“LITERALMENTE GASTÉ UNA PELOTA DE BÁSQUET DE TANTO PRACTICAR LOS FUNDAMENTOS EN LA GALERÍA DE MI CASA”



Juan José Alzamendi es sin dudas junto a Carlitos Elizalde uno de los pioneros de los entrenadores de básquet de nuestra ciudad. Lo tomó con mucha seriedad, se preocupó por realizar cursos y clínicas en distintos lugares de la provincia y el país. Curiosamente, “Payo” dedicó su vida deportiva al club Sarmiento aunque sus orígenes fueron en Salud Pública. En el “Decano” dirigió exitosamente desde minibásquet hasta primera división, conduciendo a aquel recordado equipo “Rojo” que participó a nivel nacional con los norteamericanos Ricky Lee Ray y Edgar Wickly. EL PUEBLO charló con él de esta manera. 


- ¿Por qué elegiste el básquet como tu deporte favorito? 

- Creo que mi acercamiento al básquet se debió a mi poco apego a los libros cuando iba al colegio secundario (risas). Si bien no era un 3 en el estudio tampoco era un 10, pero me mantenía en el lote del medio, pero siempre alguna materia me llevaba, lo cual a mi papá mucho no le gustaba, porque como todo hijo mayor, uno tenía que dar el ejemplo. En el año 1967 comenzó el básquet en Salud Pública a cargo de Oscar Romero Farjat, quien juntaba a varios chicos del barrio y nos enseñaba. Yo me incorporé y jugué algunos años. Después tuve mi experiencia universitaria en Rosario, cuando volví a Villaguay 3 o 4 años después, se generó un inconveniente con el DT que estaba en ese momento en Salud Pública y a través de la invitación del “Golo” Núñez, me fui a Sarmiento. 




- En circunstancias muy difíciles se desarrolló el básquet en nuestra ciudad. 

- Sí, en aquellos tiempos había una gran competencia en Villaguay a pesar de tener mucha menos infraestructura y disponibilidad de elementos. Tampoco había canchas cerradas, jugábamos en pleno invierno con unas heladas tremendas. Y no existían los buzos que hay ahora ni los camperones. Concurría mucha gente a ver los partidos y llevaban frazadas para taparse, al igual que los jugadores que quedaban en el banco de suplentes. Éramos muy entusiastas para jugar en esas condiciones, porque por ejemplo para volver a las 12 de la noche del club Parque después de jugar con un frío impresionante y la helada que caía, realmente teníamos un gran amor por el básquet. Y los partidos eran la frutilla del postre, pero durante la semana no faltábamos nunca a entrenar. En Salud Pública todas las noches nos quedábamos jugando después de entrenar mientras estaba helando, hasta las 23 hs cuando el “Patrón” Verbauwede, que era el cantinero, nos apagaba la luz y nos mandaba para nuestras casas. Salíamos del colegio y desde las 7 de la tarde ya estábamos en el club. Aclaro que jugábamos con pelotas de cuero, porque todavía no existían las de material sintético.


- ¿Por qué te hiciste entrenador? 

- Cuando volví de Rosario lo hice con una lesión bastante importante en la rodilla, en ese momento no había traumatólogo en Villaguay. Tenía roto un menisco, me recuperé haciendo reposo y debido a la juventud, lógicamente que me tuve que operar, pero lo hice más tarde, a los 24 años. Lo mejor de mi etapa como jugador ya lo había pasado, nunca fui de los buenos, pero sí muy entusiasta, le ponía mucha garra y además, los entrenadores de aquel momento (por ejemplo en Salud Pública) no hacían hincapié en la técnica, sino que se aprendía mirando a otro que sabía un poco más que uno. En el club Huracán estaba Caballero, quien había venido de Buenos Aires y tenía algo más de conocimiento, pero en general, los entrenadores de básquet eran ex jugadores que se hacían cargo del equipo. Además no había de donde aprender porque la bibliografía era inexistente y ver un video de básquet era imposible. Después empezaron a aparecer libros en Buenos Aires, porque Oscar Casimiro Trilla, quien era traductor de inglés, regaló muchísimo material a la Asociación de técnicos de básquet. En el año 1977 fui a ver a Justo Reynoso (entrenador de Unión de Santa Fe y Echagüe de Paraná entre otros) quien vino a dar una charla para profesores en el Colegio Nacional. Al poco tiempo, Barbagelatta, secretario de deportes, lo trajo a Jorge Canavesi (DT de la Selección Argentina Campeona del Mundo en 1950) a brindar una clínica en el club Sarmiento. Ahí descubrí la dirección técnica de básquet y aprendí cosas que me marcaron para toda la vida. Decía por ejemplo, “los fundamentos del básquet son los mismos desde su creación, pero la diferencia la va a sacar aquel que los haga mejor y a una mayor velocidad”.


