“SIEMPRE FUI A PELEAR BIEN ENTRENADO, COMO SI FUERA A SUBIRME AL RING PARA COMBATIR POR UN TÍTULO”


Marcelo Cóceres fue uno de los boxeadores villaguayenses más destacados de la década del 90´. Con una trayectoria extensa que incluyó 130 peleas dentro del campo amateur, el “Látigo” mostraba una interesante línea boxística, ordenada y efectiva, que combinaba una férrea defensa con muy buenos desplazamientos sobre el ring y una envidiable potencia en sus puños que nos brindó un montón de satisfacciones a los amantes del boxeo de nuestra ciudad. Luego se hizo profesional pero sólo realizó 4 peleas en este ámbito porque las obligaciones laborales lo pusieron en jaque y fue un final abrupto para su carrera en el pugilismo a los 31 años. EL PUEBLO lo entrevistó de esta manera. 


Si vos jugabas al fútbol ¿por qué terminaste siendo boxeador? 


Justamente, estábamos practicando en Salud Pública con la selección de fútbol de Villaguay cuando ví a varios muchachos que le estaban pegando a la bolsa, entonces se me dio por ir a observar. Había varios gurises conocidos, hablé con Luis “Peteco” Franco y le pregunté que tenía que hacer para ir a entrenar. Me dijo “traete un par de vendas y empezamos cuando quieras”. A partir de ahí practicaba fútbol y boxeo a la vez, pero después obviamente me terminé inclinando por el boxeo. Debuté a los 16 años en 1989 en el club Salud Pública contra el concordiense Alejandro Bordón (que tenía 20 peleas), compartiendo velada con Ángel “Petekín” Ramírez, Oscar “Polvorita” Almeida y los hermanos Delgado, entre otros. Algo que siempre nos motivó mucho fue la gran cantidad de público que nos acompañaba en los festivales de box, era impresionante.

¿Cuántas peleas hiciste como amateur? 

Hice muchísimas peleas como amateur, alrededor de 130. Yo tuve dos etapas en el box, la primera duró seis años, en la cual realicé 80 peleas. Después, como no tenía trabajo en Villaguay me tuve que ir al campo a laburar, porque ya tenía mi familia (había nacido Marcelito) y dejé de practicar por espacio de cuatro años. Volví a los 27 y peleé durante cinco años más, en los cuales realicé aproximadamente 50 combates, además de los 4 en el ámbito profesional. Recuerdo que cuando empecé, viajábamos a pelear casi todos los fines de semana junto a “Petekín”, “Polvorita” y después se sumó el “Canguro” Naibert. Había muchísima actividad en distintos lugares de la provincia: Concordia, Gualeguaychú, Gualeguay, Basavilbaso. Como estábamos muy bien entrenados, no nos pesaba para nada. 



¿Por qué fue tan corta tu carrera profesional? 

Me hice profesional a los 28 años, debuté con gran victoria en el club Barrio Sud ante un boxeador que un tiempo atrás había representado a La Argentina en los Juegos Olímpicos de Atenas 1996. Después hice otra pelea en “Salucho”, posteriormente dos combates más en otras localidades y luego, a los 31 años me retiré, había conseguido un buen trabajo en supermercado y se me complicaba todo porque no me quedaba tiempo para entrenar. Me quedó como deuda pendiente el hecho de no haber podido pelear por un título argentino, porque creo que hubiera podido llegar más arriba. Cuando era amateur combatí dos veces en un Campeonato Argentino que se llamaba “Guante de Oro”. También peleé en Buenos Aires por el Torneo Preolímpico, que clasificaba para las Olimpiadas de Seúl. Luego estuve seleccionado para participar de otro preolímpico que se realizó en Catamarca, pero no pude concurrir a éste porque no estaba entrenando ya que se había parado el boxeo en Villaguay durante esa época. En ese momento y como no había clubes que practicaran boxeo, íbamos a veces junto a “Canguro” Naibert a entrenar a Sarmiento, pero no como para enfrentar una competencia preolímpica. Después de dejar la primera vez porque tuve que ir a laburar al campo, cuando volví me dí cuenta que ya no era el mismo, porque tenés otra edad, comienza a cambiar el cuerpo, pero las ganas estaban intactas.

