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Walter Moreno y Pablo Rodríguez, los dos villaguayenses que se encuentran ahora en la Antártida. |
Walter Moreno es oriundo de Santiago del Estero pero vivió en nuestra ciudad durante casi dos décadas. Actualmente está junto otro villaguayense, Pablo Rodríguez, en una base militar conjunta en La Antártida Argentina. Esta es la segunda “invernada” de su carrera militar porque ya estuvo en 2014. EL PUEBLO lo entrevistó para conocer cómo se vive en el más lejano confín de nuestra patria, bien al sur del planeta, y a 3507 km de Villaguay
- ¿Desde cuándo estás en la Antártida, cómo es el camino para poder estar destinado allí y cuántas bases existen?
- La Antártida tiene 6 bases fijas durante el año y 7 denominadas primavera, que se abren durante la campaña del verano (diciembre, enero y febrero). En lo particular, hace casi un año que estoy acá, salimos el 30 de noviembre de 2019 de El Palomar y llegamos a la base Esperanza el 4 de diciembre. Esta es mi segunda “invernada” en lo que va de mi carrera militar, ya que la primera vez lo hice en Carlini (otra base anual). Para venir es un proceso de 2 años, porque primero se presenta la solicitud, después se entra en una preselección y luego, si somos elegidos vamos al comando conjunto antártico a realizar el curso pre antártico. Ahí nos enseñan cómo es la vida acá, la historia antártica y cuál es la misión que debemos cumplir porque estamos en apoyo logístico a la ciencia. Por el Tratado Antártico, acá funciona un laboratorio a cielo abierto donde una de las principales restricciones es por ejemplo que no se permiten armas de fuego. Hay un sector protegido especial para los pingüinos. En este momento están llegando alrededor de 300.000 con sus respectivas parejas. Están en este lugar durante todo el verano, tienen sus crías y después, en marzo, se van.
- ¿Cómo es un día tuyo allá?
- Yo soy telegrafista, trabajo en la parte de radio comunicaciones, internet y telefonía. Mi labor es que los equipos estén funcionando en condiciones óptimas, para poder realizar video conferencias, además para que los integrantes de la base puedan comunicarse con sus familias todos los días. Después está el grupo que maneja los grupos electrógenos, también la división de instalaciones, quienes se ocupan de la extracción del agua de una laguna congelada, luego se llenan los tanques y después se hace el abastecimiento de cada tanque en dependencias de la base. Una vez que se llenan todos los tanques se tienen que vaciar la totalidad de los caños para que no se congele. También tenemos un grupo que se encarga de la basura. Todos los desperdicios que se producen durante el año se repliegan. Separamos la basura en cuatro tachos individuales (alimentos, papel, latas y vidrios). Después eso se compacta y cuando vienen en enero a traernos la mercadería, lo enviamos al continente. Tengo de compañero a otro villaguayense: el Cabo Primero Pablo Rodríguez, del barrio San Ramón, que gue soldado voluntario en el Regimiento 1, luego decidió progresar en su carrera y concurrió a la Escuela Militar. Y tuvimos la suerte de encontrarnos acá, en una base antártica, lo cual significó una gran alegría. Yo nací en Santiago del Estero pero soy villaguayense por adopción, porque me encanta la ciudad.
- ¿Cómo es el funcionamiento de la base Esperanza?
