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El Tero Ferrer, sexto arriba desde la izquierda. |
Roberto “Tero” Ferrer vive en Pilar (Bs As) y fue un destacado puntero derecho que vistió la camiseta de Sarmiento durante la década del 70´. Por razones laborales, se fue a vivir en Buenos Aires a principios de los 80´ pero nunca perdió esa identificación y el amor que le profesa al “decano”. Una anécdota lo refleja, ya que luego de una prueba había quedado en Boca y lo citaron para volver en un mes, pero no regresó ya que prefirió continuar su carrera en Sarmiento. El “Tero” concurre asiduamente a observar el fútbol de AFA y manifiesta que varios jugadores villaguayenses de su época hubieran podido convertirse en profesionales.
- ¿Dónde naciste y cómo arrancaste en el fútbol?
- Nací en Rosario del Tala, mi mamá era de Villaguay y papá de Tala. A los 5 años ya estaba viviendo en la esquina de San Martín y Frías (Villaguay) en la casa de mis abuelos. Cuando empecé a “vaguear”, iba a ver los partidos tanto a la cancha de ADEV (que me quedaba más cerca) como a la de Sarmiento. Y la elección del club fue más una cuestión de colores, porque no me gustaba el azul pero me atraía el rojo, entonces me fiché en Sarmiento. Mi papá (Juan María) ya había jugado en el “decano”. Empecé en 5° división, jugábamos los domingos a la mañana, en invierno con unas heladas bárbaras, la pelota pesaba mil kilos (risas). Entre mis compañeros estaban “Tito” Bonelli y Raúl Bidegorry entre otros. Después a los 17 años pasé a la reserva, con jugadores que ya se estaban retirando, como “Perita Buet. Un domingo jugábamos contra Barrio Sud en cancha de ellos por el torneo Preparación (que se disputaba antes del Oficial), la primera de Sarmiento era dirigida por “Chito” Narváez. Estaban calentando antes de empezar el partido y yo me acomodé para mirarlo detrás de uno de los arcos, entonces vino un integrante del cuerpo técnico y me dijo que me llamaba “Chito”. Me acerqué y me preguntó si me animaba a jugar porque le faltaba gente. Yo le contesté que sí y luego un poco asustado le dije ¿en qué posición? De titular me respondió, como puntero derecho. Yo no entendía nada y me temblaban las piernas, iba a salir de movida por primera vez con grandes jugadores como los hermanos “Poro” y Daniel Arabí, “Caio” Esteybar, “Negro” Martínez, “Pirulo” Colonessi. La verdad no sé si jugué bien o mal, pero del susto que tenía corrí toda la tarde (risas). Ganamos 4 a 3 con gol de cabeza del “Pocho” Domínguez.
- ¿Dónde naciste y cómo arrancaste en el fútbol?
- Nací en Rosario del Tala, mi mamá era de Villaguay y papá de Tala. A los 5 años ya estaba viviendo en la esquina de San Martín y Frías (Villaguay) en la casa de mis abuelos. Cuando empecé a “vaguear”, iba a ver los partidos tanto a la cancha de ADEV (que me quedaba más cerca) como a la de Sarmiento. Y la elección del club fue más una cuestión de colores, porque no me gustaba el azul pero me atraía el rojo, entonces me fiché en Sarmiento. Mi papá (Juan María) ya había jugado en el “decano”. Empecé en 5° división, jugábamos los domingos a la mañana, en invierno con unas heladas bárbaras, la pelota pesaba mil kilos (risas). Entre mis compañeros estaban “Tito” Bonelli y Raúl Bidegorry entre otros. Después a los 17 años pasé a la reserva, con jugadores que ya se estaban retirando, como “Perita Buet. Un domingo jugábamos contra Barrio Sud en cancha de ellos por el torneo Preparación (que se disputaba antes del Oficial), la primera de Sarmiento era dirigida por “Chito” Narváez. Estaban calentando antes de empezar el partido y yo me acomodé para mirarlo detrás de uno de los arcos, entonces vino un integrante del cuerpo técnico y me dijo que me llamaba “Chito”. Me acerqué y me preguntó si me animaba a jugar porque le faltaba gente. Yo le contesté que sí y luego un poco asustado le dije ¿en qué posición? De titular me respondió, como puntero derecho. Yo no entendía nada y me temblaban las piernas, iba a salir de movida por primera vez con grandes jugadores como los hermanos “Poro” y Daniel Arabí, “Caio” Esteybar, “Negro” Martínez, “Pirulo” Colonessi. La verdad no sé si jugué bien o mal, pero del susto que tenía corrí toda la tarde (risas). Ganamos 4 a 3 con gol de cabeza del “Pocho” Domínguez.
