Cartas de lectores. "ME PARECIÓ UNA COSA DE LOCOS"
Hace unos días, un canal de noticias de Buenos Aires hizo una nota sobre "¿Cómo serán las fiestas y eventos poscuarentena?". Para eso entrevistó a la dueña de un salón de eventos que describió la situación de su rubro y estimó cuáles podrían ser las medidas de prevención que deberían adoptarse cuando se levante la cuarentena. Habló por ejemplo de colocar las mesas a mayor distancia para evitar así los contagios entre las personas que concurran a celebrar cumpleaños de 15, casamientos y otras fiestas.
Me pareció una cosa de locos. En las actuales circunstancias, reunir a decenas o centenares de personas en un salón implicaría exponerlas al riesgo de contagiarse una enfermedad que puede conducirlos lisa y llanamente a la muerte. Aun cuando empiecen a aflojarse las restricciones y podamos empezar a salir y a reanudar algunas de nuestras actividades, eso no significa en absoluto que el coronavirus desaparezca y que ya estamos libres de peligro.
Lo que estoy sosteniendo no es una ocurrencia caprichosa ni sale de mi imaginación ni es efecto del miedo que nos está afectando un poco a todos. Para nada. Lo que digo está basado en hechos concretos que han tenido amplia difusión.
El ejemplo más conocido es el del muchacho que volvió de Estados Unidos en marzo y concurrió al cumpleaños de 15 de su prima en el partido bonaerense de Moreno, en vez de cumplir con a la cuarentena obligatoria.
Al día siguiente fue internado con síntomas compatibles con coronavirus: tos seca y 38°C de fiebre. Días después se confirmó que padecía Covid-19 y más tarde se supo que había contagiado a 20 personas de las aproximadamente 100 que había en la fiesta.
No sólo eso. A fines de abril, la Justicia Federal imputó al muchacho por homicidio culposo por la muerte de su abuelo de 78 años, quien falleció tras contraer Covid-19.
¿Alguien cree que ya estamos libres de ese tipo de situaciones? Claramente no. Si la gente vuelve a concentrarse en fiestas y eventos similares, sobre todo en espacios cerrados, es muy probable que el coronavirus se expanda como no lo ha hecho hasta ahora, gracias justamente a la estrictas medidas de prevención que se han adoptado en el país y que, en general, han sido respetadas por gran parte de la población.
Lógicamente, la falta de actividad perjudica a quienes tienen salones de fiestas y a todos quienes prestan servicios en esa clase de eventos. Sería razonable entonces que recibieran una ayuda estatal similar a la que está aliviando a varios otros sectores de la economía.
Pero lo que de ninguna manera se puede hacer es volver a organizar o incentivar los grandes festejos o cualquier otro tipo de reuniones que fueron comunes hasta hace apenas unos meses. No tiene sentido actuar como si no hubiera pasado nada en todos estos meses, como si el virus hubiera desparecido mágicamente o como si ya todos fuéramos inmunes. El peligro sigue ahí, en todas partes, y debemos estar atentos y ser cuidadosos para evitar contagiarnos y contagiar a otros.
Me pareció una cosa de locos. En las actuales circunstancias, reunir a decenas o centenares de personas en un salón implicaría exponerlas al riesgo de contagiarse una enfermedad que puede conducirlos lisa y llanamente a la muerte. Aun cuando empiecen a aflojarse las restricciones y podamos empezar a salir y a reanudar algunas de nuestras actividades, eso no significa en absoluto que el coronavirus desaparezca y que ya estamos libres de peligro.
Lo que estoy sosteniendo no es una ocurrencia caprichosa ni sale de mi imaginación ni es efecto del miedo que nos está afectando un poco a todos. Para nada. Lo que digo está basado en hechos concretos que han tenido amplia difusión.
El ejemplo más conocido es el del muchacho que volvió de Estados Unidos en marzo y concurrió al cumpleaños de 15 de su prima en el partido bonaerense de Moreno, en vez de cumplir con a la cuarentena obligatoria.
Al día siguiente fue internado con síntomas compatibles con coronavirus: tos seca y 38°C de fiebre. Días después se confirmó que padecía Covid-19 y más tarde se supo que había contagiado a 20 personas de las aproximadamente 100 que había en la fiesta.
No sólo eso. A fines de abril, la Justicia Federal imputó al muchacho por homicidio culposo por la muerte de su abuelo de 78 años, quien falleció tras contraer Covid-19.
¿Alguien cree que ya estamos libres de ese tipo de situaciones? Claramente no. Si la gente vuelve a concentrarse en fiestas y eventos similares, sobre todo en espacios cerrados, es muy probable que el coronavirus se expanda como no lo ha hecho hasta ahora, gracias justamente a la estrictas medidas de prevención que se han adoptado en el país y que, en general, han sido respetadas por gran parte de la población.
Lógicamente, la falta de actividad perjudica a quienes tienen salones de fiestas y a todos quienes prestan servicios en esa clase de eventos. Sería razonable entonces que recibieran una ayuda estatal similar a la que está aliviando a varios otros sectores de la economía.
Pero lo que de ninguna manera se puede hacer es volver a organizar o incentivar los grandes festejos o cualquier otro tipo de reuniones que fueron comunes hasta hace apenas unos meses. No tiene sentido actuar como si no hubiera pasado nada en todos estos meses, como si el virus hubiera desparecido mágicamente o como si ya todos fuéramos inmunes. El peligro sigue ahí, en todas partes, y debemos estar atentos y ser cuidadosos para evitar contagiarnos y contagiar a otros.