Aclaro esto porque cuando la maestra llegaba al aula con los rollos de láminas que debíamos describir, según la estación que se avecinaba, un cierto dolor de estómago me arruinaba la jornada.
La lámina de la primavera era multicolor llena de personajes y detalles que ayudaban al escritor pero la del otoño, creo que no la olvidaré nunca.
Hoy la recuerdo y me hace feliz el recordarla. Predominaba el color marrón, de las hojas en el piso, el tronco de los árboles y el saco del placero, que barría y barría, contra el viento del otoño.
El léxico escaso y la amplitud de miras hacían lo siguiente. Así las cosas, en cinco renglones terminaba mi composición. Como la señorita era muy exigente, algo debía inventar. Tuve la feliz idea de inventar que el placero era mi tío, quien me contaba las características del otoño en la plaza.
Para mi mala suerte, perece que la composición salió tan bien, que la maestra llamó a mi casa acusándome que había copiado del niño de al lado, ya que este era el mejor alumno.
Cada vez que se acerca el otoño, pienso en mi tío, el placero. (Foto ilustrativa).
La lámina de la primavera era multicolor llena de personajes y detalles que ayudaban al escritor pero la del otoño, creo que no la olvidaré nunca.
Hoy la recuerdo y me hace feliz el recordarla. Predominaba el color marrón, de las hojas en el piso, el tronco de los árboles y el saco del placero, que barría y barría, contra el viento del otoño.
El léxico escaso y la amplitud de miras hacían lo siguiente. Así las cosas, en cinco renglones terminaba mi composición. Como la señorita era muy exigente, algo debía inventar. Tuve la feliz idea de inventar que el placero era mi tío, quien me contaba las características del otoño en la plaza.
Para mi mala suerte, perece que la composición salió tan bien, que la maestra llamó a mi casa acusándome que había copiado del niño de al lado, ya que este era el mejor alumno.
Cada vez que se acerca el otoño, pienso en mi tío, el placero. (Foto ilustrativa).
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