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Bruja Verbauwede, Negro Enríquez, Alberto Medina y Chencho Gómez |
Alberto Medina comenzó a jugar al fútbol como delantero en su Gualeguay natal pero luego por esas cosas de la vida, terminó destacándose como arquero. Con una importante talla y notable intuición, se hacía dueño del área atrapando la gran mayoría de los envíos gracias a su incuestionable afición por otro deporte que lo apasionó: El básquetbol. Alberto se radicó en nuestra ciudad hace más de 50 años y adquirió protagonismo defendiendo los arcos de Sargento Cabral y de Parque. EL PUEBLO dialogó con él de esta manera.
- A pesar de ser consagrado como guardavallas, en tus inicios eras centrodelantero.
- Así es, empecé jugando como “número 9” desde muy jovencito en la 5° división del club Sociedad Sportiva de Gualeguay. Continué desempeñándome en la posición de delantero hasta llegar a la primera división de esa entidad y de hecho convertía bastante seguido, lo cual me sirvió para ganarme un lugar dentro de ese plantel. Hasta que una vez, mientras estábamos disputando un torneo nocturno barrial, debido a la lesión del arquero de mi equipo me ofrecí para atajar, mis compañeros aceptaron y fui al arco. Por supuesto que yo no era un improvisado en esa posición porque varias veces ya había atajado en una canchita que había cerca de mi casa donde nos juntábamos a jugar con los muchachos del barrio. Además también jugaba al básquet por lo cual tenía mucha seguridad de manos para atrapar el balón y descolgar los centros, lo cual me sirvió para ocupar ese puesto y darles garantías al equipo. Entonces, como a ese partido lo ganamos 3-0 y de acuerdo a la opinión de mis compañeros había atajado muy bien, quedé inamovible en el puesto. El equipo se llamaba Los Nenes y de ese momento no jugué nunca más de “número 9”, ya que también el DT de Sociedad Sportiva me había visto y le gustó tanto que quiso que atajara en la primera del club.
- ¿Cómo era el fútbol en la ciudad de Gualeguay?
- El fútbol de Gualeguay era muy similar al de acá, bastante “chacarero”, lo único distinto es que los domingos iba mucha gente a la cancha. Los grandes clásicos de la ciudad eran contra Gualeguay Central, unos partidos tremendos. Vivíamos todo el día en el club, yo también jugaba al básquet y realmente era un deporte que me encantaba, por lo cual me hubiera gustado ser mucho mejor jugador de lo que fui. Defendí los colores de Sociedad Sportiva en infantiles, cadetes, juveniles y primera división. El club de mi barrio era Libertad, yo me tenía que cruzar toda la ciudad para ir a practicar y jugar en Sociedad. Los muchachos del barrio (varios de ellos eran amigos míos), nunca me perdonaron no haber defendido los colores de un club que quedaba tan cerca de mi casa, ese fue el principal motivo de varias tardes de insultos y reprobaciones que me tenía que aguantar en cada partido en el que nos enfrentábamos (risas).
- ¿A qué arquero le copiaste cosas y lo tomaste como espejo?
- Mi referente más grande fue Amadeo Carrizo, a quien tuve la oportunidad de verlo jugar personalmente. Creo que fue un hombre extraordinario y un arquero espectacular, con una calidad impresionante. Hubo muchos buenos guardavallas, pero como él ninguno. También me gustaba mucho Lev Yashin, un monstruo del arco, lo apodaban “La Araña Negra”, fue arquero de la Unión Soviética y lo ví atajar en la cancha de Racing, en un partido entre selecciones.
- ¿Cuáles eran tus características para el arco?
- Yo tenía mucha intuición para atajar, ya que adivinaba adónde iba a patear el delantero adversario o dónde podía ir la pelota. Todo el mundo decía que era buen arquero debajo de los palos, ágil y dinámico pero que tenía algunas dificultades para salir.
- ¿A qué edad llegaste a nuestra ciudad y cómo empezaste a jugar?
- Jugué en la Selección de Gualeguay hasta los 16 años, después me fui a Buenos Aires a la Escuela de Suboficiales, volví ya egresado y me radiqué en Villaguay en agosto del año 1968. En el Regimiento siempre se hacían reuniones familiares los fines de semana y en una de ellas la conocí a Graciela, mi esposa. Del club Sargento Cabral se enteraron que yo jugaba al fútbol y me vino a ver Ubaldo Piñeyro, para invitarme a integrar el equipo. Se hizo un partido amistoso en la cancha del cuartel y lo tomaron a modo de prueba, porque parece que algunos no estaban del todo convencidos de incorporarme (risas). La cuestión es que quedaron muy conformes porque anduve bastante bien. Me ficharon y jugué varios años, hasta la llegada de Altuna, un muy buen arquero que era de Gualeguaychú. Ahí pasé al banco y cuando él no podía jugar por alguna razón o se iba de franco me tocaba entrar como titular. Entre mis compañeros estaban Moscatelli (C. del Uruguay), Noguera (Gualeguaychú), Calderón, Villegas, Gauna (Santiago del Estero). Después dejé de jugar durante un tiempo porque me casé y vinieron los chicos.
- Luego llegó el tiempo de los veteranos y los super.
- Sí, luego de cumplir 35 años, Juan Carlos Amuchástegui me invitó a jugar en Parque, ya en la categoría veteranos. Acepté y me encontré con un extraordinario grupo de muchachos: El “Loro” Cañas, Alcíbiades Imbelloni, Ernesto Kinnen, entre otros, me quedaron recuerdos hermosos. El arquero titular era José Van Hauvert, con quien nos disputamos sanamente el puesto. Inclusive, después de mucho batallar, logramos salir campeones en un torneo oficial, lo cual significó una gran alegría. Recuerdo que en la cancha de Salud Pública (que estaba detrás del hospital) nos tocó jugar contra Cabral, que venía peleando la punta con nosotros. Justo me tocó enfrentar a mis ex compañeros, en un partido clave que fue tremendo, con mucha presión para mí, pero les ganamos 2 a 0 jugando muy bien, nos cortamos solos en la punta de la tabla y faltaban pocas fechas. Miguel Montigel decía que no podía haber sacado todas las pelotas que atajé ese día. Posteriormente, cuando cumplí los 45 pasé a jugar en superveteranos, siempre defendiendo la camiseta de Parque. Años después comencé a jugar a las bochas, una actividad que me gustaba mucho y practiqué durante algún tiempo. Me fiché para el club Deportivo Villaguay y un año después, en categoría libre, ganamos el torneo “A Mi Manera” que se realizaba en el Círculo Católico de Obreros y que organizaban “Pepe” Almada y “Juleco” Giménez. También me dí el gusto de jugar al básquet en Barrio Sud, donde integré un grupo bárbaro junto a los hermanos Zabala, nos divertíamos y jugábamos muy bien.
- ¿Qué deseos te quedaron por cumplir dentro del fútbol?
- Creo que cumplí con todo lo que alguna vez soñé, inclusive jugué muchos años más de los que hubiera pensado y conocí muy buenos amigos, que es lo más importante. Quiero destacar a dos de ellos: “Pirulo” Colonessi, una gran persona y un arquero excepcional, bastante kamikaze para el arco pero con un corazón de fierro y “Chenga” Ribas, arquero de grandes condiciones, muy buen tipo además de ser un virtuoso músico y guitarrero.