Coraje, vehemencia y determinación para ir a buscar cada pelota luego de un rebote y una tremenda velocidad fueron las virtudes que llevaron a Conrado Gastón Poqué a ser una de las figuras del básquet villaguayense. Aunque integró destacados planteles de Parque y Sarmiento, el verdadero amor de “Paco” siempre fue el club Huracán. También jugó varios años al fútbol en la primera división, vistiendo la casaca de ADEV. Durante su juventud brilló en el atletismo, consagrándose campeón entrerriano en 400 metros y representó a Villaguay en el Argentino de Chapadmalal. EL PUEBLO lo entrevistó de esta manera.
- ¿Cuándo arrancaste con el deporte y que tipo de jugador eras?
- A los 11 años comencé a practicar básquet en Huracán en categoría cadetes. Mi papá me llevaba porque era habitué del club y yo siempre sentí un gran cariño por “El Globito”. Mis compañeros en esos inicios fueron entre otros “Tato” Esteybar, el “Turco” Jacobo, Lucas Anzalas y “Logui” Duarte. Después, ya en la primera división alcancé a jugué con los más veteranos como “Caio” Esteybar y “Chancha” Carulla. Con respecto a mi forma de jugar, nunca le tuve miedo a nada y siempre me gustó ir al frente. No me interesaba quien era el rival, ponía todo y trataba de hacer lo mejor para mi equipo. Mis padres jugaban los dos al básquet, íbamos todos los días al club. A mi papá lo vi jugar en un torneo de veteranos y después lo veía arbitrar porque también era juez, pero a mi mamá no la alcancé a ver jugar, aunque sí dirigir porque era entrenadora de las mujeres de Huracán.
- ¿Cómo se desarrolló tu carrera como jugador de primera división?
- En primera jugué en Huracán, Parque y Sarmiento, en aquel recordado equipo que jugó la Liga con los americanos Rick y Edgar. También lo hice profesionalmente en Central Argentino de Río Cuarto (Córdoba) y en Sociedad Sportiva de Esquina (Corrientes). A Río Cuarto me llevó Jorge González, donde me pagaban un sueldo y una pensión. En principio habíamos ido junto a Francisco Almada pero “Fierrito” se volvió. A Corrientes fui porque había venido la comparsa Carú Curá a Villaguay y don César Lobbosco les dijo que tenía un jugador que les podía interesar. En Esquina vivía en un hotel, me daban la comida, los pasajes y un sueldo, fue una muy linda experiencia. Después de esas temporadas en las cuales jugué afuera me volví a Villaguay, primero vine a Parque y luego a Sarmiento. Con el “Rojo” hicimos una hermosa campaña, teníamos un tremendo equipo y aprendí mucho por entrenar y compartir con los “yanquis”, que le daban otro nivel al juego. Además teníamos a excelentes jugadores locales como Marcelo Tolomei, “Fierrito” Almada, “Gordo” Uhrich, “Yuri” Rovetta. Yo ahí jugaba de “número 2”, había agarrado confianza para tirar desde media distancia, tenía mucha sorpresa y velocidad para entrar en posición de convertir y sabía definir. Quizás era un poco egoísta, pero jugaba para el bien del equipo. Anotaba mucho y erraba bastante también (risas). También gracias a los pases de mis compañeros, aprovechaba al máximo las jugadas de contraataque. Además me destacaba en la marca y tomaba una cantidad de rebotes. Tenía como un instinto sobre donde iba a caer la pelota, lanzaba y la iba a buscar. Si tiraba un jugador rival yo ya sabía más o menos en qué lugar del tablero (o del aro) iba a rebotar la pelota y donde podía caer, así que saltaba y capturaba el balón. Lo miraba mucho a Dennis Rodman (Chicago Bulls NBA), quien era un ídolo para mí por la forma de saltar aguantando a “las moles” y tomar los rebotes.
- ¿Cómo siguió tu vida basquetbolística luego de jugar la Liga con Sarmiento?
- Me fui a Rosario, porque le había dicho a mi mamá que iba a hacer el curso para recibidor de granos pero le mentí porque nunca estudié nada (risas). Un tiempo después me fui a Buenos Aires y luego volví a Villaguay formé mi familia y jugué en Huracán hasta mi retiro.
- ¿Y cómo se desarrolló tu historia dentro del fútbol?
