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“EL AISLAMIENTO FUE UN PROCESO REVELADOR Y UNA EXPERIENCIA DE LA QUE SAQUÉ MUCHAS COSAS POSITIVAS”


Gualeguaychú ha sido una de las más afectadas por los contagios de Covid 19. EL PUEBLO entrevistó a Sabina Melchiori, periodista oriunda de esa ciudad y corresponsal de Canal 9 Litoral, sobre los alcances de la enfermedad y la situación de la gente y el sector comercial. Además, Sabina relata cómo fue someterse a dos semanas de aislamiento preventivo en un hotel debido a que un compañero de trabajo sufrió el contagio siendo un paciente asintomático. 


- ¿Cómo está la sociedad de Gualeguaychú ante los últimos casos positivos?
Estamos bastante alarmados por esta ola de contagios. Al principio, cuando empezó a empeorar la situación fue un gran impacto para nuestra comunidad, porque hasta el miércoles 8 de julio se podría decir que estaba controlada. Tan benévola era la situación que de cara al fin de semana largo el municipio había decidido la habilitación de algunos bares y restaurantes de la ciudad, y estaba previsto que abrieran los gimnasios el lunes 13, pero de repente entre el jueves 9 y el miércoles 15 tuvimos casi 30 casos. El 10, el intendente emitió un decreto dando marcha atrás con algunas habilitaciones que ya estaban en curso. Por ejemplo, las reuniones familiares que estaban permitidas los días viernes, sábados, domingos y feriados, con un máximo de hasta diez personas, se anularon; los gimnasios finalmente no abrieron, mientras que los bares y restaurantes sólo pueden trabajar con las modalidades delivery y takeaway. Hoy creo que todos los habitantes de Gualeguaychú tenemos al menos a un conocido transitando la enfermedad o alguien que deba estar aislado porque es contacto estrecho de un caso positivo. Inclusive, hacia la mitad de la semana pasada, la municipalidad dispuso la obligatoriedad del uso de barbijos o tapabocas en lugares cerrados. Cabe acotar que no era obligatorio hasta entonces, aunque ya mucha gente los utilizaba.
¿Cómo se encuentran las personas que fueron detectadas con coronavirus? La situación sanitaria está bastante controlada. Hasta el momento no hemos tenido un caso grave, tampoco ningún fallecimiento y todas las personas que están transitando la enfermedad lo hacen dentro de un cuadro leve. De hecho muchos de ellos están en sus propios domicilios mientras que otros están alojados en el Hotel Embajador, que desde el 1° de abril fue acondicionado para recibir pacientes sospechosos de haber contraído Covid19. Por supuesto que el resto se encuentra en una sala especial del hospital. Somos zona de transmisión por conglomerado. Hubo un bebé de 3 meses que estuvo contagiado pero ya le dieron el alta, al igual que a su hermanito de 6 años, su mamá y su papá. En este momento, la paciente más joven que ha contraído la enfermedad en nuestra ciudad tiene 3 años. Misteriosamente, a sus padres el hisopado les dio negativo y los médicos están tratando de averiguar qué fue lo que pasó. Tenemos dos infectólogos que están trabajando muy bien, Ignacio Bourlot y Virginia Azar, quienes forman parte del COES y también Federico Gini Cambacere, un neumonólogo infantil muy comprometido con nuestra sociedad, quien brinda respuesta permanente ante las consultas de la gente y de los medios.


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Sufriste en carne propia el Covid 19 con un contacto laboral estrecho. 

