OTRA VEZ UN NIÑO. Por Ciudadanía en Movimiento

Y parece mentira... Nuevamente un niño no está. No esta en su hogar, no esta con su familia, no esta con su maestra ni con sus amiguitos. Nuevamente un niño preocupa a todo un país. Y es imposible que se tenga que creer que se perdió. Un niño no se pierde, a un niño se lo pierde, a un niño un adulto que debió protegerlo lo perdió, en el mejor de los casos pero no menos grave por descuido.

Tantas reparticiones del Estado, tantas áreas creadas supuestamente con el noble objetivo de cuidar a los niños, tantos protocolos dispuestos supuestamente en aras de la custodia de sus derechos y sin embargo hoy, a esta hora son muchos los niños sacados de su centro de vida, privados de sus afectos, vulnerados en su integridad de diferentes maneras.

¿Qué se debe pensar? ¿Es inoperancia? Sí, seguro que sí, se ve a simple vista ¿es corrupción? Sin dudas, de otra manera no puede comprenderse. No se entiende como un funcionario policial con tan nefastos antecedentes estuvo a cargo de la búsqueda de un niño.

Un grupo de adultos, en circunstancias que aún no se han aclarado y que no se sabe si alguna vez se esclarecerá la perdida de este un niño, esto ha pasado en Corrientes.

Pero, por nuestros niños tenemos la responsabilidad de interesarnos por el entorno a su cuidado, ¿con qué docentes se encuentran en las escuelas?, ¿de qué forma se ocupan los cargos en el COPNAF?, porque la garantía de idoneidad que eventualmente daría un concurso abierto está ausente.

¿Qué idoneidad y capacidad tiene el personal de las defensorías?

¿Qué capacidad e idoneidad tienen los fiscales que investigan delitos cuyas víctimas son niños?

¿Cuántas veces y en qué lenguaje hay que advertirles a las autoridades de los riesgos en que algunos niños están? A veces parece que no lo entienden, que son indiferentes o simplemente que no ven más allá y otras veces pareciera que simplemente no quieren entender ¿Tomarán conciencia que en la mayoría de las veces llegan tarde?

A veces, muchas veces la ciudadanía tiene la sensación que toda repartición y todo protocolo que se ha creado en pos de la protección de los niños ha encauzado un interés político sobre un fin noble y queda solo allí.