- El fútbol oficial lo comencé a jugar a los 16 años, hice toda mi trayectoria en ADEV, junto a los hermanos Jorge y Oscar Ojeda, “Checo” Barreto, “Fierrito” Almada, “Pavila” Faust, Rubén Rebozzio, José Luis Verbauwede, “Pelusa” Blanco. Un grupo bárbaro, éramos muy compañeros, ir con ellos a la cancha significaba una verdadera diversión. Como directores técnicos los tuve al “Negro” Monjo y a Armando Belgeri. El fútbol siempre me gustó pero si tengo que elegir, me quedó con el básquet. Luego, ya en categoría veteranos jugué en Salud Pública y cuando cumplí la edad (45 años) pasé a Superveteranos donde me volví a poner la camiseta de Huracán. En la actualidad sigo jugando al fútbol con los muchachos de “El Globito”, donde también tenemos un grupo fantástico. Estuve un tiempo parado por una lesión en la rodilla, pude volver a jugar el año pasado aunque la lesión persiste. En realidad me operé de ambas rodillas, de una quedé bien, pero de la otra no, que es donde tengo problemas de ligamentos porque después de correr se me hincha y me molesta.
- El fútbol de los barrios también te tuvo como uno de sus protagonistas.
- Sí, me inicié en El Imán, después jugué varios años en Defensores del 14 y también en el Cosmos. Mis características como jugador de fútbol eran aguantar la pelota de espaldas al arco y esperar la llegada de mis compañeros. A pesar de mi tamaño, también tenía gran velocidad para correr de contragolpe además de la fuerza y las mañas para luchar por la posesión de la pelota. A veces me dejaba llevar por calenturas del partido y me he comido bastantes expulsiones por protestar o hablar con los árbitros pero nunca por una infracción violenta.
- ¿Quiénes fueron los rivales que mejor te marcaron en el fútbol y en el básquet?
- En el fútbol sin dudas que la “Garza” Delgadino, era imposible entrarle, impasable. Recuerdo que la primera vez que lo enfrenté me dijo: “Vás a entrar acá pero vas a salir llorando” (risas). Parecía lento, pero llegaba a todas y era bravo… pero yo también. Los dos íbamos fuerte y ninguno protestaba cuando le pegaban. Y en el básquet tuvimos una gran rivalidad con el “Negro” Rupani, quien jugaba en Sarmiento. Corpulento, puro físico, más grande que yo. Los clásicos Huracán vs. Sarmiento eran tremendos. Y los choques contra ADEV inolvidables, junto a un gran amigo como “Fierrito” Almada tomábamos cerveza antes del partido, después jugábamos y nos peleábamos adentro de la cancha, pero cuando terminaba volvíamos a tomar juntos (risas).
- Esa velocidad que tenías la desarrollaste en el atletismo.
- Sí, practiqué atletismo en el colegio secundario, nos entrenaba el profesor Juan Ángel Méndez y pude lograr muy buenos resultados. Salí Campeón Entrerriano en la prueba sobre 400 metros, no recuerdo bien si fue acá en el polideportivo o en Federal. También salimos Subcampeones Argentinos en posta 4 x 100 en Chapadmalal (Bs As) y obtuve el 8° puesto en salto triple. Además, competí en la prueba de 400 metros de cross country, finalizando en el puesto 45°.
- Juegue quien juegue siempre te vemos en las tribunas de las canchas de básquet.
- Sí, me gusta mucho ir, disfruto de compartir las dos horas que dura un partido con los amigos. Quizás no estoy mirando atentamente el juego pero charlamos, tomamos una cerveza, comentamos las jugadas, del nivel del básquet, recordamos los tiempos cuando los protagonistas éramos nosotros, es muy lindo y gratificante. En cuanto a los mejores jugadores que ví, los duelos entre el “Chuzo” González y Aníbal Sánchez eran fantásticos.
- En primera jugué en Huracán, Parque y Sarmiento, en aquel recordado equipo que jugó la Liga con los americanos Rick y Edgar. También lo hice profesionalmente en Central Argentino de Río Cuarto (Córdoba) y en Sociedad Sportiva de Esquina (Corrientes). A Río Cuarto me llevó Jorge González, donde me pagaban un sueldo y una pensión. En principio habíamos ido junto a Francisco Almada pero “Fierrito” se volvió. A Corrientes fui porque había venido la comparsa Carú Curá a Villaguay y don César Lobbosco les dijo que tenía un jugador que les podía interesar. En Esquina vivía en un hotel, me daban la comida, los pasajes y un sueldo, fue una muy linda experiencia. Después de esas temporadas en las cuales jugué afuera me volví a Villaguay, primero vine a Parque y luego a Sarmiento. Con el “Rojo” hicimos una hermosa campaña, teníamos un tremendo equipo y aprendí mucho por entrenar y compartir con los “yanquis”, que le daban otro nivel al juego. Además teníamos a excelentes jugadores locales como Marcelo Tolomei, “Fierrito” Almada, “Gordo” Uhrich, “Yuri” Rovetta. Yo ahí jugaba de “número 2”, había agarrado confianza para tirar desde media distancia, tenía mucha sorpresa y velocidad para entrar en posición de convertir y sabía definir. Quizás era un poco egoísta, pero jugaba para el bien del equipo. Anotaba mucho y erraba bastante también (risas). También gracias a los pases de mis compañeros, aprovechaba al máximo las jugadas de contraataque. Además me destacaba en la marca y tomaba una cantidad de rebotes. Tenía como un instinto sobre donde iba a caer la pelota, lanzaba y la iba a buscar. Si tiraba un jugador rival yo ya sabía más o menos en qué lugar del tablero (o del aro) iba a rebotar la pelota y donde podía caer, así que saltaba y capturaba el balón. Lo miraba mucho a Dennis Rodman (Chicago Bulls NBA), quien era un ídolo para mí por la forma de saltar aguantando a “las moles” y tomar los rebotes.
