LA ENDÉMICA CORRUPCIÓN. Por Ciudadanía en Movimiento



La corrupción es el uso indebido que hacen, en su propio beneficio, los funcionarios a quienes, de acuerdo a su cargo o autoridad, se les ha otorgado poder. Generalmente la vinculamos a las altas esferas del poder político, económico o social; pero la corrupción no solo se produce a gran escala, sino que también se da a pequeña escala.

La pequeña escala de la corrupción o de la supervivencia, como la llama la organización Transparencia Internacional, es la que practican funcionarios públicos pésimamente remunerados o empleados del sector privado; esta corrupción es el reflejo de una más dañina a niveles superiores, que la sostiene.

Tráfico de influencias, soborno, nepotismo, fraude, extorsión, malversación de fondos, uso inapropiado de la información sobre personas o bienes, son acciones claras de corrupción. Todos los ciudadanos sabemos quiénes son los que ejercitan esas acciones, pero no podemos denunciarlos porque no tenemos pruebas, por la falta de transparencia de los gobiernos e instituciones, que impide el acceso a la información que es un derecho constitucional.

La corrupción a pequeña escala trabaja para la corrupción a gran escala que a su vez trabaja incesantemente para no “ser descubierta”. Lo cierto es que los corruptos ganan siempre y la que pierde es la ciudadanía.

Esta espantosa realidad de nuestro país ha dejado al descubierto la desaparición de Loan.

Lo que la ciudadanía podría hacer por Loan es jugarse por combatir la corrupción a pequeña escala, rechazar favores de funcionarios de baja escala, plantarse frente a los corruptos rechazando sus dádivas, dejar de aplaudir a los funcionarios que “hacen algo” cuando en realidad cobran por ese trabajo, reclamar permanentemente por los derechos y sobre todo estudiar la Constitución Nacional para defenderla.

La corrupción, sumada a la pobreza, la falta de educación y recursos adecuados para poder “pensar la realidad”, someten a la ciudadanía a niveles impensados de obediencia. Sino cómo se explica que a treinta y seis días no se sepa lo que ha ocurrido con Loan.

Tendríamos que pensar cuánto de esa realidad correntina existe en nuestra propia realidad.

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