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EL DESVELO POR LA AUSENCIA DEL BÁSQUET Y EL CLAMOR POR SU VUELTA SE VIVE A PLENO EN “EL PRÓXIMO PARTIDO”


Dentro del contexto de esta pandemia por coronavirus que azota al planeta, lógicamente que la suspensión de todas las actividades deportivas tanto profesionales como amateurs, debido a la acertada decisión (junto al aislamiento social obligatorio), por parte de las autoridades gubernamentales para no favorecer el contagio de esta enfermedad, ha provocado una inmensa tristeza entre quienes transitan su vida al compás de los espectáculos deportivos. Hoy en esta página vamos a reflejar el sentimiento de una parte de esos fanáticos, aquellos a los cuales los seduce de manera particular los botes de la bendita pelota anaranjada sobre el parquet y el sonido inconfundible del balón ingresando en la red, a través de un excelente texto que escribió el joven periodista de Gualeguaychú Martín Rebagliatti. 

“Tincho” tiene sólo 23 años, es egresado 2019 en DeporTea y estudia Comunicación Social en la UBA. Desde 2014 forma parte del equipo de transmisiones de básquet, primero en Radio Máxima y en la actualidad en Radio Cero. A continuación, reproducimos la emotiva prosa que se titula “El próximo Partido”.


“… El Bértora continúa siendo una fortaleza… la pelota se duerme en las manos de Forastieri… se termina el partido, va a ganar Central…”

Escucho la voz de Daniel (Serorena) mientras sigo edificando una bandeja de Wall que anota dos puntos más para Neptunia. No quiero salir de ahí, me rehúso. Me acomodo los auriculares y espero a que termine la publicidad, no escucho bien pero entre los gritos de la hinchada siento a lo lejos la voz de Rodolfo (Eichorn) que nos cuenta que Racing se trajo un triunfo de visitante.

Una noche espectacular, el básquet de Gualeguaychú lo hizo de nuevo. Imagino el después del partido. Las charlas más lindas, las que jugamos a ser técnicos y futurólogos proyectando el encuentro siguiente. Pero de repente suena la bocina, miro el tablero y mientras distingo que el partido aún no termina, me doy cuenta que algo anda mal porque la mesa de control desaparece y ese mismo sonido se transforma en el despertador de mi celular.



La noche se hizo día de un segundo a otro. Las realidades que veíamos tan simples se transformaron en una ficción absoluta. Nada es cierto y en un sinfín de preguntas que me hago todo se vuelve más opaco. Me cuesta entenderlo, todo iba tan bien pero hubo algo que se nos apareció a todos y nos dio un cachetazo en el momento menos pensado.

La vida transcurre a dos mil por hora. Corremos en una pista extraordinaria que nos atrapa en una rutina de la cual todos creemos tener en claro los hechos. Jugamos a eso: vivir el presente y planificar el futuro. Y dentro de ese futuro se ubican los partidos de básquet. ¡Ah sí, porque el básquet no se toca! Corremos las peñas, reuniones familiares, etc. Todo puede esperar pero el calendario se ajusta.

De un momento a otro, ese mismo calendario se hizo tan amplio y el tiempo se volvió tan irreal que ni sabemos en qué día vivimos. Las agujas del reloj siguen corriendo pero nuestro alrededor se detuvo por completo. Nadie tiene claro nada. Los organizadores del mundo se debaten cómo arreglar este problema para que lo que creíamos normal vuelva a serlo. Nadie tiene las respuestas y la incertidumbre se transformó en un compañero fiel a quien le cebamos mates solitarios e interminables.



Nos vestimos. Pensamos. Idealizamos. Nos sentamos frente a una pantalla para hablar con nuestros seres queridos. Intentamos construirnos en el presente buscando salvar las rutinas del pasado pero nada es igual, nada se asemeja. El tiempo se tomó licencia y nos damos cuenta que sólo queremos lo simple, lo que teníamos antes. Trabajar ya no parecería tan tedioso, ir a la facultad no tan aburrido, hacer las compras en el supermercado resulta un buen plan. Y juntarse con nuestros seres queridos… uff, eso sí que no tiene precio. En mi caso y en el de muchos, el básquet tiene un lugar asegurado en esta lista y soñamos con poder volver a disfrutar del deporte que nos apasiona.

Asisto al partido y veo nuevamente a los jugadores entrando en calor para volcar todo lo que trabajaron durante la semana. A los entrenadores esperando que sus equipos hagan bien las tareas. A la gente llegando a la cancha, cansada, después de haber salido de trabajar pero con un entusiasmo tremendo por ver a su equipo. A los árbitros preparándose para el arranque del encuentro.

De repente, desde la mesa de control hacen sonar una bocina y tengo la intuición de que la escena se repite. Algo anda mal pero esta vez pospongo la alarma. Me acomodo los auriculares, tomo el micrófono y en mi mente se empieza a jugar el partido, el que todos queremos que vuelva. 

Martín Rebagliatti

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