Con las restricciones lógicas y obligatorias debido a la pandemia de Covid 19, los chicos volvieron a practicar con mucho entusiasmo en módulos de 45 minutos y con sólo ocho jugadores por cada turno.
Con un exigente procedimiento de higiene de todos los elementos utilizados, además de la permanente sanitización del lugar físico entre cada módulo y respetando el distanciamiento social, los chicos de categorías formativas realizaron distintos trabajos de preparación física, movimientos de técnica individual con pelota y ejercicios de defensa.
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Además del especial significado de volver a pisar el parquet de una cancha de básquet para los jugadores, la apuesta se redobla en el caso de los entrenadores, cuyo principal desafío pasa porque deben duplicar sus esfuerzos para cubrir más turnos al dividir las prácticas con ocho protagonistas en cada una de ellas.

Es decir, lo que antes le enseñaban a 15 chicos juntos (o más) en una hora y media de entrenamiento, ahora deben hacerlo en 45 minutos y con menor cantidad de chicos, por esta razón deben permanecer una mayor cantidad de tiempo dentro del club.
A su vez, en lo referente al cuidado personal, cada jugador debe llevar en su mochila una botella de agua para hidratarse, ir cambiado con su ropa deportiva desde la casa, ponerse las zapatillas de básquet al momento de ingresar al club y sacárselas para retirarse.
En las entidades debe haber una persona que cumpla con la desinfección de los baños en forma permanente y cómo es lógico, el uso de vestuarios está vedado.
Los padres también tienen que cumplir su cuota de responsabilidad para buscar a los chicos en momento en que termine la práctica y no demorarse para evitar aglomeraciones adentro del club.
El primer y ansiado paso para el retorno de las prácticas del básquetbol es una realidad en nuestra ciudad, aunque cueste mucho imaginar un próximo retorno a la competencia.