- ¿Cómo nace su interés por ser mozo?
- Porque siempre me gustó y por la necesidad económica que teníamos en ese momento. Yo vengo de una familia numerosa de 13 hermanos. Mi primera changuita la hice cuando tenía 6 años, a una vecina que pidió permiso a mi mamá para que yo le fuera a buscar el diario. De ahí en más no paré, siempre buscaba cosas para hacer, desde lavar los pisos en los talleres mecánicos hasta trabajar de cadete. A los 18 comencé con el oficio, sobre todo por las noches y durante los fines de semana. Trabajé con los servicios de catering más conocidos de la ciudad, desde Rubio, Trabichet y Alzamendi. También en el Club Social y restaurantes como en Pamela y el Hotel Torino.
- En los servicios de catering no sólo es atender a las personas, hay toda una logística previa, ¿cómo lo vivía usted?
- Siempre tomé el trabajo de mozo con muchísima responsabilidad. Cuando comencé yo era el más chico y a pesar de eso, en todos los servicios se me asignaba la tarea de supervisar todo, seguramente porque me veían comprometido con las tareas. Por ejemplo, cuando teníamos que atender remates en Lucas Nortes, yo tenía que hacerme cargo del manejo de la camioneta o el auto en el que se trasladaba no solo los mozos sino además toda la vajilla, las mesas y otras cosas del servicio. Cada evento requería de un tiempo previo de preparación. Si era un cumpleaños o un casamiento, nos citaban por la mañana a eso de las 9, dejábamos todo listo, las mesas, las sillas, la vajilla y al mediodía nos íbamos a descansar y volvíamos tipo 19 y ahí le pegábamos de corrido hasta 8 o 9 de la mañana del otro día.- Además de mozo, ¿se dedicó a algo más?
- Sí, fui cartero en Correo Argentino y en otra empresa privada. Hubo un tiempo que trabajaba de lunes a lunes. De cartero lo hacía de lunes a viernes, y de mozo a veces la maratón arrancaba los viernes a la noche, continuaba los sábados y hasta inclusive los domingos. Fueron años duros económicamente hablando entonces yo no desperdiciaba ninguna oportunidad. Lo bueno del trabajo de mozo es que obtenés la plata en el momento. Y es por eso que, en el año 2001, decidí dejar el trabajo de cartero y dedicarme de lleno al oficio.- Para el común de las personas, los fines de semana es motivo de reunión familiar, para usted y por más de 50 años fue sinónimo de trabajo. ¿Cómo lo vivió su familia, porque imagino que en más de un acontecimiento habrá estado ausente?
- Si bien yo era consciente de lo mucho que me perdía, no significaba sacrificio porque sabía que, gracias a ese trabajo, podía sobrellevar mi hogar. En cambio, a mi mujer y mis hijos sí les pesaba. Recuerdo que me tocó trabajar un 31 de diciembre, y ellos se apenaban de que no iba a estar para brindar a la medianoche. Yo los consolaba diciéndoles que no importaba, que al otro día iba a estar para ya recibir el año nuevo. Si bien les afectaba mi ausencia, siempre entendieron que ese era el trabajo que me tocó y que gracias a eso, ellos pudieron tener ciertas cosas. Muchas veces esperaban expectantes mi llegada porque sabían que algo siempre les traía, helados, dulces o lo que fuera. Siempre estaban contentos esperándome. Eran muy agradecidos en ese sentido y para mí no había mejor recibimiento.- De acuerdo a su experiencia, ¿qué aptitudes debe tener un mozo para desempeñarse correctamente?
- Ser respetuoso creo que es la principal cualidad que debe tener una persona para un buen desempeño. También mucha discreción, jamás meterse en una conversación salvo que alguna persona lo requiera. Y por supuesto estar impecable en su vestimenta, la higiene y la seguridad es imprescindible. Ser amable, cortés, estar atento. Yo por ejemplo ya sabía cuándo en una mesa estaba faltando hielo porque empezaba a escuchar el ruido de la pinza en la hielera. Entonces, no esperaba a que me llamen, sino que iba de inmediato. Estas son las vivencias que siempre transmití a mis alumnos. Pero, sobre todo, concientizarlos de que este es un trabajo como muchos otros, sólo que mientras algunos festejan, otros trabajan.- ¿Cuándo decidió retirarse?
- Me retiré hace 3 años. Pero mucho antes ya estaba en mis planes dejar. La llegada de mis nietos cambió mis prioridades. Tener que irme los sábados y perderme acontecimientos empezó a pesarme. Pero además el cansancio físico también comenzó a sentirse, sobre todo en las piernas. Son muchas horas que uno permanece parado, supervisando y viendo que todo funcione bien. Al principio había nervios, pero con el paso del tiempo ya te vas acostumbrando y uno lo empieza a disfrutar. Es un trabajo que te da la posibilidad de conocer a mucha gente. Ha habido casos de mozos que han conseguidos otros trabajos por recomendación de invitados en algún evento. Personas que se han sentido bien atendidas y que de alguna manera devuelven esa atención. En mi caso particular, he sido muy afortunado de conocer a tanta gente y muy buena que ha sido muy generosa. Creo que algo bueno hice.- Con su señora prácticamente han crecido juntos...
- Hoy un adolescente a los 18 ni piensa en matrimonio, pero porque las prioridades cambiaron. Yo a esa edad ya tenía mucha experiencia laboral, veía la vida desde otro lugar. Mi señora ha sido y es un pilar fundamental en nuestra familia. Es prácticamente la que crió y educó a los chicos, mientras yo salía a trabajar. Es la que siempre se ocupó por inculcarles la responsabilidad por el estudio y vaya si lo logró que los tres mayores tienen sus trabajos. Lautaro es jugador de fútbol profesional, pero antes de serlo se recibió de profesor de Educación Física, y las dos menores aún están estudiando. Entonces, hoy te diría que disfruto la vida desde otro lado. Salimos por la tarde con mi señora a andar en bici, colaboro con las tareas de la casa, hago mandados a mis hijos, pero lo que más me gusta hacer es poder ejercer en plenitud mi rol de abuelo. Eso no tiene precio y no lo cambio por nada.__________________
Anécdotas que valen la pena recordar
Carlitos tiene 64 años. A los 18 años se casó con Mirtha, ella tenía 16. Son papás de Blasi, Fernán, Aldana, Lautaro, Aldana, Valencia y Zoe.Del 2006 al 2019 tuvo a su cargo la formación de personas para el oficio de mozo en el Centro Comunitario 24 de Villaguay que funciona en Isabel La Católica e Irigoyen. “Además de dictar clases ahí, salíamos a los barrios, porque había muchos chicos que no podían asistir. Recuerdo un evento, organizado por una escuela. Me pidieron que preparara un número de mozos para que atendieran el evento. Llevé a chicos del barrio Brasil, todos preparados con sus respectivas indumentarias. Empezaron a servir y casi al finalizar la jornada los llamé y les dije: '¿Saben ustedes a quiénes atendieron hoy?'. Ninguno supo responderme. Y les dije: 'Ese hombre que está ahí sentado es el gobernador de la provincia, Jorge Busti'. Se quedaron helados y no lo podían creer y entraron en una especie de pánico. Hasta que, en un momento, fue el mismo gobernador quien se acercó para saludarlos, estuvieron charlando y luego los felicitó por la atención recibida y los instó a seguir perfeccionándose. Estoy seguro que esos chicos no se olvidaron jamás esa grata experiencia”, relató orgulloso Carlitos Robles.