Sofía Schell: “POR MUCHAS RAZONES, LA UAI URQUIZA VA A QUEDAR EN LA HISTORIA DEL FÚTBOL FEMENINO ARGENTINO”


Oriunda de Crespo, Sofía Schell (26 años) construyó toda su vida junto a la pasión por la pelota de fútbol. Comenzó jugando con varones en su ciudad natal para luego hacerlo en Paraná y Santa Fe, posteriormente integró la Selección Nacional y llegó a brillar en los torneos de AFA con la casaca de la UAI Urquiza junto a la “Tota” Mariana Gaitán, nuestra referente en el fútbol femenino. Actualmente Sofía y su ilusión viajaron a España, para jugar en un equipo de Córdoba, Andalucía. Diario EL PUEBLO la entrevistó de esta manera. 
 

- ¿A que se dedican tu mamá, tu papá y que significa estar jugando en el fútbol español?

- Mi mamá es ordenanza en una escuela de Crespo y mi papá es carpintero. Somos cinco hermanos (tres mujeres y dos varones). A pesar de que en mi casa a nadie le importó mucho el fútbol, a los 3 años yo ya sabía que iba a ser jugadora. Desde chiquita era muy consciente de lo que quería para mi vida. Mi papá me había hecho una sillita de madera, en la cual me sentaba delante del televisor y ahí miraba los partidos de la Europa Ligue, la Champions y el fútbol de AFA. A mis hermanos les tocó trabajar desde muy chiquitos, por eso no hicieron mucho deporte, solamente se juntaban para un fútbol 5 con amigos de vez en cuando. Por eso la pasión mía pareciera haber venido de otro planeta (risas), soy muy creyente y es como que Dios puso este propósito en mi vida. Y creo que Él me ayudó para que a pesar de las circunstancias difíciles que me tocó vivir, hoy pueda estar acá en España jugando. Siempre soñé con el momento que estoy viviendo. 


- ¿Cuáles fueron tus primeros pasos dentro del fútbol?

- Mis viejos querían que hiciera atletismo, pero yo me escapaba a las canchitas (risas). Al principio jugaba en los baldíos del barrio, obviamente que mis compañeros eran muchos más chicos que chicas. Luego un vecino me dijo que tenía que ir al Club Cultural. Tenía 5 años, me llevó mi mamá, quien estaba segura de que no me iban a dejar jugar, sólo me acompañó como para que me saque las ganas. Pero el entrenador me dijo que si me las aguantaba que entrara, entonces jugué descalza nomás porque había ido de chinelas. Sentí una felicidad increíble y mi mamá se quería morir (risas). Así arranqué en Cultural, donde viajamos muchísimo a distintos torneos porque éramos una muy buena categoría. Jugué ahí hasta los 14 años ya que después por reglamento no se pueden mezclar varones y mujeres. Unos meses antes habíamos ido a jugar contra Toritos de Chiclana en Paraná y ahí me vio Juan Comas, quien es entrenador de fútbol femenino, así que me sumé a ese plantel. Jugábamos los sábados y viajaba algunos días de la semana para entrenar. En los Juegos Evita Nacionales llegamos a la final, donde enfrentamos a Buenos Aires. Nos fue muy bien tanto en lo individual como en lo grupal y con 15 años me citaron a la Selección Argentina. Empecé a viajar a Buenos Aires, donde estuve un año y medio a full con el representativo nacional. Al principio estábamos alojadas en un hotel y entrenábamos en el predio de AFA en Ezeiza, un lugar soñado para cualquier futbolista, luego nos mudamos ahí. Inclusive viajamos a San Pablo (Brasil) para jugar el Sudamericano Femenino. Fue un momento muy difícil para mi familia que yo estuviera tan lejos. En lo deportivo y personal fue una experiencia fabulosa porque además de crecer en mi nivel, se me comenzaron a cumplir los sueños y a potenciar la ilusión. Creo que el hecho de haber entrenado y jugado con varones durante toda mi niñez me brindó un plus. Tengo mucho que agradecerle a mi viejo, porque desde que comencé con los varones en Cultural, siempre me siguió para todos lados, porque somos una familia humilde y él no faltaba a ningún partido, se iba en colectivo o a dedo, como fuera, pero estaba presente en la cancha.

