La figura del rector ostenta la máxima responsabilidad de una institución educativa. Es la vocación docente llevada a su más alta expresión. Un profesor que nunca culmina sus estudios y debe dedicar su carrera a una escuela en todos sus aspectos. Se rompió una puerta, llaman al rector. Se pelearon unos chicos, vamos con el rector. Un docente toma licencia, el rector debe llamar a concurso. Esta figura, que parece tan inalcanzable para algunos, es el único oído que comprende los problemas para otros. EL PUEBLO entrevistó a Mónica Poqué, rectora de la Escuela Secundaria N°1 “Profesor Leopoldo Herrera”. Ella relata cómo es su trabajo en los tiempos de cambio que atravesaron a la escuela y cómo es en la situación actual.
- ¿Hace cuánto se encuentra desempeñando el papel de rectora?
- Yo me titularicé en agosto de 2014. Ya era docente de la institución desde hacía varios años. A los pocos meses, en febrero de 2015, nos trasladamos a la Parroquia Santa Rosa, porque el edificio viejo estaba muy deteriorado. En gestiones anteriores se había comenzado a buscar un lugar al que trasladarnos.

- ¿Cuál es su parte favorita del trabajo?
- Una de las cosas que más me gusta es tener que sobrevolar y supervisar todos los aspectos de la escuela, desde lo pedagógico y lo administrativo a tener que estar atento a si se rompe un caño o si se corta el agua. Tener que relacionarme con la familia y conocer el aspecto social. Estar atenta a si los chicos reciben sus módulos de leche o si pudieron acceder a las tareas. Con este trabajo uno no puede aburrirse, porque hay que estar presente en todas las dimensiones de la escuela y eso siempre me tiene atrapada. Y otra cosas que me da satisfacción es saber que para muchos docentes, esta es la escuela donde decidieron concursar para trabajar, donde las familias eligieron y eligen que sus hijos estudien. Además ver a nuestros egresados continuar sus estudios superiores, e insertarse en el mundo del trabajo y ser ciudadanos de bien es algo maravilloso.
- ¿Cómo ha sido transitar los cambios de la institución?
- Nosotros en ese momento teníamos una matrícula muy amplia de estudiantes, así que representó un problema de reorganización y estructuración importante. Se requirió una reducción horaria para que cada grupo pudiera asistir a clases.
En cuanto al movimiento del mobiliario y las cosas que teníamos fue un trajín largo. La escuela venía de un shock repentino, como lo fue la enfermedad y fallecimiento de Roxana Odo, que era rectora y sólo llegó a titularizarse por unos días.
Durante los años de demolición y reconstrucción contamos con el acompañamiento de Pablo Vittor, que entonces era director de Departamental de Escuelas. Toda esta lucha viene desde hace muchos años, pasamos por innumerables cosas hasta que tuvimos este lugar propio. Es por eso que los chicos tienen un sentimiento de pertenencia tan grande con esta escuela.
- ¿De qué manera se desarrollan las actividades ahora?
- Este año tuvimos sólo tres días de clases. Tuvimos las semanas previas para planificación con el equipo docente, pero no llegamos a desarrollar casi nada de manera presencial. Una vez que comenzó la cuarentena se armó de forma maratónica el aula virtual con ayuda del referente técnico. Cada curso contaba con su aula virtual para cada materia que cursaba y se contactaba con el docente de esa manera. Sin embargo una gran parte de la población estudiantil quedó fuera de esa forma de trabajo por no contar con los recursos para acceder al aula virtual. Ya sea no contar con los dispositivos o con la conectividad necesaria para ello. Así que para esos chicos se imprimieron desde la escuela, y con ayuda de la cooperadora y la comunidad educativa en general, todos los cuadernillos que se necesitaban. Incluso ayudaron personas voluntarias que imprimían para algún vecino que fuera estudiante de la escuela. Con ese sistema continuamos actualmente. Tratamos de que los chicos que no están conectados reciban las mismas clases que los que sí lo están.
- ¿Qué nivel de respuesta hay por parte del alumnado?
- Al principio hubo mucho entusiasmo y participación. Era satisfactorio ver el trabajo de los chicos. Pero a medida que pasó el tiempo hubo un decaimiento notable. Es mucho el esfuerzo por parte del docente y el equipo pedagógico para que los chicos trabajen. Lo que sucede es que en esta cuarentena se dieron muchas situaciones familiares complicadas y eso influye en las clases. Asimismo tenemos muchos chicos que trabajan y cuando llegan a sus hogares están agotados. A lo largo del año contamos con muchas instancias de trabajo novedosas que incentivan a los chicos, y este año no se han podido realizar. Son actividades como el Senado Juvenil, las Jornadas de Radio, los talleres de fotografía, que se van alternando con el trabajo del aula. Es desmotivador no poder realizarlas.
- ¿Cómo es su relación con ellos?
- La verdad es que es muy buena, hay mucho respeto. Es una escuela chica, por lo tanto tiene ese ambiente familiar, en el cual los chicos se acercan y hablan conmigo o con cualquier miembro del equipo. Siempre ha sido un buen trato y da gusto acompañarlos y saber lo que les pasa. Es muy fácil encariñarse porque son chicos de buen corazón.
- ¿Hay muchos estudiantes de bajos recursos?
- Un gran porcentaje, la mayoría para ser exactos. Es por eso que se trabaja de la manera que lo hacemos. Y tratamos que los que más lo necesitan accedan al refuerzo alimentario de los módulos de leche. O que puedan retirar las fotocopias cuando no pueden pagarlas. Los módulos de leche se preparan una vez por mes, es una caja con leche en polvo, cacao, galletitas, mermeladas y fruta. Al no concurrir a la escuela y tomar la copa de leche, esta caja se prepara para que los chicos cuenten con ese refuerzo alimentario. El día que se entregan los módulos es muy lindo porque aprovechamos para encontrarnos con la familia y recibir las tareas o firmar documentación.
- ¿Los docentes tienen problemas de conectividad?
- La verdad es que sí, pasa con muchos docentes. Esa temática se habla en las jornadas de desconexión. Los docentes también tienen familias, e hijos en edad escolar. Entonces tienen que utilizar las computadoras personales entre varios. Ha pasado con profesores a los que se les rompe el dispositivo y hasta que se repara se pierde tiempo y clases. A todo esto hay que sumarle el servicio de internet que hay en la ciudad que se corta de manera seguida. Uno puede estar haciendo un trámite y en un segundo se cortó internet y se pierde toda la mañana.
- ¿Cómo está compuesto el equipo directivo?
- No se gestiona en soledad sino con un gran equipo de trabajo. Yo cuento con Sonia Gatter como vicerrectora, Gabriel Robledo es secretario, y las asesoras pedagógicas son Laura Peppey y Mara Godoy. Trabajamos todos juntos para poner en movimiento a la institución.
- ¿Cree que la figura del rector recibe la valoración que merece?
- Depende del aspecto. Creo que hoy en día no se valora, ya que siempre que pasa algo la culpa es del rector. Yo entiendo que estamos en tiempos muy difíciles y susceptibles. Hay lineamientos que bajan desde Nación y nosotros debemos hacer cumplir, tenemos que tener cierta exigencia y eso hace enojar a muchos. Pero sobre nosotros también hay una expectativa muy alta. Y nosotros tenemos que intentar hacer nuestro trabajo en medio de esta situación complicada.