- ¿Cuándo arrancó tu carrera como DT? 

- A fines del año 1978 en Sarmiento no conseguían un entrenador para el minibásquet que tuviera continuidad. Durante el año anterior había estado Delio Panizza de Rosario del Tala y después se había hecho cargo el profesor Ángel Méndez, pero lo hizo más por agradecimiento al club ya que tenía mucho trabajo con el fútbol, el atletismo y otras actividades. Un día yo estaba en el club como siempre y don Roberto Fuertes me preguntó si no me animaba a tomar la conducción del minibásquet. Le dije que lo iba a pensar y fui a consultar a quien realmente fue mi maestro, Carlos Alberto Elizalde. Carlitos me dijo que era una propuesta interesante pero que tenía que ponerme a leer y a estudiar. Entonces arranqué mi trayectoria como entrenador. Luego, mi hermano Miguel me contó que en Concepción del Uruguay, en el Centro de Educación Física, comenzaban a dictar el curso de director técnico, así que me inscribí. Durante el primer año viajaba en micro dos veces por semana y al año siguiente ya había conseguido vehículo propio, una camioneta Dodge que no superaba los 80 km por hora (risas). Ahí aprendí realmente los fundamentos, pero tenía una desventaja, yo era zurdo y todos mis compañeros diestros, había que hacer las cosas con la derecha así que tuve que entrenar mucho. Siempre cuento que literalmente “gasté” una pelota de básquet de tanto practicar en la galería de mosaicos de mi casa. Lógicamente, después para especializarse era necesario ir a cursos de mayor nivel que por lo general eran costosos. Concurrí a varias clínicas con entrenadores de lujo, por ejemplo junto a Alejandro Cinto y a Eugenio Antonini fuimos en Buenos Aires a la de “Bobby” Knight, realmente un fenómeno y también en la Sociedad Hebraica a la de Dan Petterson.


- Qué recuerdo hermoso el de Sarmiento jugando la Liga con los norteamericanos. 

- Sí, realmente una experiencia maravillosa, fue en 1986, con un equipo que marcó una historia quizás no tanto por los resultados deportivos sino por la conmoción que causó en Villaguay y toda la región. Fue el primer equipo oficial que jugó con dos norteamericanos. Creo que nunca en Sarmiento han odiado tanto a una mujer como a la novia de Ricky Lee Ray, porque jugó la mitad del torneo, se fue por causa de ella y otra hubiera sido la historia si el “Negro” se quedaba el campeonato entero, era imparable. Sarmiento hasta podía haber peleado un lugar por el ascenso. Igualmente hicimos una campaña excelente, esto hizo que se incorporaran muchos chicos al básquet. Creo que pagamos el precio de no tener experiencia, tanto los jugadores y por supuesto yo como entrenador. Teníamos un equipazo, con los mejores de Villaguay en ese momento, como Hugo “Yuri” Rovetta, Rubén “Machote” Bernard, Marcelo Tolomei, Francisco “Fierrito” Almada y los dos americanos. Hicimos grandes partidos, les ganamos a varios equipos que pelearon arriba.


Más leídas de la semana

Más leídas del mes

Más leídas del año

Más leídas históricas