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Foto ilustrativ |
Sin ánimo de confrontar u ofender a nadie, pero si con la intención de compartir nuestra experiencia, es que relato en estas líneas nuestro pensar y sentir.
El día jueves, la abuela inscribe a su nieta en los corsos, orgullosa de su participación ya que anecdóticamente y haciendo un poco de historia, es madre de una mujer que en el año 1985 salió reina de los corsos vestida de flor y posteriormente en el año 1986 nuevamente reina vestida, en esta ocasión de hormiguita viajera.
Tal vez se pregunten por qué la abuela la inscribe y la respuesta es simple. Fue ella la encargada de comprar la tela, buscar imágenes de una película para hacer una réplica del vestido elegido pero en miniatura porque su nieta quería ese mismo «que sea igual abuela» (sic).
Fuimos citados a las 20 hs (ni antes ni después), por lo que allí estuvimos puntuales según el compromiso. Pero para sorpresa de nosotros, el lugar se encontraba totalmente vacío -fuimos los primeros en llegar- ante lo cual, observadores involuntarios de cada cantina que prendió fuego, colocó las sillas correspondientes a su sector para el público y de la llegada del jurado entre otros. Cabe mencionar que mi hija se encontraba disfrazada desde las 19 hs, porque fue la primera de toda la familia en estar lista para llegar puntuales.
Corría el tiempo: a las 21:30 aún seguíamos esperando. Según los organizadores, no empezaba porque no había público.
Previo ensayo del desfile que realizarían los/as niños/as, los corsos dan inicio... Comienzan a pasar de a tres niños/as, nuestra hija es la primera en pasar de su grupo. Nunca había realizado tal acción, sin embargo y para sorpresa de nosotros caminó orgullosa con su vestido, zapatos dorados y objeto en la mano. La presencia de su abuela para compañía al costado fue innecesaria y se dirigió a la silla para ser una observadora más.
Subió al escenario, desfiló, saludó y bajó para colocarse en su lugar; luego al ser entrevistada dijo su nombre completo, edad y de qué estaba disfrazada. Al momento de los premios, solo fueron entregados al traje original y rey/reina correspondiente. El niño y la niña elegidos referían a trajes alegóricos a la participación en comparsas. De hecho, la reina es la primera en retirarse porque inmediatamente debía pasar bailando en su comparsa.
Preguntas que surgen a los adultos que están encargados de este festejo: ¿existen las bases del concurso para la realización de los trajes? Si existen, ¿se menciona que los trajes deben ser sólo alegóricos a los corsos? ¿Cuáles son los criterios de elección del jurado? ¿Tienen presente que son niños/as los que concursan? ¿Los/as niños/as deben ser adoctrinados previamente como actuar o debe reinar la espontaneidad?
Considero que teniendo presente el listado de los concursantes, jugando los adultos a ser niños e imaginando qué les gustaría, los/as organizadores podrían haber entregado diferentes premios para que cada niño/a se lleve alguno y no sea una competencia con ganadores y perdedores. Sin pensar demasiado podemos mencionar, primera y segunda princesa, miss simpatía, mejor desempeño, mejor desfile, mejor traje, traje más colorido, entre otros.
Si para participar las niñas deben desfilar en malla de dos piezas, con piedras/ lentejuelas, estar marcadamente maquilladas y mover hombros y caderas como pasistas adultas, entonces éste fue el primer y único año que nuestra hija participa, aun a pesar de su enojo porque en nuestro caso, ella misma pidió participar.
Una familia enamorada de una niña, que con su mirada y sonrisa irradia una luz que ilumina el mundo a su alrededor.