
Luciano Pablo Palomeque tiene 29 años: nació en Buenos Aires pero vivió más de la mitad de su vida en Villa Domínguez y conserva allí muchos de sus afectos y familiares. Trabajó desde los 17 en oficios tan diversos como sonidista, ayudante de albañil, profesor en escuelas secundarias, secretario de Juventud de la municipalidad de Domínguez y finalmente empleado de una empresa local.
Es profesor técnico profesional y técnico superior en mantenimiento industrial. Ese curriculum le permitió mantener experiencias en diferentes espacios hasta el momento en que decidió cambiar su rumbo. Hace unos meses le surgió la posibilidad de una beca universitaria en Israel y decidió postularse luego de evaluar todas las aristas de la situación.
Felizmente le llegó la notificación de que había aplicado para la beca y en ese momento sintió que comenzaba una nueva etapa. Lleno de incertidumbres pero con muchas expectativas, vendió todo lo que tenía, juntó sus ahorros, compró el pasaje y se dispuso a emprender viaje.
La pandemia, sin embargo, le impuso algunos obstáculos. Su vuelo inicialmente pautado para el 23 de febrero terminó cancelándose y él quedó varado en Buenos Aires durante dos meses, sin más cosas que una valija llena de sueños. Sin trabajo y sin poder moverse de la gran ciudad por la situación sanitaria del país, esperó durante 60 días cobijado por un grupo de amigos, expectante al llamado que le confirmara la reprogramación de su tan ansiado viaje. Finalmente llegó el día: fue el 20 de abril y significó un nuevo comienzo.
“Cuando hablo de dificultades y sacrificios, no sólo existen los monetarios sino que están las emociones, el desapego, los aromas, los gustos, las comidas, la familia, los amigos, una vida que se deja una vida atrás. En cierto punto es como nacer otra vez, aprender a hablar y a expresarse en un país que está a 12.000 kilómetros del tuyo” remarca Luciano en diálogo con EL PUEBLO.
Él vive hoy en un campus universitario llamado “Oranim Internacional School”, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Haifa, reconocida por contar con el puerto más grande de la región.
Convive con jóvenes de 20 a 30 años procedentes de países como Rusia, Ucrania, Brasil y Estados Unidos, algunos profesionales y otros estudiantes con los que comparte horarios de clases, paseos y cenas vivenciando a diario el cruce de culturas.
La beca para la que aplicó le permite además estudiar en un colegio de lenguas en la carrera de “English for the workplace”.
Maravillado por las experiencias, estudia paso a paso la cultura del lugar, una sociedad que marca muchas diferencias en relación a las grandes urbes de nuestro país. “Me parece a veces muy raro irme un fin de semana a otra ciudad y dejar la puerta abierta de mi apartamento en el campus, que los baños públicos siempre estén limpios, que los colectivos lleguen a horario, que los autos frenen para dejar cruzar a los peatones, entre otras cosas”, comenta.

Es profesor técnico profesional y técnico superior en mantenimiento industrial. Ese curriculum le permitió mantener experiencias en diferentes espacios hasta el momento en que decidió cambiar su rumbo. Hace unos meses le surgió la posibilidad de una beca universitaria en Israel y decidió postularse luego de evaluar todas las aristas de la situación.
Felizmente le llegó la notificación de que había aplicado para la beca y en ese momento sintió que comenzaba una nueva etapa. Lleno de incertidumbres pero con muchas expectativas, vendió todo lo que tenía, juntó sus ahorros, compró el pasaje y se dispuso a emprender viaje.
La pandemia, sin embargo, le impuso algunos obstáculos. Su vuelo inicialmente pautado para el 23 de febrero terminó cancelándose y él quedó varado en Buenos Aires durante dos meses, sin más cosas que una valija llena de sueños. Sin trabajo y sin poder moverse de la gran ciudad por la situación sanitaria del país, esperó durante 60 días cobijado por un grupo de amigos, expectante al llamado que le confirmara la reprogramación de su tan ansiado viaje. Finalmente llegó el día: fue el 20 de abril y significó un nuevo comienzo.
“Cuando hablo de dificultades y sacrificios, no sólo existen los monetarios sino que están las emociones, el desapego, los aromas, los gustos, las comidas, la familia, los amigos, una vida que se deja una vida atrás. En cierto punto es como nacer otra vez, aprender a hablar y a expresarse en un país que está a 12.000 kilómetros del tuyo” remarca Luciano en diálogo con EL PUEBLO.
Él vive hoy en un campus universitario llamado “Oranim Internacional School”, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Haifa, reconocida por contar con el puerto más grande de la región.
Convive con jóvenes de 20 a 30 años procedentes de países como Rusia, Ucrania, Brasil y Estados Unidos, algunos profesionales y otros estudiantes con los que comparte horarios de clases, paseos y cenas vivenciando a diario el cruce de culturas.
La beca para la que aplicó le permite además estudiar en un colegio de lenguas en la carrera de “English for the workplace”.
Maravillado por las experiencias, estudia paso a paso la cultura del lugar, una sociedad que marca muchas diferencias en relación a las grandes urbes de nuestro país. “Me parece a veces muy raro irme un fin de semana a otra ciudad y dejar la puerta abierta de mi apartamento en el campus, que los baños públicos siempre estén limpios, que los colectivos lleguen a horario, que los autos frenen para dejar cruzar a los peatones, entre otras cosas”, comenta.

Sus objetivos hoy están centrados en culminar sus estudios y poder terminar los trámites de su ciudadanía, que le permitan continuar con una nueva vida allí. Respecto a la pandemia, el medio oriente vive una realidad diferente a la nuestra, a 20 días de llegar a la ciudad Luciano pudo vacunarse y hoy está inmunizado con las dos dosis de la vacuna del Covid-19, ya no es obligatorio el uso del barbijo porque el 65% de la población está inmunizada y visibilizar esa situación del otro lado del mundo le significa un sentimiento extraño, ya que unos meses atrás convivía con una realidad totalmente diferente.
Firme en sus propósitos, está feliz de su decisión donde perseguir sueños y crear nuevos, es hoy el motor de sus días.
Firme en sus propósitos, está feliz de su decisión donde perseguir sueños y crear nuevos, es hoy el motor de sus días.