Andrés Crosa: “SOY UN VELOCISTA NETO, NUNCA ME GUSTARON LOS PILOTOS CONSERVADORES NI LOS QUE ESPECULAN”



Quizás por su estilo de manejo impetuoso y arriesgado, tal vez por su carácter vehemente o por ese talento asombroso que lo llevó a ser competitivo inclusive en las peores condiciones presupuestarias para el armado de una máquina de carreras, Andrés Crosa se ubica claramente en el podio de los mejores pilotos de la historia del automovilismo villaguayense. Comenzó desde muy pequeño en el karting y posteriormente desarrolló una brillante trayectoria en la Fórmula Entrerriana. La gran mayoría de los amantes de los “fierros” en nuestra provincia coinciden en que hubiera tenido un gran suceso en el ámbito nacional, al cual no pudo llegar por falta de apoyo económico. EL PUEBLO lo entrevistó de esta manera.


- ¿Cómo arrancaste dentro del mundo del automovilismo?
Las carreras me gustaron desde muy chico, siempre andábamos “salvajeando” con un karting a rulemanes. Después, cuando habré tenido 8 o 9 años, mi viejo me compró un karting Sachs con caja de tercera y ruedas altas. Con ese me divertía en el campo, en el Aero Club o acá en el circuito “Bernardo Molero” cuando había carreras íbamos a dar unas vueltas. También a veces se lo robaba y salía a dar vueltas a la manzana, hasta que le avisaban a mi vieja y me corrían, pero disparaba con karting y todo (risas).

¿Cuándo empezaste a competir?
En el año 1983, con los hermanos Woodman. Marcos atendía la parte de los motores y caja mientras que Abel hacía los cilindros. En mi equipo también estaban el “Gordo” Sosa, Reynaldo Muñoz y el “Negro” Chiesa, quienes nos acompañaban a todas las carreras. Hicimos algunos años en el karting provincial y después fuimos a correr a la zona de Santa Fe y Córdoba, junto a Miguel Tostiscarelli. Ahí nos fue muy bien, si bien no íbamos con un motor de punta porque lo había armado Miguel para correr en una categoría que era Libre acá en Entre Ríos. La verdad era que los motores de punta no salían del taller de Miguel, de última te los colocaba ahí antes de correr, entonces nos dio ese de pruebas, porque lo traíamos para acá. El inconveniente de correr en la zona de Santa Fe y Córdoba era que no se clasificaba y se largaba por ranking, entonces como nosotros íbamos solamente a algunas carreras, siempre teníamos que largar en los últimos lugares y eran alrededor de 45 kartings. Tenía que ganarme un lugar en la final en las tres series que se hacían y a veces en el repechaje. Todos tenían caja de 5°, equipos especiales y nosotros con caja de 4°. Recuerdo que el día que debuté ahí largué en el puesto 26° y veníamos remontando de manera excelente hasta que se me cortó la cadena de distribución cuando ya estaba 6°. Cuando llegamos, nos miraba la gente de otros equipos y nos daba vergüenza el motorcito que teníamos pero después de esa carrera nos empezaron a mirar distinto (risas) porque era todo un mérito andar adelante con un motor que en esos zonales no se usaban más.

Tu estilo de manejo fue un sello que marcó a fuego tu trayectoria, porque siempre despertaste simpatía y admiración.
Siempre corrí para adelante, nunca para conservar o ganar un campeonato, salía a ganar carreras. Y la verdad es que a muchos campeonatos he perdido de ganarlos a causa de roturas, ya que a veces estaba adelante sólo y seguía a fondo. Hoy a mi edad, uno piensa que podía haber cuidado un poquito más (risas), pero soy un velocista neto, no me gustan los pilotos conservadores ni los que especulan. Recuerdo una carrera en Gualeguaychú, cuando el circuito era de tierra todavía, iba ganando por una recta e hice el récord en la última vuelta y casi me voy afuera (risas). Fue la última incursión que hice en la Fórmula Entrerriana con un chasis Miceo y un motor R18. Y el año en que gané el campeonato en Concepción del Uruguay (1991) le saqué una vuelta al tercero.

¿Cuántos campeonatos ganaste en karting y en Fórmula Entrerriana?
En karting gané 4 torneos mientras que en la Fórmula gané 1 en el año 1991. Y no se dio para ganar más supuestamente por tener el “pie pesado” (risas), a causa de roturas por ir siempre a fondo. Sucede que nunca pude bancarme un 2° o un 3° puesto, yo quería ir a ganar, por lo cual muchas veces terminé en el roce con otros autos o yéndome afuera en algún talud de tierra sin alguna de las ruedas (como me pasó en Concordia). Nunca me gustó ser el segundo, en ninguna circunstancia de la vida.

¿Cómo arrancaste en Fórmula Entrerriana?
En el año 1989 dejamos el karting y empezamos a correr en la Fórmula Entrerriana, con el auto de los hermanos Monzón, el que manejaba Edgardo. En 1990 compramos un chasis Bravi, que luego se lo vendimos a Giachello en la 4° o 5° carrera y adquirimos un chasis Berta con motor Dodge. Terminamos esa temporada con un par de roturas, además de algunas salidas afuera mías y el tiempo que se había perdido con el Bravi, ese primer año no fue muy positivo. Pero todo cambió en 1991, porque anduvimos muy bien y faltando dos carreras para finalizar el calendario, ya éramos campeones de Fórmula Entrerriana. En 1993 empecé con la billetera semivacía, no había plata y largué 4 carreras pero corrí 3. Las tres primeras las gané y en la cuarta me choqué con Rafael Dalprá en la primera curva del circuito de Viale. Veníamos peleando por la punta, nos tocamos, rompí una rueda y tuve que abandonar. Esa fue la última carrera que hice. Después tuve algunas incursiones con el auto de la Peña 27, pero corrimos pocas carreras. Obviamente que me quedé con ganas de seguir corriendo, porque me gusta la velocidad y me encantaba divertir al público con mi estilo de manejo. Algo que a muchos integrantes de mi equipo no les gustaba, ellos querían que levante un poco el pie del acelerador y que sea más pensante, pero yo a eso no lo podía hacer.

Pero el hincha del automovilismo villaguayense te bancó en todas.
Sí, por supuesto, acá en Villaguay tuve el cariño incondicional de mucha gente, pero también en Viale, Chajarí y Concepción del Uruguay tenía un montón de hinchas que me apoyaban. Lo del público de Viale era increíble porque ellos tenían a pilotos locales como Gustavo y Ricardo Grinóvero, pero sin embargo, una gran cantidad de gente simpatizaba conmigo, era notorio el aprecio que me habían tomado, además siempre gané muchas carreras en esa localidad. Calculo que también por hacer cosas que los otros pilotos no hacían, como por ejemplo superar un auto por afuera en la tierra. Me divertía mucho, me apasionaba andar fuerte, lo cual no significaba ningún esfuerzo para mí. El hecho de aprontar las cosas para ir a una carrera ya me generaba una felicidad increíble.

¿Cuál fue el rival más duro que tuviste?
En condiciones normales, es decir con autos iguales, rival duro no tuve ninguno, porque la vehemencia mía me llevaba un poco más allá que el resto y por ahí también terminaba donde no debía (afuera, sin alguna rueda o con el motor roto). Sobre el asfalto sí tenía buenos rivales porque la mayoría contaban con mejores motores que yo. Me pasaban en las rectas y yo los volvía a cruzar en las curvas, he peleado muchísimas carreras en esas condiciones. Pero en tierra no le tenía miedo a ninguno si tenía un auto medianamente confiable. 


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