Seguinos en Facebook Seguinos en Instagram Seguinos en Threads Seguinos en TikTok Seguinos en Bluesky Escribinos por whatsapp Escribinos por Telegram

LA VENGANZA DE NATURA... Por Daniel de Michele


El Viejo siempre fue un médico medio raro…
 
Hacia más de 40 años que vivía en el pueblo, aunque ya no trabajaba más en el Hospital. Había asistido por lo menos a tres generaciones de gente del lugar. Era un tipo que si lo vieras por la calle jamás pensarías que era un doctor.



Seguro era admirador de Machado, de quien parecía haber tomado la idea del “torpe alineo indumentario”.

Andaba por el pueblo a pie, de alpargatas y siempre llevaba consigo pequeños perros, gatos, hurones, conejos o ratones enjaulados en cárceles de alambre yendo nadie sabia donde con una jaula en cada mano.

Esa tarde otra vez lo vieron portando dos bichos que nunca nadie había visto antes. Eran roedores sin duda por la forma que atacaban los barrotes de alambre.

Parecían comadrejas, solo que uno era completamente blanco y el otro completamente negro.

A diferencia de las comadrejas, su cuerpo parecía más largo y su pelo extremadamente delgado, profundamente blanco y negro de una suavidad adivinada antes de tocarlos.

Entonces la gente se quedó extasiada con los animalitos sedosos que el Viejo portaba y solo querían rozar la seda de su pelo a través de los barrotes.

La pandemia pasó por el pueblo como un ventarrón, levantando polvo y llevándose de la mano a 25 viejos al hospital. El vientazo volvió una semana después y salió de allí con una comitiva de 19 viejos a los que guió de la mano al camposanto. Entró con ellos y les ordenó que esperaran sentados bajo las pérgolas.

Entonces habló a los gritos con los operarios del lugar para cavar una fosa común. Los viejos de a uno fueron haciendo el mutis vital hasta que todos estuvieron en el suelo tirados al lado del pozo. Después el viento se fue por entre los arbustos hacia la calle y ya no lo vimos nunca más…

El Viejo hacia experimentos con los animales en su casa. Los límpidos métodos científicos formaban en su investigación una yunta de bueyes; llamó al menos fuerte “Intuición” y al más joven “Curiosidad”.

Tras meses de simple convivencia de los animales en la jaula comunitaria, ya sabia que muchos enfermaban y morían, con lo cual dedujo que probablemente el culpable era el virus causante de la epidemia que lo incluyó a él mismo entre los infectados. Dedujo que el virus pasó de sus perros a los hurones. Ya sabía solamente observando que el “astuto virus” salta de una especie a otra frente a sus ojos. Había visto enfermar y morir a perros, gatos, ratas y conejos. O sea, el virus no tenía preferencia alguna por una sola especie. Ni por la humana.

En las afueras del pueblo había un criadero de visones cuya piel se exportaba. En los inmensos galpones del criadero había decenas de miles de animales. El Viejo usó su intuición para pensar que si el virus fuera trasmitido a los visones, habría demasiados animales enfermos a los que se expondría a los trabajadores y vecinos de la ciudad. Eso sería potencialmente un riesgo enorme para el pueblo entero.

Compró un par de ejemplares en el criadero y al llegar a casa juntó los visones en la jaula común con los demás animales. Al día 6, los visones estaban adormilados y con fiebre. El blanco murió el día 9 de estadía y el negro el 11.

Demostró con un simple experimento que el virus salta de especie, contagia y mata a los animales. Después oyó en las noticias que miles de visones están muriendo en Holanda, Dinamarca, USA y los científicos dicen que las muertes muestran su susceptibilidad al virus. Solo le faltaba resolver el lio de proteger al pueblo de una 2da oleada de COVID-19 provocada por el criadero.

Entonces el cielo se cubrió de oscuros nubarrones rápidamente… El viejo elevó la mirada y pensó para sí: “Alguien nos esta facturando el extractivismo de siglos en perjuicio de la Naturaleza”.

Un trueno asintió con un chasquido ronco de que sonó a “Tal cual, amigo”.

La lluvia empezó a caer y el viejo, tambaleante corrió hacia el pueblo para hablar con el intendente.

La Secretaría le dijo que sin audiencia previa, eso no era posible...Súbitamente el Viejo entendió todo.

Sólo el lo entendió.

Los demás creyeron que llovería un poco y que habían muerto algunos bichos...


Daniel de Michele
eljibaro2002@gmail.com

Publicidad