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Luis Rodolfo Piccoli: "DECIDIMOS QUE LO MEJOR ERA VENIRNOS A VIVIR TRANQUILOS ACÁ, PORQUE EN BUENOS AIRES NO SE PODÍA MÁS"

 

Esta nota refleja la segunda parte de la entrevista con el destacado ex futbolista Luis Piccoli, quien se formó en Ferrocarril Oeste, se proyectó en la Selección Argentina Juvenil de la mano de Pachamé y Bilardo y disputó el Mundial en Escocia en 1989. Luego jugó varios años en Venezuela y cuando retornó a nuestro país recaló en los dos clubes más importantes de Mar del Plata (Alvarado y Aldosivi) para encarar el tramo final de su carrera en distintas entidades del ascenso.


- ¿Cómo siguió tu historia luego de las discusiones con Timoteo Griguol y la ida de Ferro?

- Cuando me peleé con Griguol fue a mitad de 1992, por lo cual el libro de pases estaba cerrado. Roberto Mariani, quien era ayudante de campo de Bilardo, trabajaba en Vélez Sarsfield y dijo que él me quería, que fuera a entrenar con ellos aunque no se pueda hacer el pase. Entonces arreglé con Vélez un contrato de palabra y empecé a practicar. Estuve entrenando tres meses y medio, terminó el campeonato y tuve la mala suerte de que llegó Carlos Bianchi para hacerse cargo del plantel. En el primer entrenamiento dijo que como no tenía contrato no me iba a tener en cuenta. Le pedí que me probara durante una semana o diez días pero no hubo caso, me dijo que ya estaba decidido, inclusive que iba a separar del plantel a varios jugadores más que ya tenían contrato del año anterior. Me fui muy desilusionado. Como soy de Ituzaingó y justo el equipo había ascendido al Nacional “B”, antes de quedar en la incertidumbre de no saber dónde seguir, arreglé con ellos y jugué toda la temporada. Hicimos un gran torneo y anduve muy bien, con el “Chulo” Rivoira como director técnico. Al año siguiente me llamaron de Deportivo Italiano, donde estuve todo el torneo.


- Luego vino la excelente experiencia de Mar del Plata.

- Sí, a mediados del 94, se reestructuró el Nacional “B” y les otorgaron plazas a varias provincias del interior, entonces me llamó Alvarado de Mar del Plata. Teníamos un muy buen equipo, estaban Marcelo Botana (ex Racing), Fabián García (San Lorenzo), Guillermo Duró (Almirante Brown), Pablo Gioffré (Deportivo Español). Fue mi mejor época porque siendo defensor llegué a concretar 13 goles en el campeonato, el 70 por ciento de cabeza. Y gracias a eso, el presidente de Aldosivi, el otro gran equipo de Mar del Plata, que iba a pelear por el ascenso al Nacional B, dijo que me quería llevar a su equipo. En ese momento, Alvarado nos debía un mes y medio de sueldo, entonces le dije que aguantara, que si la situación se agravaba me iba a ir con ellos. Pasaron dos meses más, hablé con los dirigentes de Alvarado, no me dieron una solución y me fui a Aldosivi. Lógicamente, existe una rivalidad tremenda entre ambos clubes y a los hinchas no les cayó nada bien que pase a la contra, por lo cual tuve que soportar varias circunstancias, como que me esperaran abajo del edificio donde vivía para pegarme (risas), fue terrible. Para colmo, jugué las dos finales por el ascenso con Aldosivi y les ganamos en ambos partidos a Alvarado (1-0 y 2-1). Hacían cola para insultarme y en tres idiomas (risas). La gente no entiende que uno trabaja de esto y no es hincha, porque cuando uno comienza a jugar profesionalmente cambia la manera de ver las cosas. Entonces ascendimos con Aldosivi y jugué dos temporadas el Nacional “B”, un torneo muy desgastante, ya que cada 15 días viajábamos al interior y los partidos como visitantes eran muy complicados en todo sentido.


- Llegó el momento de probar suerte en el exterior.