- ¿Cómo siguió tu vida basquetbolística luego de jugar la Liga con Sarmiento?
- Me fui a Rosario, porque le había dicho a mi mamá que iba a hacer el curso para recibidor de granos pero le mentí porque nunca estudié nada (risas). Un tiempo después me fui a Buenos Aires y luego volví a Villaguay formé mi familia y jugué en Huracán hasta mi retiro.
- ¿Y cómo se desarrolló tu historia dentro del fútbol?
- El fútbol oficial lo comencé a jugar a los 16 años, hice toda mi trayectoria en ADEV, junto a los hermanos Jorge y Oscar Ojeda, “Checo” Barreto, “Fierrito” Almada, “Pavila” Faust, Rubén Rebozzio, José Luis Verbauwede, “Pelusa” Blanco. Un grupo bárbaro, éramos muy compañeros, ir con ellos a la cancha significaba una verdadera diversión. Como directores técnicos los tuve al “Negro” Monjo y a Armando Belgeri. El fútbol siempre me gustó pero si tengo que elegir, me quedó con el básquet. Luego, ya en categoría veteranos jugué en Salud Pública y cuando cumplí la edad (45 años) pasé a Superveteranos donde me volví a poner la camiseta de Huracán. En la actualidad sigo jugando al fútbol con los muchachos de “El Globito”, donde también tenemos un grupo fantástico. Estuve un tiempo parado por una lesión en la rodilla, pude volver a jugar el año pasado aunque la lesión persiste. En realidad me operé de ambas rodillas, de una quedé bien, pero de la otra no, que es donde tengo problemas de ligamentos porque después de correr se me hincha y me molesta.
- El fútbol de los barrios también te tuvo como uno de sus protagonistas.
- Sí, me inicié en El Imán, después jugué varios años en Defensores del 14 y también en el Cosmos. Mis características como jugador de fútbol eran aguantar la pelota de espaldas al arco y esperar la llegada de mis compañeros. A pesar de mi tamaño, también tenía gran velocidad para correr de contragolpe además de la fuerza y las mañas para luchar por la posesión de la pelota. A veces me dejaba llevar por calenturas del partido y me he comido bastantes expulsiones por protestar o hablar con los árbitros pero nunca por una infracción violenta.
- ¿Quiénes fueron los rivales que mejor te marcaron en el fútbol y en el básquet?
- En el fútbol sin dudas que la “Garza” Delgadino, era imposible entrarle, impasable. Recuerdo que la primera vez que lo enfrenté me dijo: “Vás a entrar acá pero vas a salir llorando” (risas). Parecía lento, pero llegaba a todas y era bravo… pero yo también. Los dos íbamos fuerte y ninguno protestaba cuando le pegaban. Y en el básquet tuvimos una gran rivalidad con el “Negro” Rupani, quien jugaba en Sarmiento. Corpulento, puro físico, más grande que yo. Los clásicos Huracán vs. Sarmiento eran tremendos. Y los choques contra ADEV inolvidables, junto a un gran amigo como “Fierrito” Almada tomábamos cerveza antes del partido, después jugábamos y nos peleábamos adentro de la cancha, pero cuando terminaba volvíamos a tomar juntos (risas).
- Esa velocidad que tenías la desarrollaste en el atletismo.
- Sí, practiqué atletismo en el colegio secundario, nos entrenaba el profesor Juan Ángel Méndez y pude lograr muy buenos resultados. Salí Campeón Entrerriano en la prueba sobre 400 metros, no recuerdo bien si fue acá en el polideportivo o en Federal. También salimos Subcampeones Argentinos en posta 4 x 100 en Chapadmalal (Bs As) y obtuve el 8° puesto en salto triple. Además, competí en la prueba de 400 metros de cross country, finalizando en el puesto 45°.
- Juegue quien juegue siempre te vemos en las tribunas de las canchas de básquet.
- Sí, me gusta mucho ir, disfruto de compartir las dos horas que dura un partido con los amigos. Quizás no estoy mirando atentamente el juego pero charlamos, tomamos una cerveza, comentamos las jugadas, del nivel del básquet, recordamos los tiempos cuando los protagonistas éramos nosotros, es muy lindo y gratificante. En cuanto a los mejores jugadores que ví, los duelos entre el “Chuzo” González y Aníbal Sánchez eran fantásticos.