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Por Susana Ceballos (Infobae)
Fueron demasiadas batallas para el hombre que las peleó todas. Jorge Cacho Fontana murió en a los 90 años, según le confirmaron a Teleshow desde su entorno. El locutor, uno de los referentes ineludibles de la radio y televisión en el país, había tenido unos cuantos percances de salud en el último tiempo, como una neumonía, debido a las secuelas que le había dejado el coronavirus. Y partió dos días después de la madre de sus hijas: Liliana Caldini.
La noticia sobre su partida impactó fuerte en el público, que recordó a un hombre clave de los medios de comunicación que marcó la vida de varias generaciones. Si se le pide a un millón de argentinos, mayores de cuarenta años, que cierren sus ojos y escuchen un “con seguridad”, dirán sin que nadie se los diga: es la voz de Cacho Fontana. Y por eso, su despedida duele.
Una vida plena
Un niño juega a ser locutor en una humilde y digna casa del barrio porteño de Barracas. El cepillo de pie es un micrófono, está en la radio y lo escuchan miles de oyentes. Su madre levanta la mirada de la máquina de coser y sonríe. Su hijo habla poco pero se transforma cuando se sueña locutor. El pequeño se llama Norberto Palese y aunque su madre no lo sabe y el ñiño tampoco, el destino cumpliría sus sueños: será Cacho Fontana, el hombre que cambió el estilo de locución en la Argentina.
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Los padres de Cacho Fontana fueron dos humildes trabajadores. El padre tenía un puesto de capataz en un galpón del Ferrocarril Belgrano, la madre realizaba tareas de costura. La economía familiar no permitía grandes placeres por eso el momento de alegría era escuchar a Luis Sandrini cada noche en la radio. Muchos años después, con la fama y el éxito económico, Cacho les regalaría a sus padres un maravilloso departamento en la avenida Libertador. En la inauguración habría un invitado de lujo: Luis Sandrini.
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Los padres de Cacho Fontana fueron dos humildes trabajadores. El padre tenía un puesto de capataz en un galpón del Ferrocarril Belgrano, la madre realizaba tareas de costura. La economía familiar no permitía grandes placeres por eso el momento de alegría era escuchar a Luis Sandrini cada noche en la radio. Muchos años después, con la fama y el éxito económico, Cacho les regalaría a sus padres un maravilloso departamento en la avenida Libertador. En la inauguración habría un invitado de lujo: Luis Sandrini.
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Siguieron las presentaciones de orquesta y animar las noches en el cabaret Chantecler. Era menor de edad pero debía no parecerlo. “ Me tuve que dejar los bigotes para estar en el cabaret. Me hacía un poco mayor. Usé un tiempo el bigote y después nunca más, pero lo recuerdo como si fuese hoy”. Con apenas 15 años le llegó la propuesta de debutar como locutor comercial en Radio del Pueblo. Luego una prueba como locutor le permitió entrar a Radio El Mundo pero en el equipo suplente. En 1952 le tocó el servicio militar, a la mañana era conscripto en el cuartel, a la tarde locutor en la radio y a la noche, animador en el Chantecler.
En 1955 deja el equipo de suplentes y pasó a planta estable El Mundo. Le propusieron conducir el horario de 10 a 11, algo marginal ya que los programas estrellas eran por la noche. Aceptó pero pidió la responsabilidad artística y comercial del espacio. Contrario a todo lo que se escuchaba hasta el momento, él propuso un programa que incluía mucha información, música, actualidad, entrevistas y hasta horóscopo. Abel Santa Cruz, Miguel Coronatto Paz, Carlos Arturo Orfeo, Hugo Moser y Alberto Migré, aceptaron colaborar como guionistas fascinados con ese proyecto único que rompía los cánones de la época. Así nació el mítico Fontana Show que duraría 16 temporadas.
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Su profesionalismo, la confiabilidad y su voz inconfundible hicieron que las marcas más importantes de la época su disputaran su trabajo como locutor para sus publicidades. Así Cacho Fontana le puso la voz a Odol (contratado por el padre de Susana Giménez), Terrabussi, Piccardo, Peñaflor, Pirelli, Grafa, Tres Plumas, Yelmo y La Serenísima. Eslogans como “Digale sí” (Terrabusi), “Y péguele fuerte (YPF), “Con seguridad” (Odol) serán relacionados para siempre con su inconfundible estilo.
