El Gaucho Rivero y los criollos que izaron la enseña nacional en Malvinas


Por: Gustavo Surt- Locutor de Radio Chajarí


“De la mañana a la noche, de la noche a la mañana, en grandes olas azules y encajes de espumas blancas, te va llegando el saludo permanente de la Patria. Ay, hermanita perdida; hermanita: vuelve a casa”. (Atahualpa Yupanqui).
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Aquellos versos que escribiera hace tantos años Atahualpa Yupanqui, a los que bautizara “La hermanita perdida”, siguen teniendo una vigencia que no quisiéramos tenga. Una larga historia de injusticias, guerra y muerte enluta al país cada día, no sólo el 2 de abril. Desde chico se nos enseñó que “las Malvinas son argentinas”, pero el imperio inglés se niega a aceptarlo.
Cuando hablamos de Malvinas, tendríamos que comenzar mencionando al “Gaucho” Rivero. Más aún, como entrerrianos. Llama la atención que lo hecho por este personaje y un puñado de patriotas no se enseñe en las escuelas, o al menos no se lo explique con la misma dedicación que se enseñan otras cosas.

Antonio “El Gaucho” Rivero nació en Concepción del Uruguay, en 1808. Algunos investigadores afirman que fue el 27 de noviembre de ese año. Era un peón de campo. En 1827 acompañó a Luis Vernet a las Malvinas para trabajar en la empresa del mismo Vernet. Tenía 20 años. El profesor Guido Marengo cita lo expuesto por Martiniano Leguizamón Pondal, quien afirmara que Rivero hizo el viaje porque era perseguido ya que apoyó las fuerzas del coronel Dorrego.
Las condiciones de vida y de trabajo eran pésimas. Cobraban en vales, la temperatura no ayudaba...

En tanto, el 3 de enero de 1833 los ingleses ocuparon por la fuerza las islas. El administrador del archipiélago fue el irlandés William Dickson.
De los 14 gauchos y aborígenes acriollados que todavía vivían en las islas, un grupo de ocho de ellos se sublevó el 26 de agosto de 1833. Su líder era Rivero. Lo acompañaban otros dos gauchos: Juan Brasido, y José María Luna; más cinco charrúas: Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y Pascual Latorre. Con armas más que elementales, decidieron actuar por sorpresa. Lo hicieron e izaron la Bandera Argentina durante varios días.
Por supuesto que uno de los motivos de la decisión de Rivero y los suyos fue, sin duda, la explotación a la que estaban sometidos. Esto indica que la lucha nació como reivindicación social, lo que significa que estaba impregnada de patriotismo.

Los ingleses no se permitirían perder las islas y las retomaron, pero varios usurpadores fueron muertos: William Dickson, Mathew Brisbane, Antonio Wagner, Ventura Pasos, Juan Simón. Todos, incluido Vernet, habían hecho “buenas migas” con los ingleses ya antes del 3 de enero de 1833. Toma entonces otro vuelo la decisión de Rivero y sus gauchos.
El gaucho entrerriano y sus hombres respetaron a la población y le dieron seguridad y la posibilidad de seguir trabajando y haciendo su vida. Tomaron especial recaudo con tres mujeres y dos niños que habitaban en el lugar.

El 7 de enero de 1834 desembarcaron los tripulantes de embarcaciones inglesas, lo que obligó a Rivero y su gente a replegarse. Resistieron dentro de las islas todo lo que pudieron, pero carecían de elementos para prolongar en el tiempo esa resistencia.
Cohan, reverendo protestante, relató que en una oportunidad Rivero se presentó para cobrar el valor de cuatro animales que habían sido comercializados. El entrerriano y los suyos estaban armados, pero tras recibir el pago saludaron de manera educada y se fueron. Esto es importante porque tira por la borda la versión que indica que Rivero era poco menos que un criminal.
Rivero resistió hasta los primero días de marzo del 34. La guerra gaucha no pudo continuar. El Gaucho Rivero, que decidió preservar la vida de los suyos, fue engrillado y con sus valientes fueron enviados a Gran Bretaña. Por situaciones diplomáticas y políticas no fueron condenados y enviados a Montevideo en 1835.
Se dice que el Gaucho Rivero murió en el combate de la Vuelta de Obligado, lo que no puede ser comprobado de manera fehaciente.
Lo que sí se sabe y nadie duda es que este gaucho entrerriano, acompañado por otros en los que la sangre aborigen estaba presente, izaron la Bandera Nacional en Malvinas y, con nada, enfrentaron a los ingleses.

Ni Rivero ni sus compañeros sabían leer ni escribir, pero tenían bien en claro algo: la lucha por sus derechos y el amor a la Patria.

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“Malvinas, tierra cautiva de un rubio tiempo pirata. Patagonia te suspira, toda la Pampa te llama. Seguirán las mil banderas del mar, azules y blancas, pero, queremos ver una sobre tus piedras clavada, para llenarte de criollos, para curtirte la cara hasta que logres el gesto tradicional de la Patria. Ay, hermanita perdida; hermanita: vuelve a casa”. (Atahualpa Yupanqui).

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