Sí, me tocó de cerca porque el camarógrafo que trabaja conmigo para Canal 9 Litoral dio positivo y no sabe cómo se contagió. El viajó al hospital Austral de Pilar (Buenos Aires) a realizarse una cirugía que estaba esperando con mucha ansiedad. El mismo día que viajó le hicieron el hisopado y al ratito le avisaron que tenía Covid 19, de modo que al virus lo llevó desde Entre Ríos. Fue un impacto para él porque se posponía su cirugía y para mí también porque yo era uno de sus contactos estrechos, junto a sus dos hijos y su esposa. Trabajamos juntos arriba de un móvil y siempre adentro del vehículo estuvimos con los barbijos puestos, no nos dábamos abrazos ni compartíamos el mate. Además, cuando hacíamos las entrevistas distanciábamos el micrófono con un extensor o un pie, le poníamos papel film al capuchón, teníamos alcohol en todos los formatos que existen en el mercado arriba del móvil. En definitiva, tomamos todas las precauciones pero igualmente se contagió y no sabemos por qué. Fue de las personas que más se cuidaron y que lo hicieron de manera más temprana. Actualmente está bien, nunca sintió síntomas, si no hubiera ido a hacerse esa cirugía jamás se hubiera enterado que tenía coronavirus.
¿Cómo reaccionaste ante la situación de aislamiento obligatorio? Por ser contacto estrecho tuve que ir al hospital, hacerme un hisopado y luego me llevaron al hotel Embajador, donde permanecí aislada durante 12 días bajo el control del nodo epidemiológico para ver si presentaba algún tipo de síntomas. El hisopado dio negativo pero aún así tuve que permanecer aislada porque, según me explicaron, podría haber dado negativo porque recién lo estaba incubando al virus, entonces tenían que transcurrir los 12 días desde que había estado con el camarógrafo. Como yo vivo con mi marido y dos nenas chiquitas y como en mi casa no tengo una habitación con baño aparte como para poder estar separada de ellos, opté por quedarme en el hotel durante dos semanas, que era la mejor manera y más segura de afrontar esta situación.
¿De qué manera viviste esas dos semanas? Los primeros días, cuando todavía no tenía el resultado, estaba muy nerviosa, preocupada y con un sentimiento de culpa porque si bien uno nunca quiere contagiar a nadie, no sé por qué razón, pero es como que subyace una especie de culpa y pensás en las personas que pudiste haber contagiado. Sobre todo me acordaba de mi mamá que tiene 80 años y de mis nenas. Fueron momentos de muchos nervios y de angustia, porque les dije a mis hijas “ya vengo” cuando me llevaron al Hotel Embajador en ambulancia (no porque me sintiera mal sino a modo de prevención). Es un impacto psicológico importante durante los primeros días porque te aíslan, pero después, con el pasar del tiempo y la tranquilidad del resultado negativo me tuve que armar de paciencia y esperar que llegara el día 12, y se me pasaron mucho más rápido de lo que me hubiera imaginado. Está todo muy bien manejado, yo sentía que la gente que estaba ahí sabía lo que estaba haciendo. Nunca tuve esa sensación de que estaba a la deriva y que quienes me atendían no tenían idea de nada. En el hotel hay un equipo de enfermeras que son una maravilla, muy amables. En la habitación estaba sola, nadie podía ingresar, por supuesto yo tampoco podía salir ni siquiera al pasillo. Me dejaron un kit de limpieza, de la cual me tenía que hacer cargo yo. También me tenía que tomar la temperatura y mandársela a través de una foto de whatsapp a la enfermera cada vez que me lo solicitaban. Me dejaban la comida afuera de la habitación (desayuno, almuerzo, merienda, cena) y a una determinada hora del día tenía que sacar mis residuos. En un momento una amiga me llevó un equipo de mate, entonces le dije a la enfermera “ahí te dejé el termo para que me cargues agua caliente” pero me contestó que ella no podía manipular nada que saliera de mi habitación. Entonces tuve que pedir que me llevaran una pava eléctrica, la solución para poder tomar mate. Tuve mucho tiempo para pensar, se pusieron a prueba absolutamente todas mis relaciones e incluso la relación conmigo misma (risas). También apareció la espiritualidad, esa necesidad de aferrarse a la oración cuando se siente miedo. Fue un proceso revelador y una experiencia de la cual saqué muchas cosas positivas. Incluso para mis nenas, que me extrañaron un montón, pero me contaron que también les hizo bien, ya que fue como un empujoncito para madurar.

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