
En el Siglo XIX Venecia se transformó en el destino obligado de los ricos. Pasar un verano en el Lido -una famosa playa de 12 km al norte de la ciudad- se convirtió en la peregrinación obligatoria para la burguesía acomodada de Europa. Todo fue de maravillas, hasta que la llegada masiva y continua de extranjeros de paso, está produciendo la denominado disneylandización del territorio y la pérdida de la identidad.
Hoy el 15% de los inmuebles son ya de propiedad china. Un trabajador de los canales afirma “Soy gondolero, hemos vendido la ciudad a los chinos. Fíjese en esas ventanas el cartel de Se alquila”. “Esto ya no nos pertenece”.

El volumen continuo de turistas en Venecia es de 600 personas por cada habitante. La ciudad ha sido tomada por los extranjeros y su mar por enormes cruceros que contaminan el agua y el aire. El deterioro urbano que produce el turismo desproporcionado es el precio que se está pagando por seguir explotando la avidez del visitante.
La belleza arquitectónica de Venecia ha sido apropiada, y maltratada por ciudadanos del mundo que están de paso por unos días. Disfrutan de la fotografía, suben a las góndolas y vacían sus bolsillos sobre las arcas del pueblo. Los paseos de los extranjeros llenan las calles, plazas y puentes todo el día con sus noches. Los idiomas se cruzan como flechas en el cielo de Babel y un recambio turístico eterno, es la rutina.
Los visitantes regresan a sus aldeas globales y el ciclo se reinicia de continuo.
Entonces, Venecia debió reinventarse como paraíso turístico sobre su condición de ciudad única, su arquitectura, historia cultural y su carnaval de seis meses. “Fue la capital del capitalismo” dijo alguien...
El ascenso de Venecia como destino de viaje coincidió con su declive como potencia económica.
Venecia cobró mucha fama a partir de sus fiestas. Se la ha llamado la “Ciudad de las Máscaras”, por su carnaval también único. Solo entonces, el turismo fue un sustento confiable para la vieja ciudad y su gente.
En el Siglo XIX Venecia se transformó en el destino obligado de los ricos. Pasar un verano en el Lido -una famosa playa de 12 km al norte de la ciudad- se convirtió en la peregrinación obligatoria para la burguesía acomodada de Europa. Todo fue de maravillas, hasta que la llegada masiva y continua de extranjeros de paso, está produciendo la denominado disneylandización del territorio y la pérdida de la identidad.
Hoy el 15% de los inmuebles son ya de propiedad china. Un trabajador de los canales afirma “Soy gondolero, hemos vendido la ciudad a los chinos. Fíjese en esas ventanas el cartel de Se alquila”. “Esto ya no nos pertenece”.

El volumen continuo de turistas en Venecia es de 600 personas por cada habitante. La ciudad ha sido tomada por los extranjeros y su mar por enormes cruceros que contaminan el agua y el aire. El deterioro urbano que produce el turismo desproporcionado es el precio que se está pagando por seguir explotando la avidez del visitante.
La belleza arquitectónica de Venecia ha sido apropiada, y maltratada por ciudadanos del mundo que están de paso por unos días. Disfrutan de la fotografía, suben a las góndolas y vacían sus bolsillos sobre las arcas del pueblo. Los paseos de los extranjeros llenan las calles, plazas y puentes todo el día con sus noches. Los idiomas se cruzan como flechas en el cielo de Babel y un recambio turístico eterno, es la rutina.
Los visitantes regresan a sus aldeas globales y el ciclo se reinicia de continuo.
La ciudad ha sufrido desde hace años la emigración de los venecianos, ahuyentados por la masa de turistas que impiden una vida digna. “Cuanto más turística se volvió Venecia, más residentes fueron expulsados fuera de la ciudad”. A fines de 1950 había 175.000 residentes, hoy quedan 50.000; la mitad vive del turismo.
El número de turistas se desplomó en noviembre, cuando mareas inusualmente altas inundaron la ciudad. En febrero, la cancelación del Carnaval y el bloqueo dispuesto por Italia ante la pandemia fue el tiro de gracia para Venecia: un tsunami. La ciudad eternamente rebosante de extranjeros quedó desierta.
Ya no hay turistas de paseo y el monocultivo turístico está conduciendo a la ruina a los comerciantes locales.
Un arquitecto veneciano reflexionó sobre los fenómenos naturales/sociales que amenazan a la ciudad: “Los científicos dicen que Venecia se está hundiendo...”. “Yo creo que es más justo decir que los visitantes nos están ayudando a nosotros a hundirla …”
Daniel de Michele
El número de turistas se desplomó en noviembre, cuando mareas inusualmente altas inundaron la ciudad. En febrero, la cancelación del Carnaval y el bloqueo dispuesto por Italia ante la pandemia fue el tiro de gracia para Venecia: un tsunami. La ciudad eternamente rebosante de extranjeros quedó desierta.
Ya no hay turistas de paseo y el monocultivo turístico está conduciendo a la ruina a los comerciantes locales.
Un arquitecto veneciano reflexionó sobre los fenómenos naturales/sociales que amenazan a la ciudad: “Los científicos dicen que Venecia se está hundiendo...”. “Yo creo que es más justo decir que los visitantes nos están ayudando a nosotros a hundirla …”
Daniel de Michele
eljibaro2002@gmail.com