Cuando las campanadas de diciembre anuncien que el 2021 finaliza, el balance del año se torna importante.
La aplicación de las vacunas generó expectativas pero no alcanzó para erradicar la pandemia que con diversas cepas, galopa más rápido que el viento, y deja a más de uno a medio camino.
Después de dos años de lidiar con la propagación del virus, el tema sigue vigente pero no de cualquier modo, es como un barco encallado en la arena y las actitudes se bifurcan, algunas encaminadas a la negación y otras a la dramatización.
Si bien las políticas referentes a la aplicación y administración de las vacunas depende de los gobiernos, la responsabilidad en cuanto al cuidado es personal.
Desde que comenzó la pandemia se implementaron todo tipo de campañas, algunas con lógica, en cuanto a la necesidad de aplicación de las vacunas y otras sin lógica alguna, como aquellas destinadas a aumentar el temor, de una forma tal que sumieron a muchos en estados de estancamiento, incluso en sus propias residencias como si esto los ampararía del desastre que iba arrasando vidas por doquier.
Enfrascarse en discusiones filosóficas o teóricas con respecto a la aplicación de las vacunas no es el meollo de la cuestión.
Las vacunas deben ser aplicadas pues hoy es el único camino de protección.
Un tema central a debatir y resolver es el miedo que generó la pandemia.
A través de internet se extendieron artículos del estilo STOP, parar no en el sentido de pararse frente a las circunstancias, sino en el sentido de paralizante, y esto es lo que debe evitarse.
Después de dos años de lidiar con la propagación del virus, el tema sigue vigente pero no de cualquier modo, es como un barco encallado en la arena y las actitudes se bifurcan, algunas encaminadas a la negación y otras a la dramatización.
Si bien las políticas referentes a la aplicación y administración de las vacunas depende de los gobiernos, la responsabilidad en cuanto al cuidado es personal.
Desde que comenzó la pandemia se implementaron todo tipo de campañas, algunas con lógica, en cuanto a la necesidad de aplicación de las vacunas y otras sin lógica alguna, como aquellas destinadas a aumentar el temor, de una forma tal que sumieron a muchos en estados de estancamiento, incluso en sus propias residencias como si esto los ampararía del desastre que iba arrasando vidas por doquier.
Enfrascarse en discusiones filosóficas o teóricas con respecto a la aplicación de las vacunas no es el meollo de la cuestión.
Las vacunas deben ser aplicadas pues hoy es el único camino de protección.
Un tema central a debatir y resolver es el miedo que generó la pandemia.
A través de internet se extendieron artículos del estilo STOP, parar no en el sentido de pararse frente a las circunstancias, sino en el sentido de paralizante, y esto es lo que debe evitarse.
Es necesario tomar medidas asertivas para que a la par de las vacunas, se mejore la calidad de vida.
No dejar que el hastío que produce esta sensación de pandemia interminable inunde las libertades.
Borges en su libro 'Utopía de un hombre que está cansado' reflexiona sobre el paso de la vida, los desafíos del presente, el futuro y los sinsabores del presente.
Hoy los desafíos son múltiples, cada cual con su trayecto y en su contexto.
Que el año 2022, sea de buenas decisiones, no solamente de las personas sino también de los Estados, y permitan a la gente volver a soñar, a crecer y poner en alto las utopías.
Beatriz Raijer
Beatrirai654@gmail.com
No dejar que el hastío que produce esta sensación de pandemia interminable inunde las libertades.
Borges en su libro 'Utopía de un hombre que está cansado' reflexiona sobre el paso de la vida, los desafíos del presente, el futuro y los sinsabores del presente.
Hoy los desafíos son múltiples, cada cual con su trayecto y en su contexto.
Que el año 2022, sea de buenas decisiones, no solamente de las personas sino también de los Estados, y permitan a la gente volver a soñar, a crecer y poner en alto las utopías.
Beatriz Raijer
Beatrirai654@gmail.com