Por Manuela Chiesa de Mammana

En la semana de las Ánimas y de Todos los Santos recordé a una mujer que aparecía sólo para esas fechas y después no volvíamos a saber de ella durante todo el año. Se llamaba Adelina, casi cincuentona, de buena presencia, castaña, de ojos marrones pero de mirada profunda e inquisidora. Generalmente se ubicaba en la segunda entrada al cementerio, vendía flores sueltas o en ramos. A veces algunas de tela de muy buen gusto.
En aquellos tiempos y en esos días, todo el pueblo hacía visitas al cementerio. Permanecía más tiempo del habitual limpiando las sepulturas u orando por sus difuntos.
Un año, probablemente 1948 o 1949, Adelina tenía junto a las flores un hermoso ramo de azahares, hecho en organza blanca, al que todas las señoras ponderaban por la prolijidad con que estaba confeccionado. Pero Adelina, inmediatamente aclaraba que no se vendía porque ya tenía dueño.
Ese año volví a mi casa con la certeza que Adelina era una persona triste. Al año siguiente en la puerta donde ella se ubicaba estaba una señora mayor con una alcancía verde cuyo logo decía 'Patronato de la Infancia'. Y a medida que las costumbres fueron cambiando, la afluencia de gente al cementerio fue significativamente menor y encontrar a Adelina, imposible.
Ese año volví a mi casa con la certeza que Adelina era una persona triste. Al año siguiente en la puerta donde ella se ubicaba estaba una señora mayor con una alcancía verde cuyo logo decía 'Patronato de la Infancia'. Y a medida que las costumbres fueron cambiando, la afluencia de gente al cementerio fue significativamente menor y encontrar a Adelina, imposible.
Aunque de vez en cuando me sorprendía recordando la imagen de esta mujer entre flores y floreros, no fue hasta bien entrada la década del 50 que supe sobre su destino.
Adelina había llegado a Villaguay para casarse con un hacendado de la zona. Una semana antes de la boda el caballero viajó a Paraná a buscar el atuendo de la novia y al regreso un accidente fatal le costó la vida a la altura del arroyo Moreyra. Cuando Adelina se enteró lo único que le entregaron fue el ramo de azahares que llevaría la novia en la ceremonia nupcial.