EN PRIMERA PERSONA. Por Emilia Noguera

...y de buenas a primeras la vida cambió y hasta parecía que todo se nubló... o algo así.


Soy María Emilia Noguera: nací y crecí en Villaguay pero hace 12 años que vivo Buenos Aires. Actualmente trabajo en una clinica privada como nutricionista. 

En estos tiempos difíciles de coronavirus que amenazan día a día nuestra salud y la salud de aquellos seres queridos vivimos en una atmósfera incierta y angustiante. En lo que a mí respecta, no puedo ausentarme a trabajar y si bien uno intenta mantener las rutinas, los hábitos cambiaron; esos hábitos que te permitían compartir mates con tus compañeros de trabajo, charlas relajadas y sin medir distancias.

El ambiente laboral cambió, las caras de preocupación se hicieron presentes y una sensación de angustia e incertidumbre nos invadió.

Ahora al iniciar mi trabajo debo llevar conmigo un barbijo y la mente entrenada para tomar todos los recaudos necesarios para evitar posibles contagios (uso de alcohol en gel, distancia con las enfermeras y los mismos pacientes). Recorro los pasillos vacíos y se siente un aire de desolación donde invade el silencio. Ya no hay la misma cantidad de personal deambulando, hay menos acompañantes en los pasillos... y la mayoría con media cara expuesta.

A aquellos pacientes aislados por sospechas de haber contraído la enfermedad se los llama por teléfono para conocer su estado general, sus hábitos alimentarios, sus gustos.

En cuanto a la terapia intensiva nos encontramos indagando nuevos estudios relacionados con Covid-19 y soportes nutricionales en pacientes críticos, para que comencemos a intervenir llegado el momento.

Una vez culminada la labor debo volver, tomando todos los recaudos aprendidos en poco tiempo y evitar que ingrese ese temible monstruo a casa.

Es el momento de volver al hogar y llevar un poco de alegría a quienes allí nos esperan ansiosos porque llevan más de un mes encerrados sin salir a la calle.

Tenemos esperanzas de que en algún momento esto va a pasar... tenemos fe que cuando todo esto acabe veremos las sonrisas en quienes queremos y que los abrazos volverán.

Cuídense y así nos cuidamos entre todos.

Un gran y afectuoso saludo a mi querido Villaguay.


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