- Esta base es muy particular porque hay familias con niños, acá tenemos la única escuela presencial del país que funcionó durante este año pese a la pandemia. Existe un alojamiento donde estamos los que vinimos solos y también hay 13 casas, donde viven 13 familias, con un total de 15 niños entre chicos y adolescentes (de entre 5 a 16 años). Se trabaja todos los días en conjunto. Estamos en un territorio donde es muy adverso el clima. Este año he experimentado andar con vientos huracanados (de ráfagas superiores a los 140 km/h) y nevadas muy fuertes. Debido al cambio climático, en febrero tuvimos la temperatura más alta registrada (18°) y también extremadamente bajas (33° bajo cero, con sensación térmica de - 55°). Son momentos en los cuales no hay que exponerse porque quema la piel. En el alojamiento compartimos todo. El último sábado de cada mes se festejan los cumpleaños con una cena grupal y los restantes sábados también cenamos juntos con un menú tradicional: pizzas. El desayuno es obligatorio y en los almuerzos se ingieren grandes cantidades de calorías (de 3.000 a 4.000) ya que el frío desgasta mucho. El hecho de estar tanto tiempo alejados de nuestra familia es difícil, a pesar de las comunicaciones que existen hoy en día, porque todos los días estamos en contacto a través de whatsapp, Facebook o algunas fotos que se suben, lo cual es un apoyo moral importante para cada uno.
- ¿De qué manera les llegan los alimentos e insumos?
- El mayor movimiento se registra en los meses de verano, cuando llegan los buques Almirante Irízar y Q5, con cargas desde Buenos Aires. De esta manera nos proveen de todo: carne, comida en general y combustible para todo el año. Anualmente gastamos 360.000 litros de combustible para los generadores y la calefacción de las casas, por lo tanto tenemos que cuidar su consumo. También en enero, cuando llegan los alimentos, se empieza a racionar para que alcance durante los 12 meses.
- ¿Cómo se manejan con el tema salud?
- En la sección sanidad tenemos un enfermero, un matrimonio de médicos (un doctor y una doctora) y un odontólogo.
- ¿Cómo ha sido el desarrollo de tu carrera militar?
- Ingresé a la Escuela Militar (que en aquel momento se llamaba General Lemos) en 1989. Arranqué como Cabo Primero en el 91, un año después hice un curso de perfeccionamiento en el Estado Mayor Conjunto y en el 93 me fui destinado a Villaguay, donde estuve radicado hasta el 2012. En 2010 me fui a Haití con el Regimiento de Caballería Tanques 1 “Cnel. Brandsen”. En el 2013 estuve en el Comando Conjunto Antártico a realizar el curso preantártico y en el 2014 “inverné” en la base Carlini. Al año siguiente me salió el destino al Comando de Brigada Blindada 2, de Paraná. En el 2018 mandé la nota para poder repetir campaña porque me gusta la actividad antártica y tuve la suerte de que me seleccionaran. Desde entonces estoy aquí “haciendo patria” como decimos nosotros. El 12 de noviembre estaríamos saliendo de la base, se va a hacer un relevo anticipado de emergencia (solamente suboficiales) por el tema de la pandemia, el año próximo no viene la familia. Quienes nos van a relevar este lunes ya entraron en la cuarentena previa al viaje y desde hace una semana les estaban realizando los análisis. Luego vienen a Río Gallegos que es la primera etapa y después de acuerdo a las “ventanas” climáticas (que son muy cambiantes) se analiza cuándo pueden venir a la Antártida. Una vez que esté en Buenos Aires, me realizarán todos los estudios de rigor exigidos y quizás para los últimos días de noviembre ya estaré en mi querida ciudad de Villaguay.
- En tu vida existe una particularidad y es la de tener un hermano futbolista famoso.
- Sí, allá muchos me conocen por ser el hermano del “Chango” Alfredo Moreno, un jugador profesional que vistió las camisetas de Boca Juniors y Racing Club, entre otros clubes, y luego realizó una destacada trayectoria en el fútbol mexicano. Además, mi hijo Ian fue jugador de básquet en el Club Parque durante toda su campaña de categorías formativas, logrando títulos y actuaciones excelentes tanto a nivel local como provincial y nacional. Ahora él estudia psicología y juega en Ciclista de Paraná. También trabajé durante varios años como dirigente de la subcomisión de básquet de Parque. Tengo un gran cariño por la institución, veo los enormes progresos en cuanto a infraestructura que está experimentando el club junto al presidente Jorge “Oso” Lazzari y me siento muy orgulloso de este crecimiento.