- ¿Y cómo siguió la historia?
- A partir de ahí, para el próximo partido ya me citaron y continué jugando en la divisional superior. En el Oficial era suplente del profesor Juan Ángel Méndez y alternábamos, en el primer tiempo entraba Méndez y en el segundo me tocaba a mí y así fue durante el año inicial. En la temporada siguiente, el profesor (que también nos daba gimnasia) se empezó a alejar del fútbol y me dieron la titularidad. Pero en realidad a mí me gustaba más jugar de “número 8”, es decir arrancando desde más abajo, en una posición más comprometida con el juego, porque sentía que me “ahogaba” la raya, era como si la cancha se me terminaba. Después me empezaron a poner de “8”. Luego subió a primera Rodolfo “Roly” Mendoza (quien en ese momento jugaba de “11” por izquierda y también Sotelo, quien era puntero derecho. Daniel Arabí que era “5” pasó a jugar de “2” y me mandaron a mí como volante central. Jugué aproximadamente hasta los 25 años.
- ¿Después te fuiste a trabajar y a vivir en Buenos Aires?
- Sí, en el año 1981 ya estaba en Buenos Aires. Mi cuñado trabajaba en una empresa y necesitaba gente, entonces me fui pensando en regresar a Villaguay después de un tiempo pero no volví más, aunque durante estos últimos años me hice una casita para volverme cuando pueda. La edifiqué despacito, trabajando cada vez que viajaba para allá. Yo ya conocía Buenos Aires porque a los 16 años había venido a La Candela para hacer una prueba en Boca, con una carta recomendación que me había dado “Perita” Buet y firmada por el padre del “Candy” Palma, que era socio del club “xeneize”. Estuve alojado en la casa de unos amigos en Berazategui. Me fue bastante bien en la prueba y Ernesto Grillo, quien tenía a su cargo las divisiones inferiores de Boca me dijo: “Pibe, tenés que volver dentro de un mes”. Pero era otra época, para mí en aquel entonces Sarmiento era más que Boca. La simpatía hacia los equipos de Buenos Aires era distinta, ya que no había tanto contacto y masividad como ahora. Porque en realidad yo soy de San Lorenzo, pero para mí estaba primero Sarmiento. Fue más poderoso el sentimiento de pertenencia hacia mi club y mi pueblo que la ilusión de jugar allá. Hoy en día es distinto, porque un pibe que pinta para poder jugar afuera, si lo ve alguien ya lo lleva. La verdad, ni me acordé que a los 30 días tenía que volver, además fui sólo, no me acompañó nadie, en la actualidad es todo muy distinto. Es tal el grado de pertenencia que tengo con Sarmiento que viajé para estar en todas las Fiestas Aniversario. Son cenas en las cuales se viven momentos muy emotivos y donde nos reencontramos con los viejos amigos con quienes compartimos tantas cosas.
- ¿Cuáles eran los partidos que más te gustaban jugar?