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En 1977, Canal 13 le propuso hacer un programa de 23 a 1. Fue el comienzo de Video Show. Nuevamente a cargo de la producción en su equipo contaba con Magdalena Ruiz Guiñazú, Carlos Burone, Pepe Peña, Enrique Llamas de Madariaga y Liliana López Foresi. Pionero no solo en la forma de decir, también fue precursor en la forma de mostrar. Importó una cámara que grababa sonido e imagen en simultáneo y produjo la primera comunicación en vivo con todo el país. El 17 de agosto de 1978 en homenaje a San Martín, la audiencia vio y escuchó en directo a Julio Lagos en Ushuaia y Magdalena Ruiz Guiñazú en las Cataratas del Iguazú; además de Antonio Carrizo al pie del monumento al General San Martín en Lima, capital del Perú. El rating estalló.
En 1982 el país se embarcaba en una guerra loca por una causa justa. Fontana junto con Pinky encabezó el 8 de mayo un programa de 24 horas para recaudar fondos para los pibes que peleaban en Malvinas. “Hundieron el Belgrano y quería recaudar fondos para nuestros héroes. Fui a buscar a Pinky. Estaba en cama, enferma, se levantó y fue. El programa fue una muestra de la capacidad de dar del argentino, me apena si no salió como debía”.
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A comienzos de la década del 90, Cacho Fontana entró en el infierno. Una no muy conocida modelo y secretaria televisiva de Gerardo Sofovich , Marcela Tiraboschi lo denunció por incitación a la droga y la violencia. Comenzó un largo y tortuoso paso por Tribunales que duró cuatro años, finalmente fue sobreseído. El cuerpo pasó facturas: sufrió una hemiplejia. “Yo sé quiénes lo hicieron, sé cuánta plata hubo, puedo decir de todo para defenderme, pero no es el asunto. El tema es que estoy con el honor limpio. Dos personas del medio que no me querían me armaron una cama, di broncas…” afirmó dos décadas después y agregó “Esto vino después de Las 24 horas por Malvinas, desde ahí no me llamaron más, el medio me pagó con silencio… Estuve cinco años guardado, sin salir de mi casa, por la vergüenza que sentí por el hecho del que se me acusaba. Yo creo que a la Tiraboschi me la plantaron por salvar un hijo. Este mensaje se lo estoy mandado al que sabe que yo sé”. Una vez alguien le preguntó si le había pegado a Tiraboshi. “No acostumbro a hacer esas cosas con las mujeres. Hago otro tipo de estupideces, como enamorarme, por ejemplo”, respondió.
Entre sus grandes amores está Dora Palma, la única mujer con la que se casó. Luego apareció Beba Bidart, el Gorrión de Buenos Aires, con la que convivió 12 años. Ese amor quedó dinamitado cuando apareció Liliana Caldini, una belleza descomunal que impactaba bailando en una publicidad de cigarrillos. El romance trajo escándalo. Cacho no dudó en dejar a Beba Bidart que era doce años mayor que él, por esa chica veinte años menor.
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Los seguidores le dieron la espalda, las empresas que lo contrataban lo abandonaron. El hombre que había llegado a la cima de todo se encontró sobreviviendo gracias a los trabajos esporádicos que le brindaban amigos de fierro como Tito Lectoure, Julio Márbiz y alguno más. El afecto de sus hijas Estela (de su unión con Dora) y las gemelas que tuvo con Caldini, Antonella y Ludmila le ponían luz a tiempos oscuros.
En 1999 el hombre que ganó 14 Martín Fierro recibió el premio a la Trayectoria. El salón que rebosaba de gritos y charlas hizo silencio cuando Cacho Fontana acompañado por sus hijas, se partió de emoción “Tuve un quiebre de la persona que lesionó al profesional, pero ante ustedes me comprometo para transformar esta trayectoria en futuro” dijo o más bien juró. Un abrazo enorme e invisible con forma de aplauso lo envolvió.
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Amigos, compañeros de trabajo y compinches en una entrevista en Infobae el periodista se animó a preguntarle si entre ellos hubo romance. “No importa si hubo. Lo que yo le digo a usted es más importante: yo siempre estuve loco por ella. Si llegué o no llegué es una anécdota, es lo de menos”, contestó un auténtico Fontana.
Cacho Fontana se despidió. Su mejor legado lo expresó, Antonella su hija “De papá aprendí la dignidad, el esfuerzo, el caerte y levantarte, la humildad, un poco de todo. Tenés que estar arriba como estuvo él, haber bajado o tenido momentos buenos o malos, y siempre estar con la frente en alto, sabiendo si te equivocaste o no te equivocaste, sin transar”.
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