- Posteriormente surgió la posibilidad de Bolivia o Venezuela. Tomamos la decisión con mi familia y elegimos Venezuela. Al principio estuve un año en Nueva Cádiz, un equipo chico que recién había ascendido y después, el DT César Farías, pasó a Deportivo Táchira y me llevó con él. Táchira es el club más grande del país, fueron años fantásticos, en un lugar paradisíaco, en el Caribe. Futbolísticamente nos fue muy bien, teníamos un equipo muy competitivo con cinco argentinos. Salimos campeones, jugamos Copa Libertadores, donde nos enfrentamos a River y le sacamos un empate en el Monumental. Unos años después, ganó las elecciones Chávez y como Táchira era manejado por su contrincante político, se quedó sin reservas económicas y lamentablemente tuvo que desarmar el equipo.


- Estuviste de vuelta en nuestro país para encarar el tramo final de tu carrera.

- Nos volvimos para Argentina, tuve la mala suerte de que jugando con mis chicos se me cortó el tendón de Aquiles de la pierna derecha, me tuve que operar y estuve seis meses parado. Posteriormente arreglé de nuevo con Ituzaingó, donde hicimos una excelente campaña, perdiendo la final por el ascenso en los penales en cancha de San Miguel contra Deportivo Merlo. Anduve bien, pero yo sentía que no era el mismo porque con un tendón roto uno queda limitado. No tenía dolor pero te queda más corto el tendón por lo cual te produce una pequeña renguera. Quizás debido a eso, al año siguiente se me cortó el otro tendón (el del pie izquierdo). Tenía 30 años y ahí tomé la decisión de abandonar el fútbol definitivamente. Entonces empecé a trabajar en la fábrica de ropa de mi padre y a vivir tranquilo, tratando de disfrutar junto a mi familia. Comenzamos a viajar para conocer distintos lugares, porque el fútbol profesional es muy exigente y no te permite estar con la familia. Porque se entrena de martes a viernes, después ya quedás concentrado y se juega el domingo. El lunes es el único día que se comparte con la familia y luego arrancan de nuevo las prácticas. Además, generalmente los martes y jueves son doble turno. No se puede disfrutar de los hijos ni de la mujer, ni de un fin de semana, son cosas que la gran mayoría de la gente no sabe, porque cree que es todo lindo.


- ¿Cuál es el balance económico de tus casi 15 años como futbolista profesional?

- No considero que haya salido bien parado económicamente. Tengo todo lo que quiero pero no soy millonario ni me sobra el dinero. Sucede que la plata que se manejaba antes no es la misma que hoy en día. En la actualidad, a los jugadores les ingresa mucho dinero proveniente de las publicidades que en aquel entonces no existían. Pero uno no disfruta lo que le dejó económicamente sino todo lo que conoció, porque jugué prácticamente en el 90 por ciento de todas las canchas del país y viví momentos inolvidables. Además, gracias al fútbol conocí Ecuador, Brasil, Venezuela, Escocia, Holanda, Alemania, países que de otra manera no hubiera visitado nunca.


- ¿Y cómo llegaste a establecerte en Villa Domínguez?

- Por internet (risas). Tengo un matrimonio amigo en Líbaros y luego de venir a visitarlos un par de veces, nos surgió la idea de comprar una propiedad en un lugar tranquilo como éste. Entonces, un día por internet vi un terreno que se vendía en Domínguez (sin conocer la localidad), hablé con el dueño, me vine, lo miramos y me encantó. Lo compramos y por esas cosas del destino, al mes siguiente tuvimos dos hechos de inseguridad en Buenos Aires prácticamente seguidos. Entonces, junto a mi familia, decidimos que lo mejor era venirnos a vivir tranquilos acá, porque en Buenos Aires no se podía más. Nos vinimos con mis dos hijos y mi señora, pero tengo una hija mayor que se quiso quedar. Gracias a Dios nos adaptamos bien, ya llevamos cinco años y medio en Domínguez, me hice de varios amigos y por intermedio del fútbol (Veteranos y Superveteranos) conocí a mucha gente. Tanto Villa Domínguez como Villaguay son otro mundo, se puede llegar a cualquier hora, el hecho de saber que mis hijos se vayan y puedan volver caminando 6 o 7 cuadras de noche, en plena oscuridad y sabiendo que no les va a pasar nada, es impagable.

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