Los ingleses saben hacer su trabajo. Fueron dueños del 20% del mundo en su etapa imperial de más de tres siglos, lograron globalizar su idioma, parieron a Estados Unidos, cerraron filas entre Occidente y Oriente y devolvieron su última colonia hace poco (Hong Kong). El Imperio no está más pero su estructura quedó en pie y su sistema de las ciencias médicas funciona aceitadamente según sus normas.
La industria de la tecnología médica y la farmacopea son el motor y el timón del barco de la medicina.
Dos o tres revistas médicas norteamericanas e inglesas son los vigías de la nave que contiene todos los procedimientos y tratamientos médicos generados por el sistema. Este nivel de vigilancia y validación es útil además para manejar el negocio editorial de la literatura médica científica.
Si algún actor externo al sistema, desea imponer un procedimiento/medicamento nuevo, debe subirlo a bordo, someterlo a los vigías y acreditarlo. En Occidente, claro.
Si no logra superar esas pruebas es arrojado por la borda y tildado como de dudosa seguridad por los árbitros científicos. Caído al mar así rotulado por los vigías de Occidente, no lo comerían ni los tiburones.
Así funciona la cosa con los monopolios occidentales de la salud, la edición médica y la ciencia.
Los virólogos rusos son excelentes y publican en ruso para millones de lectores rusos. Sabin, era ruso (polaco en verdad, cuando Polonia formaba parte de la Unión). Su familia emigró a USA cuando era un adolescente y se graduó de médico en New York. Diseñó la vacuna para la polio disuelta en un terrón de azúcar; la Sabin oral, colaborando a erradicar la enfermedad del planeta.
El Instituto moscovita Gamaleya de Virología y Microbiología es una institución fundada en 1891 de prestigio internacional. Su último aporte en 2017, fue la vacuna contra el Ébola que controló la enfermedad. La medicina rusa tiene su propio sistema de validación y también lo tienen Japón y China.
Con dignidad científica y política no siempre están dispuestos a ser evaluados por Occidente pues hay una disputa política centenaria alimentada por la historia que bien conocemos.
Todos han comprendido que el idioma de la ciencia es el inglés, pero aun persiste cierto orgullo nacionalista en los políticos de Oriente por sostener la comunicación en su idioma natal. Un buen ejemplo de este lado del mundo es Francia, defendiendo su idioma a ultranza. Por aquí, cuando la guerra de Malvinas, fuimos instados a no consumir música en inglés. Escuchar a los Beatles era traición a la patria.
Un debate similar se ha trasladado a la enseñanza de idiomas. Ha sido cuestionada la inclusión del inglés en los planes de estudios de diversos niveles educativos.
(Levanten la mano los padres que no envían a estudiar inglés a sus hijos en estos tiempos).
Compréndase que el problema no es la ciencia ni los científicos. Es la política y los políticos de aquí y de allá.
Nuestra prensa juega el partido desde el banco de los suplentes.
Lo que se ha oído y leído en estos días es -con leves variantes- que The Lancet aprobó la vacuna rusa.
Esta afirmación ingenua condensa el pensamiento de la gente y la prensa. La verdad es que un equipo de investigación del Instituto Gamaleya diseñó y probó la vacuna y lo comunica en The Lancet, el vigía de la ciencia occidental. Pero la revista no aprueba una vacuna, la revista es un instrumento del sistema que solo opina sobre ella. Lo que The Lancet hizo y es lo habitual; publicar el estudio ruso de Denis Logunov y colegas del Gamaleya, previamente criticado por su ausencia.
Todas las revistas médicas, acostumbran que un experto comente en la Sección Editorial el estudio más importante de cada edición. Eso ocurrió en The Lancet del 2 de Febrero 2021.
El editorialista comenta los hallazgos del trabajo de Logunov y colaboradores, repitiendo las cifras de eficiencia de los autores. Claro que no es poco en Occidente una editorial favorable en The Lancet escrita en inglés (británico). La Sputnik pasó por el aro indicado, comenzó a existir en Occidente. Ya no es un impostor.
Hemos visto también a científicos chinos, publicar abundante información sobre su vacuna en inglés.
Moraleja: ¿Quiere Ud. vender su vacuna a millones de personas en países de occidente?
No hay problema, pero debe cumplir las normas y métodos: estudios doble ciego en revistas médicas de alto impacto de este lado del mundo. No se puede obviar al vigía de Occidente así nomás…
-Ah, ¿Ud. es ruso? Haga la fila y llene el formulario solicitando a la reina un espacio en The Lancet.
-Y que sea en inglés, cualquier duda consulte con los chinos…
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Daniel de Michele
eljibaro2002@gmail.com