- Sin ninguna duda que los clásicos Sarmiento vs. Barrio Sud. Eran muy lindos y se ponían pesados, porque iba mucha gente a la cancha. Yo siempre tuve excelente relación con los jugadores de Barrio pero una vez que entrábamos a la cancha no nos conocíamos (risas). No me gustaba que me carguen los lunes, por eso cuando perdíamos los domingos me ponía mal. Recuerdo la final de un torneo de verano que le ganamos a Barrio en cancha de Salud Pública, fue algo hermoso. Acá en Buenos Aires voy muy seguido a ver fútbol de AFA. Soy fana de San Lorenzo pero me gusta concurrir a todas las canchas para mirar cualquier partido, porque a mí primero me gusta el fútbol y después soy hincha. No soy como esos hinchas cerrados que miran y opinan sólo de su club, sino que me apasiona analizar el funcionamiento de todos los equipos.
- En ocasiones de tus viajes a Villaguay has jugado junto a los veteranos de Sarmiento.
- Sí, jugué un par de veces con ellos, no fueron muchas pero se sintió muy bien volverme a reencontrar con mis ex compañeros y tantos amigos del fútbol. Increíble la adrenalina que me recorría todo el cuerpo antes de entrar, era como si fuese a debutar en primera, una sensación muy rara. Sucede que las cosas que se viven en una cancha del fútbol amateur son inolvidables, en relación al fútbol profesional, esto dicho por jugadores que han llegado a vestir las camisetas de los clubes grandes. El hecho de que les paguen para jugar hace que se pierda la rivalidad que se genera en el fútbol amateur, por haber jugado en ese club toda la vida y defendido esa casaca sin recibir un peso. Puedo asegurar que en la época en la que yo jugué, tanto en Sarmiento como también de otros clubes de Villaguay hubo jugadores que podrían haberse desempeñado a nivel profesional en Buenos Aires sin ningún tipo de problema.
- ¿Quiénes fueron los mejores jugadores del fútbol villaguayense que viste en tu vida?
- “Caio” Esteybar siempre me gustó, fue un jugador distinto para nuestra época, el único problema era que hablaba mucho, le decíamos “diario mojado” porque no se le entendía nada (risas). Después el “Pulga” Bentos de Deportivo Villaguay, un fenómeno que podía jugar en varios puestos sin bajar el rendimiento. También “Pancho” García, mi hermano, un defensor de una categoría increíble, cuando éramos chicos lo quise llevar a Sarmiento y no lo pude lograr. “Pirulo” Colonessi, un gran arquero pero además un referente, un tipo que no se achicaba nunca y hacía agrandar a los compañeros dentro de la cancha. Daniel Arabí, un excelente volante, el “Negro” Rovetta, un delantero temible, son muchos para nombrarlos, demasiados.
- A partir de ahí, para el próximo partido ya me citaron y continué jugando en la divisional superior. En el Oficial era suplente del profesor Juan Ángel Méndez y alternábamos, en el primer tiempo entraba Méndez y en el segundo me tocaba a mí y así fue durante el año inicial. En la temporada siguiente, el profesor (que también nos daba gimnasia) se empezó a alejar del fútbol y me dieron la titularidad. Pero en realidad a mí me gustaba más jugar de “número 8”, es decir arrancando desde más abajo, en una posición más comprometida con el juego, porque sentía que me “ahogaba” la raya, era como si la cancha se me terminaba. Después me empezaron a poner de “8”. Luego subió a primera Rodolfo “Roly” Mendoza (quien en ese momento jugaba de “11” por izquierda y también Sotelo, quien era puntero derecho. Daniel Arabí que era “5” pasó a jugar de “2” y me mandaron a mí como volante central. Jugué aproximadamente hasta los 25 años.
- ¿Después te fuiste a trabajar y a vivir en Buenos Aires?