- ¿Cómo siguió la historia luego de la Selección Argentina?

- Después, debido a un problema de salud tuve que volver a Entre Ríos. Lo superé y surgió una propuesta de Boca Juniors, pero yo necesitaba estudiar y el club no me podía dar eso así que continué en Paraná durante un tiempo. Después pasé a Douglas Haig (Pergamino), posteriormente fui a jugar la Liga Santafecina con el club Logia. Allí tuve muy buenos rendimientos y me llamaron de Unión de Santa Fe, donde jugué durante dos años. Luego me vio la UAI Urquiza, viajé para hacer una prueba en Buenos Aires y ahí estuve los 6 años anteriores a venirme a España.

- ¿En la UAI conociste un mundo distinto del fútbol femenino que sólo existe en Bs As?

- Sí, por supuesto, además de tener la posibilidad de vivir en un departamento (junto a Florencia Bonsegundo, Karen Vénica y Macarena Sánchez), disponía de un dinero por mes de parte del club y me enfocaba en jugar al fútbol sin preocupaciones. Era lo que siempre había soñado, me sentí muy feliz, en ese club éramos como una familia. Con UAI Urquiza gané 4 campeonatos, jamás pensé poder obtener ni siquiera un torneo de esos, teniendo como rivales a clubes poderosos desde lo económico como River, Boca o San Lorenzo, fue increíble. Además, disputamos cuatro Copas Libertadores Femeninas representando a La Argentina. Uno lo dice así y parece tan difícil de alcanzar, además lo imaginaba desde muy chica y lo pude conseguir, fue una locura y no me lo voy a olvidar nunca más. Algo muy importante de destacar es que el funcionamiento que teníamos con la UAI a través del trabajo de nuestro entrenador Germán Portanova es muy difícil de lograr. Prácticamente jugábamos de memoria y hasta nosotras mismas nos sorprendíamos. Nunca me sentí tan cómoda en un equipo. Teníamos un grupo impresionante y la prueba está en que veías a excelentes jugadoras como Mariana Larroquette, Belén Potassa o Florencia Bonsegundo tirándose al piso para recuperar la pelota por una compañera. Por muchas razones, ese equipo va a quedar en la historia del fútbol femenino argentino. Crecí en un montón de aspectos, pero después de jugar tantos años y de lograr cosas importantes en la UAI comencé a darme cuenta de que no había techo y entonces me propuse otras metas, como la de jugar en Europa.

- ¿Podrías tirar algunos conceptos de “Tota” Gaitán? nuestro orgullo dentro del fútbol.

- Mariana es una gran amiga, es increíble para mi vida como seguramente yo para la de ella (risas). La “Guri” es una verdadera guerrera del fútbol y de la vida, una gran mujer, es una persona maravillosa, transparente. Me río con ella todo el tiempo, hasta cuando se enoja, tiene un don de alegría y lo transmite a todos quienes compartimos cosas con ella. Como jugadora es excelente y muy pasional, siente un amor muy grande por la UAI. Ahora nos extrañamos muchísimo, en todos los años que estuvimos juntas fuimos muy compañeras.

- ¿De qué manera se dio tu llegada a España y cómo es la conformación del equipo?

- En años anteriores, ya había tenido propuestas para jugar afuera, pero no quería irme porque me sentía bien en el club, estaba conforme y creía que quizás me faltaba un poco más de maduración para intentar esa experiencia. Justo en plena pandemia (en Argentina no teníamos actividad) me llamó mi representante para contarme sobre la propuesta de venir a España, me gustó, la analicé, lo hablé con mi gente y elegí venir. Fue difícil tomar la decisión porque no quería irme de la UAI pero esto significa un crecimiento en mi carrera como futbolista. Hoy estoy feliz de estar acá, que es otro mundo, se vive de otra manera, con mucha tranquilidad. Córdoba es un lugar muy lindo, me encanta. Me llevo muy bien con todas mis compañeras, varias somos extranjeras (en el plantel tenemos jugadoras de Japón, Alemania, Francia y por supuesto de España).



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