Desde hace varios años, Javier Martínez integra el cuerpo técnico de la Selección Argentina de Softbol como Jefe de Equipo. En esta entrevista junto a EL PUEBLO nos cuenta sobre la realidad del softbol dentro de este contexto de pandemia y las razones que llevaron a provocar lo que fue caratulado por la prensa europea y de Estados Unidos como el “Milagro Argentino”. Con un trabajo a conciencia y superando etapas de formación integral del deportista, el softbol de nuestro país se convirtió en número uno del mundo.
- ¿Cómo han sido los tiempos de cuarentena para el mundo del softbol?
- Son tiempos difíciles, nuestros deportistas se toman al softbol muy en serio y sobretodo lo hacen en mayor medida aquellos jugadores que están en la alta competencia, ya sea en los seleccionados masculinos y femeninos tanto Juveniles o de Mayores. El hecho de ser consagrados como el equipo número uno del mundo conlleva una gran responsabilidad y esto debe ser acompañado por un trabajo que no se puede interrumpir, por lo cual esta suspensión de actividades debido a la pandemia se nos está yendo de la manos. No poder entrenar en el campo de juego y no contar con una actividad firme está dejando sin ganas a nuestros deportistas. Al principio sirvió para no perder tanto el estado físico, pero los entrenamientos que se realizan en los hogares ya no están dando resultados en ningún deporte, se necesita volver a la actividad con las restricciones de cuidado necesarias. Estamos superando los 115 días de cuarentena y los deportistas ya no soportan este tipo de entrenamientos, la parte física hasta se torna aburrida porque tenemos muy buenos profesores, que son profesionales cien por cien y ya no le encuentran variantes a lo que tienen que hacer los jugadores en sus casas. El softbol fue uno de los primeros deportes en Argentina que armó su protocolo para poder volver a la actividad. Nosotros en los entrenamientos de campo podemos realizar las denominadas “estaciones”, con cuatro jugadores en cada una, en un campo de juego que posee prácticamente una hectárea en cuanto a su dimensión total. La verdad es que se nos hace fácil cumplir con el protocolo y poder trabajar en las prácticas con los jugadores distanciados entre sí. También en varias reuniones que mantuvimos con los integrantes del cuerpo técnico, tenemos pensado el retorno en forma paulatina, es decir con una intensidad baja para prevenir las lesiones que se puedan producir debido a la exigencia luego de este prolongado período de inactividad. En nuestro deporte no contamos con la ventaja que puede tener un jugador centroamericano, que nace con un guante y una pelota en la mano. Entonces nosotros logramos sobreponer con actitud y estado físico ese don natural que poseen los chicos de otros países con un desarrollo histórico del softbol en su cultura.
- Son tiempos difíciles, nuestros deportistas se toman al softbol muy en serio y sobretodo lo hacen en mayor medida aquellos jugadores que están en la alta competencia, ya sea en los seleccionados masculinos y femeninos tanto Juveniles o de Mayores. El hecho de ser consagrados como el equipo número uno del mundo conlleva una gran responsabilidad y esto debe ser acompañado por un trabajo que no se puede interrumpir, por lo cual esta suspensión de actividades debido a la pandemia se nos está yendo de la manos. No poder entrenar en el campo de juego y no contar con una actividad firme está dejando sin ganas a nuestros deportistas. Al principio sirvió para no perder tanto el estado físico, pero los entrenamientos que se realizan en los hogares ya no están dando resultados en ningún deporte, se necesita volver a la actividad con las restricciones de cuidado necesarias. Estamos superando los 115 días de cuarentena y los deportistas ya no soportan este tipo de entrenamientos, la parte física hasta se torna aburrida porque tenemos muy buenos profesores, que son profesionales cien por cien y ya no le encuentran variantes a lo que tienen que hacer los jugadores en sus casas. El softbol fue uno de los primeros deportes en Argentina que armó su protocolo para poder volver a la actividad. Nosotros en los entrenamientos de campo podemos realizar las denominadas “estaciones”, con cuatro jugadores en cada una, en un campo de juego que posee prácticamente una hectárea en cuanto a su dimensión total. La verdad es que se nos hace fácil cumplir con el protocolo y poder trabajar en las prácticas con los jugadores distanciados entre sí. También en varias reuniones que mantuvimos con los integrantes del cuerpo técnico, tenemos pensado el retorno en forma paulatina, es decir con una intensidad baja para prevenir las lesiones que se puedan producir debido a la exigencia luego de este prolongado período de inactividad. En nuestro deporte no contamos con la ventaja que puede tener un jugador centroamericano, que nace con un guante y una pelota en la mano. Entonces nosotros logramos sobreponer con actitud y estado físico ese don natural que poseen los chicos de otros países con un desarrollo histórico del softbol en su cultura.
- ¿Cómo se inició en su trayectoria como dirigente del softbol?