Haciendo un resumen tenés muy pocas derrotas en una extensa trayectoria deportiva. 

Sí, perdí sólo 7 veces en una campaña donde realicé 134 peleas. Jamás tuve un corte en la cara, nunca me lastimaron la nariz. Si bien recibía golpes pero los sabía amortiguar bien, me gustaba boxear y esquivar retrocediendo, algo que muy pocos saben hacer. Tuve muchas peleas buenas y durísimas contra los mejores boxeadores de Concordia. Perdí dos allá pero hay que tener en cuenta que ellos siempre tenían más peleas en la licencia que nosotros, ya que combatían en forma permanente. Después también perdí dos en Buenos Aires por el Campeonato Argentino, contra muchachos de excelente nivel. Lo que destaco de mi carrera es que siempre fui a pelear bien entrenado, como si fuera a subirme al ring para combatir por un título, me gustaba el gimnasio, que es algo fundamental para el boxeador. Era responsable, me cuidaba y siempre me alimentaba muy bien, una buena sopa, un guiso o los tallarines de mi vieja (risas). 



¿Pensás que si tu carrera se hubiera desarrollado en el momento actual, hubieras tenido más posibilidades de ingresar antes al profesionalismo o de combatir por un título? 
No tengo dudas de que si yo hubiese tenido las oportunidades que se les presentan a los boxeadores jóvenes en la actualidad, estaríamos hablando de que tranquilamente podría haber ganado un título Argentino o que podría haber tenido la posibilidad de pelear por un Campeonato del Mundo. Antes era todo a pulmón, nos pagábamos desde los viajes hasta las vendas. Pero hoy es distinto, hay sponsors que antes no existían, se hacen otro tipo de entrenamientos, se toman complejos vitamínicos y hay dietas especiales, cuando antes nuestra vitamina era comer bien. Hoy se hacen profesionales con menos de 50 peleas amateur, además si ganás diez peleas como profesional ya estás peleando por un título Argentino o Sudamericano. Hay muchos títulos en juego o pelean por “porciones” de los títulos. Debido a esto, el nivel del boxeo argentino (y también mundial) ha caído bastante, ya no existen esas grandes batallas que duraban los diez o doce rounds como antes. No han surgido grandes boxeadores en los últimos años, después de “Maravilla” Martínez (que se formó afuera), el “Chino” Maidana, Lucas Matthysse (que también se entrenó durante años fuera del país) y ahora Brian Castaño. Y eso es poco para un país como el nuestro que fue un semillero increíble de talentos boxísticos durante toda la vida.

¿Qué sentiste cuando tu hijo Marcelito “El Terrible” Cóceres caminó desde el vestuario hasta el ring del Staples Center de Los Ángeles para peleas contra Billy Joe Saunders? 
Es una mezcla de sensaciones inexplicables. Sentí un orgullo tremendo, se me puso la piel de gallina al ver que uno de mis hijos estaba ahí, en la vidriera más grande del boxeo del mundo. Más allá de los nervios y la emoción que sentí esa noche y la semana previa al combate no se pueden medir con palabras, es algo único. Mis tres hijos que se dedicaron al boxeo, desde chiquitos (en especial Marcelito) principalmente vieron la disciplina que uno tenía para entrenar. Eso traté de inculcarles y el respeto ante todo. Después, son ellos los que se suben arriba del ring. Pero si un boxeador no respeta a su entrenador y no hace caso, está jodido. Además, siempre hay que estar bien entrenado para pelear, con eso se logra que no te peguen, porque poner la cara para que te den palizas no te lleva a buen puerto, inclusive puede traerte otros problemas de salud más adelante.


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