- Sí, en el año 1981 ya estaba en Buenos Aires. Mi cuñado trabajaba en una empresa y necesitaba gente, entonces me fui pensando en regresar a Villaguay después de un tiempo pero no volví más, aunque durante estos últimos años me hice una casita para volverme cuando pueda. La edifiqué despacito, trabajando cada vez que viajaba para allá. Yo ya conocía Buenos Aires porque a los 16 años había venido a La Candela para hacer una prueba en Boca, con una carta recomendación que me había dado “Perita” Buet y firmada por el padre del “Candy” Palma, que era socio del club “xeneize”. Estuve alojado en la casa de unos amigos en Berazategui. Me fue bastante bien en la prueba y Ernesto Grillo, quien tenía a su cargo las divisiones inferiores de Boca me dijo: “Pibe, tenés que volver dentro de un mes”. Pero era otra época, para mí en aquel entonces Sarmiento era más que Boca. La simpatía hacia los equipos de Buenos Aires era distinta, ya que no había tanto contacto y masividad como ahora. Porque en realidad yo soy de San Lorenzo, pero para mí estaba primero Sarmiento. Fue más poderoso el sentimiento de pertenencia hacia mi club y mi pueblo que la ilusión de jugar allá. Hoy en día es distinto, porque un pibe que pinta para poder jugar afuera, si lo ve alguien ya lo lleva. La verdad, ni me acordé que a los 30 días tenía que volver, además fui sólo, no me acompañó nadie, en la actualidad es todo muy distinto. Es tal el grado de pertenencia que tengo con Sarmiento que viajé para estar en todas las Fiestas Aniversario. Son cenas en las cuales se viven momentos muy emotivos y donde nos reencontramos con los viejos amigos con quienes compartimos tantas cosas.
- ¿Cuáles eran los partidos que más te gustaban jugar?
- Sin ninguna duda que los clásicos Sarmiento vs. Barrio Sud. Eran muy lindos y se ponían pesados, porque iba mucha gente a la cancha. Yo siempre tuve excelente relación con los jugadores de Barrio pero una vez que entrábamos a la cancha no nos conocíamos (risas). No me gustaba que me carguen los lunes, por eso cuando perdíamos los domingos me ponía mal. Recuerdo la final de un torneo de verano que le ganamos a Barrio en cancha de Salud Pública, fue algo hermoso. Acá en Buenos Aires voy muy seguido a ver fútbol de AFA. Soy fana de San Lorenzo pero me gusta concurrir a todas las canchas para mirar cualquier partido, porque a mí primero me gusta el fútbol y después soy hincha. No soy como esos hinchas cerrados que miran y opinan sólo de su club, sino que me apasiona analizar el funcionamiento de todos los equipos.
- En ocasiones de tus viajes a Villaguay has jugado junto a los veteranos de Sarmiento.
- Sí, jugué un par de veces con ellos, no fueron muchas pero se sintió muy bien volverme a reencontrar con mis ex compañeros y tantos amigos del fútbol. Increíble la adrenalina que me recorría todo el cuerpo antes de entrar, era como si fuese a debutar en primera, una sensación muy rara. Sucede que las cosas que se viven en una cancha del fútbol amateur son inolvidables, en relación al fútbol profesional, esto dicho por jugadores que han llegado a vestir las camisetas de los clubes grandes. El hecho de que les paguen para jugar hace que se pierda la rivalidad que se genera en el fútbol amateur, por haber jugado en ese club toda la vida y defendido esa casaca sin recibir un peso. Puedo asegurar que en la época en la que yo jugué, tanto en Sarmiento como también de otros clubes de Villaguay hubo jugadores que podrían haberse desempeñado a nivel profesional en Buenos Aires sin ningún tipo de problema.
- ¿Quiénes fueron los mejores jugadores del fútbol villaguayense que viste en tu vida?
- “Caio” Esteybar siempre me gustó, fue un jugador distinto para nuestra época, el único problema era que hablaba mucho, le decíamos “diario mojado” porque no se le entendía nada (risas). Después el “Pulga” Bentos de Deportivo Villaguay, un fenómeno que podía jugar en varios puestos sin bajar el rendimiento. También “Pancho” García, mi hermano, un defensor de una categoría increíble, cuando éramos chicos lo quise llevar a Sarmiento y no lo pude lograr. “Pirulo” Colonessi, un gran arquero pero además un referente, un tipo que no se achicaba nunca y hacía agrandar a los compañeros dentro de la cancha. Daniel Arabí, un excelente volante, el “Negro” Rovetta, un delantero temible, son muchos para nombrarlos, demasiados.