“FUE UN GRAN TRABAJO EN CONJUNTO CON TODOS NUESTROS COMPAÑEROS, EN NINGÚN MOMENTO NOS DEJARON SOLOS”


El magnífico trabajo realizado por el Sanatorio Americano con respecto al tratamiento del único caso positivo de Covid-19 en nuestra ciudad fue digno del mejor aplauso. EL PUEBLO charló con Siomara Valeria Villo, jefa de la enfermería de terapia intensiva del nosocomio, quien relató con lujo de detalles la excelente labor desarrollada por el personal y los recaudos extremos que se debieron tomar para el tratamiento del paciente hasta lograr su ansiada recuperación. 



- Felicitaciones a todos los que cumplieron distintos roles y realizaron un excelente trabajo en equipo para llevar adelante una misión realmente muy difícil. 

Estamos muy contentos porque se trabajó de la mejor manera, el paciente se recuperó bien, ya está en su casa, cumpliendo los 15 días de aislamiento que le quedan, ya que una vez que le dio negativo y fue dado de alta, debe permanecer otras dos semanas aislado. Los chicos de piso estuvieron en contacto directo con el paciente y nosotros desde la terapia ayudamos en lo que se necesitaba en todo momento. Fue un gran trabajo en equipo, donde incluimos al personal de limpieza, a la gente que trabaja en cocina, a los técnicos de rayos, acompañando entre todos para lograr el mejor final. Nosotros nos veníamos capacitando desde tiempo atrás, cuando nos enteramos que el virus se fue esparciendo por todo el mundo. Lo que estudiamos nos sirvió mucho, lo pudimos comprobar poniéndonos a prueba y gracias a Dios con resultado positivo. 


Cuándo te enteraste que iban a recibir el primer caso (y único hasta ahora) de Covid-19 en Villaguay, ¿cuál fue tu reacción inicial y cómo armaste el protocolo de atención? 
Como una sensación lógica, al principio me dio mucho miedo e incertidumbre por lo que podía llegar a pasar. Todos vivimos un momento de angustia porque pensamos que se nos iban a venir los pacientes masivamente, como sucedió en otros países. Quizás por mirar tantos noticieros y empaparnos de información sobre lo que se está viviendo en otras ciudades del mundo. Pero fue una sensación que me duró pocos minutos, porque luego dejé la mente en frío y comenzamosa actuar. Los chicos que tuvieron el ingreso en ningún momento dudaron y actuaron rápidamente. Inmediatamente se colocaron el equipo de protección personal, asistieron al paciente y se empezó a organizar todo. Analizamos el protocolo que íbamos a seguir para el aislamiento y atención, desde la forma en que íbamos a llevarle la comida hasta la manera de sacarle las placas radiográficas (con la máquina portátil dentro de la habitación), también los turnos para que puedan ingresar los médicos y absolutamente todo. Fue una organización que tuvimos que realizar de manera muy precoz y que nos tomó en un momento en el cual si bien estábamos preparados, creo que mentalmente nos costó asumirlo al principio. Pero después, ya con el control de la situación en nuestras manos, se trabajó muy bien. Teníamos en claro que había que estar muy concentrados en todo momento porque al menor error que alguno pudiera cometer, podría contagiarse o contagiar a sus compañeros. 


¿Cómo se desarrollaba un día de trabajo en esa área de riesgo? Natalia Vázquez, la jefa de enfermería de piso y los chicos que conforman su equipo se organizaron muy bien y realizaron un excelente trabajo. Siempre con el parámetro de entrar lo menos posible a la habitación, se ponían de acuerdo para los ingresos (entre las 7 y 8 de la mañana) entre la gente del laboratorio para realizar los análisis, la de cocina para el desayuno, de limpieza para higienizar todo y también de rayos para hacerle una placa si era necesario. Quedaron perfectamente determinadas dos salas, una denominada “limpia” (donde el personal se viste con todo el equipo de protección para ingresar a ver al paciente: guantes, camisolines, barbijos del tipo N95 y quirúrgico, cofia, máscara facial, botas y antiparras) y otra “sucia” o contaminada (donde el personal se desviste para salir). Luego de varios días se tomó ritmo y se hacían las cosas en forma automática. Aquellos que ingresaban a realizar una labor específica después de cumplirla se retiraban y se quedaba un rato un enfermero para controlar signos vitales al paciente, acompañándolo un rato y además lo higienizaba. El personal de enfermería de piso lo contuvo mucho, inclusive en un momento pidió una Biblia con la cual rezaba. Estuvo muy agradecido y contenido en todo momento, nunca le faltó nada. También quiero destacar que desde la dirección del Sanatorio siempre nos acompañaron. Fue un gran trabajo en conjunto con todos nuestros compañeros, en ningún momento nos dejaron solos. Nos complementamos todos los sectores, desde la administración, los médicos, enfermeros, cocina, limpieza. Y ante cualquier duda que teníamos buscábamos información. Estábamos permanentemente leyendo todas las novedades que surgían respecto del virus y su comportamiento. 


¿De dónde provino el mayor asesoramiento con el que contaron ustedes? 
Como yo realicé el postgrado en el Hospital Italiano, tengo contacto todos los días con la supervisora de terapia intensiva de esa institución, que se llama Ana Díaz y es oriunda de Villaguay. Ella se fue siendo muy joven a Buenos Aires y tenemos una muy buena relación de amistad. Siempre nos capacitamos ahí, por ejemplo en lo que respecta al curso de ventilación mecánica artificial, por eso en el equipo de terapia del Sanatorio Americano estamos preparados para todo tipo de contingencias, no solamente por coronavirus. En cuanto al asesoramiento, también lo recibimos del Ministerio de Salud de la Nación.


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