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Hugo 'Mincho' De Bernardi: “NO SE TRATA SÓLO DE SERVIR UNA COPA SINO DE PRESTAR EL OÍDO A QUIEN LO REQUIERA”



Hugo De Bernardi, más conocido como “Mincho”, tiene 82 años. Es viudo, tiene cuatro hijos (Javier, Cristian, Mariela y Lorena) y 10 nietos. Nació en Lucas Sud Primera. A los 6 años, junto a sus padres se trasladó a la ciudad y durante casi 60 años trabajó como cantinero en los principales clubes de Villaguay. Se jubiló a los 65, pero continuó estando al frente de la cantina del Círculo Obrero hasta principios de este año. Fotos: JOSÉ LUIS RAOTA.


- ¿Cómo fueron sus inicios?

- A trabajar empecé a los 14 años y fue en la fábrica de mosaicos de la familia Amoroto. Al tiempo tuve la mía propia que estaba ubicada en calle San Martín. Allí trabajé hasta el año 1965 aproximadamente. Era un trabajo muy pesado, muy sacrificado porque todo lo realizábamos a mano, no teníamos la maquinaria que hoy tienen las empresas. Pero lo que a mí me gustaba era atender cantinas, tal es así que se me presentó la oportunidad para atender la del club Sarmiento. Junto con un hermano mío nos presentamos y así empecé. Al tiempo me ofrecieron la del Club Barrio donde estuve más o menos 16 años.




- ¿Cómo recuerda esos años?

- Fue una época maravillosa. Era el auge de las cantinas, pero porque además no había otra cosa para hacer. No existían todos estos aparatos que hoy tiene acceso un chico de corta edad como, por ejemplo, el celular. Entonces la gente durante la semana, salía de sus trabajos y pasaba, aunque sea un rato, tomaban algo, jugaban, se encontraban con conocidos y después volvían a sus casas.


- ¿Qué ofrecía la cantina que atraía la concurrencia de las personas?

- Yo creo que lo tomaban como un lugar de recreación, de encuentro con amigos. Durante los fines de semana era mucha la concurrencia, llegábamos a atender hasta 200 personas. Yo siempre digo que un cantinero no es sólo aquel que se dedica a servir una copa, es aquel que se involucra con los clientes, los escucha. Siempre traté a todos por igual y con el mayor de los respetos. Me gané muchísimos amigos, gente que hoy en día me saluda en la calle como si me conocieran de toda la vida y seguramente es así. La verdad que ha sido un trabajo que me ha dado muchísimas satisfacciones.


- ¿Cuáles eran los entretenimientos en esa época?

- Cuando empecé en Barrio, coincidió con el Mundial de fútbol de Inglaterra, entonces se me ocurrió la idea de comprar un televisor blanco y negro. En esa época no era frecuente tener uno y menos en una cantina. Eso fue un gran atractivo porque además de ver los partidos también era el auge del boxeo y en esos años las peleas de Carlos Monzón estaban de moda. Así que ésa fue toda una novedad. Al tiempo pude comprar además una mesa de billar. Entonces las personas podían optar mirar televisión, jugar a billar o jugar a algún juego de casino como el truco, mao, chichón o sólo tomar una copa y comerse un sandwich o una empanada. En ese tiempo no existía el cable, los canales se veían por repetidora. Se complicaba un poco los días de lluvia porque se perdía la imagen, pero eso no importaba demasiado porque basta que escucháramos el audio ya uno se conformaba. Tal es así que la gente solía quedarse hasta las 4 o 5 de la madrugada.



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- Según cuentan, eran años en que los bailes en los clubes convocaban a familias enteras.

- ¡Era impresionante! No sólo los bailes, sino también la presentación de artistas, las peleas de boxeo. Había baile casi todos los sábados con orquestas en vivo y que convocaban a más de 3 mil personas. Tuve la oportunidad de conocer a cantantes famosos como Leo Dan, Tormenta, Carlos Torres Vila, Luis Landriscina, Jorge Cafrune, José Larralde, Daniel Magal, La Bomba Tucumana y Ricky Maravilla. También conocí al boxeador Oscar “Ringo” Bonavena. Fueron buenos tiempos.


- ¿Permaneció muchos años en Barrio?

- Estuve unos 12 años. Atendí también las cantinas de Huracán, Salud Pública y culminé mi recorrido aquí en el Círculo Obrero donde me jubilé. Pero no por ello dejé de trabajar, de hecho, seguí haciéndolo hasta hace unos meses que le pasé la posta a uno de mis hijos. Si bien ya estaba grande para estar muchas horas atendiendo, yo igual vengo porque uno ya lo hace por costumbre. Son muchos años de ejercer este oficio. Y además para estar solo en mi casa yo prefiero venir a la cantina y estar con gente y charlar con uno y con otro. Es la costumbre.




- ¿Si tuviera que describir cómo es el oficio de cantinero, de qué manera lo haría?

- Un trabajo que a mí me dio muchas satisfacciones, pero también es cierto que es muy sacrificado. Yo era el encargado de abrir y cerrar la cantina, de lunes a lunes. Es decir que no había feriado, salvo las celebraciones de fin de año. Era otra época, la situación económica contribuía también para que las personas se den sus gustos, algunos todos los días, otros solo los fines de semana. Pero ya nada se compara con eso, en los últimos años ni el 10 por ciento de gente frecuenta cantinas. Por supuesto que la situación económica es complicada, sumada a la pandemia de estos últimos meses. Entonces, este negocio ha dejado de ser rentable. Pero más allá de haberme dado satisfacciones, también significó ausentarme mucho de mi casa. Pero fue el trabajo que ayudó a poder educar a nuestros cuatro hijos. Entonces uno también tiene que ser agradecido por las oportunidades que se les presentan en la vida.




La pasión por un oficio, según Mincho

La cantina refleja las costumbres de una época. na persona que frecuenta una cantina, busca un oído, un espacio de encuentro. Yo lo entendí siempre así y por eso atendí a mis clientes como lo hubiera hecho con un amigo, con mucho respeto. También es cierto que antes todo era diferente. Nosotros éramos grandes y aún creíamos en los Reyes Magos. Hoy las costumbres son otras, los chicos se reúnen y no hablan, sólo miran el celular. No digo que esté mal, cada época tiene su particularidad. Cuando mis hijos eran chicos nos sentábamos en la mesa y yo hacía apagar la tele porque era la única hora que estábamos todos y que podíamos hablar. Era un lugar de encuentro. Cuando fui abuelo, mis nietos han logrado doblegarme en muchas cosas.


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