Alguien equivocadamente nos dijo: "cuando lleguen al zaguán marrón, crucen de vereda, porque si sale la vieja los va a encerrar”. Con ese parlamento nos cuidábamos, muy bien de enfrentar el citado zaguán marrón. Pero nada hay más convocante que la prohibición, y nada nos impedía husmear desde la vereda de enfrente.
Así supimos que la “vieja” era una señora vestida de negro hasta los tobillos, de rodete cano, y muy movediza. Con este conocimiento nos animamos a más. Un día la vimos detrás de un macetero, arreglando un helecho. Otro día estaba colgando una cortina de crochet en la puerta cancel.
Creo que este conocimiento nos hizo acercarnos al zaguán marrón con más confianza. Una tarde nos animamos a espiar para adentro, la señora ni bien nos vio nos invitó a pasar y dijo: “pasen, estamos enseñando catecismo a estos niños. Hoy nos toca El Ángel que nos acompañará toda la vida". (Foto: Archivo, ilustrativa).
Así supimos que la “vieja” era una señora vestida de negro hasta los tobillos, de rodete cano, y muy movediza. Con este conocimiento nos animamos a más. Un día la vimos detrás de un macetero, arreglando un helecho. Otro día estaba colgando una cortina de crochet en la puerta cancel.
Creo que este conocimiento nos hizo acercarnos al zaguán marrón con más confianza. Una tarde nos animamos a espiar para adentro, la señora ni bien nos vio nos invitó a pasar y dijo: “pasen, estamos enseñando catecismo a estos niños. Hoy nos toca El Ángel que nos acompañará toda la vida". (Foto: Archivo, ilustrativa).