- Dejé de ser jugador en 1990 y junto a un grupo de amigos formamos un club en Paraná que se llama CATSA y de a poco comenzamos a trabajar en la parte dirigencial. En este deporte que es amateur y en el cual somos tan pocos hay que cubrir todos los frentes institucionales. En el año 2006 armamos una comisión y junto a los dirigentes más antiguos y el impulso de los más jóvenes, nos propusimos hacer torneos internacionales en Paraná, lo cual nos llevó a tener un roce importante con gente de Nueva Zelanda, Australia, República Checa y Estados Unidos, a quienes trajimos a jugar en Entre Ríos para darle una continuidad a nuestro deporte. En 2008 hubo elecciones a nivel nacional y nos postulamos con una lista para ir por un mejor presente para el softbol. Ganamos y con nuestra impronta nos largamos al mundo, cambiamos toda la metodología de trabajo en lo referente a la alta competencia. Justo en esa época se creó el ENARD, que es nuestra mano derecha, fundamental para brindarnos un apoyo constante al igual que la Secretaría de Deportes. Nos proporcionaron becas (un mínimo de dinero) que en principio eran solamente para subsistir (por ejemplo comprar algunos elementos) pero que si más tarde los logros llegan, esa beca se va incrementando hacia los deportistas. Nuestros muchachos primero consiguieron un título Sudamericano y luego un título Americano, por lo cual la beca fue creciendo y el trabajo también. Todo vino de la mano del roce logrado a nivel internacional. Trabajamos desde la Confederación Argentina junto a los cuerpos técnicos y jugadores como si fueran una familia. Por eso llegaron los logros a nivel ecuménico: En 2012 y 2014 Campeones Mundiales Juveniles. Después se consiguieron varios títulos americanos y sudamericanos en lo que respecta a torneos internacionales y después vino lo brillante del año pasado en Mayores, con el título en los Panamericanos de Lima (Perú) y el de Campeón Mundial en Praga (República Checa). Esa fue “la frutilla del postre”, el resultado de 12 o 13 años de trabajo en los cuales veníamos en esa búsqueda y gracias a Dios se nos pudo dar. Este no es un trabajo sólo mío sino de un incansable grupo de personas que no dejan escapar nada. Estamos muy contentos pero sabemos de otros dirigentes que trabajan todos los días con igual intensidad para que mejore su deporte y a veces no llegan a cumplir los objetivos planteados.
- ¿Qué porcentaje de estos jugadores que comenzaron el proceso como Campeones Sudamericanos Juveniles llegaron a consagrarse con la Selección Mayor en Praga?
- Alrededor de un 50 por ciento, desde el 2011 hasta la actualidad y desde el 2014 también se sumaron nuevos jugadores y se modificó la mitad del equipo. Tenemos jugadores que ya están al tope de su edad (35/36 años) que próximamente van a dejar de integrar el elenco para dar su lugar a gente más joven. Ahí se completaría un 70 o 75% por ciento de la renovación del plantel de jugadores que vienen trabajando desde que tenían 16 años con Julio Gamarci como entrenador desde el 2010. Tal como se los dice Julio en forma permanente, la camiseta es un legado, se tiene que tomar como tal, simplemente somos custodios de la casaca y los que vienen tienen que saber que esto es un trabajo de alta competencia, para el cual se entrena todos los días. Trabajan de 14 a 15.30 hs en la parte física y de 17 a 18.30 hs en la parte técnica. Muchos de ellos tienen familia y trabajo pero esto es así. Para ser “top five” (estar entre los 5 mejores equipos del mundo) el trabajo es diario y arduo.
- Además de un exigente entrenamiento ¿qué cosas distinguen a la Selección Argentina de Softbol y le han permitido consagrarse como la mejor del mundo?
- Nosotros desde el 2008 fuimos en búsqueda de la excelencia, primero nunca nos creímos que éramos los mejores y comenzamos copiando distintas circunstancias que rodeaban a las potencias mundiales, yendo a un punto extremadamente óptico y objetivo: Desde cómo se vestían y cómo caminaban hasta qué elementos usaban? Siguiendo con qué giras internacionales hacían? Contra quién jugaban? En qué torneos decidían participar? Luego, a partir del 2016 muchos equipos comenzaron a copiarnos a nosotros y la mayoría de nuestros profes fueran convocados a dar charlas en el exterior y explicar lo que tituló un diario de Europa (que sacaron de un periódico de Estados Unidos): “El Milagro Argentino”. Nosotros humildemente lo hicimos realidad, no inventamos nada, sólo fuimos captando lo mejor de cada potencia. Por ejemplo: Cómo caminan los canadienses? Todos juntos y jamás se separan del grupo, así uno se detenga a atarse los cordones, todo el grupo se frena. Nosotros tenemos que caminar así. Y de esa manera caminamos por la Villa Panamericana en Lima, de la misma manera lo hicimos en la villa de Toronto en Canadá y todo el mundo se asombraba de nosotros. Si un jugador se demora en el baño, nadie se mueve, nada de ir a desayunar en grupos de a tres o cuatro, o que un tercio del plantel vaya al comedor a las 9 y los restantes a las 9 y media. De ninguna manera, nosotros desayunamos, almorzamos, entrenamos y nos movemos todos juntos. Salimos y volvemos juntos, pero no es una exigencia o imposición, ni un motivo de discusión, no nos cuesta para nada hacerlo, ya no acostumbramos así y nos ha dado excelentes resultados. Es una gran parte de la enseñanza de lo que significa el respeto hacia los demás, hacia el grupo y también al mismo deporte.