EL PREMIO. Por Manuel Langsam


Este otoño, que debía haber sido, como siempre, la estación más linda del año, nos encuentra, por una circunstancia muy especial, en la estación más atípica que nos ha tocado vivir.

Los días se suceden con una rutina exasperante y tediosa pero, como es lógico, entendemos que es la manera más aceptable y la que corresponde.

Al no poder salir, salvo alguna necesidad imperiosa, es buen momento para ordenar y repasar cosas de la casa que hace tiempo no se veían.

Asi sucedió que me puse a ordenar y revisar carpetas de archivos y hete aquí que me encontré con una agradable sorpresa. Apareció un certificado, o diploma, que es el primer comprobante que tengo por un premio debido a un escrito.

Ubiquémonos en el tiempo y el lugar: década del 50, ciudad de Concordia. Estaba cursando mi secundario en la Escuela de Comercio de esa ciudad.

Un día nos llevan a todos los alumnos a visitar los grandes salones de la Sociedad Rural en donde se estaba llevando a cabo la Segunda Exposición de la Industria y el Comercio del Nordeste. Nos recalcaron que observáramos con atención el stand del Ferrocarril Nacional General Urquiza, ya que se llevaría a cabo un concurso escrito con una descripción de lo que habíamos visto y una opinión sobre los Ferrocarriles Argentinos que, dicho sea de paso, hacía poco tiempo habían sido nacionalizados y pasados de los capitales ingleses a propiedad del Estado Nacional.

Con la indiferencia propia de la edad, nos dedicamos a corretear por los pasillos y aprovechar las horas libres de clases, que a observar los stands.

Al día siguiente, cuando entró la profesora de literatura, nos dijo que debíamos hacer una composición con el tema del stand del ferrocarril, ya que el Ministerio de Transportes de la Nación y la Gerencia del Ferrocarril Urquiza habían organizado un concurso con el tema, con importantes premios y que la participación era obligatoria. Entraban los cuatro colegios que en ese momento había en Concordia: el Comercial, el Nacional, el Normal y el Industrial. En total, unos 800 alumnos.

La mecánica del concurso sería que, entre todos los escritos presentados, se elegirían diez a los que se otorgaría un “Premio al Mérito” y, finalmente, de esos diez saldrían los dos mejores que serían acreedores a un viaje por diez días, con todos los gastos pagos, a un campamento estudiantil a llevarse a cabo en las próximas vacaciones al Lago Mascardi (Parque Nacional Nahuel Huapi).

Terminados los 45 minutos de la clase, la profesora se llevó los trabajos para hacer la primera selección y algunas correcciones. Luego se los pasó al jurado que en un mes daría el resultado definitivo.

Cuando se cumplió ese período de tiempo, llegó el momento de conocerse el resultado del concurso.

Para el acto se citó a los colegios al moderno edificio del cine Odeón, llegó un representante del Ministerio de Transportes de la Nación y uno en representación de la Unión Ferroviaria, el poderoso gremio de los ferroviarios, se adornó el escenario con grandes fotos de las autoridades nacionales, provinciales y locales, música, banderas, escudos y discursos, muchos discursos para resaltar las bondades del gobierno y destacar sus logros. Finalmente y ante gran expectativa se dieron a conocer los nombres de los autores de las diez composiciones seleccionadas y de donde surgirían los dos acreedores al premio del viaje al campamento del lago.

Y, para agradable sorpresa, yo estaba en esa lista de diez. Nos hicieron subir al escenario, nos felicitaron e hicieron entrega de un certificado de “Premio al Mérito” (certificado que aún conservo) y dos libros: Don Segundo Sombra y La Razón de mi Vida.

Hubo un breve intermedio con música, discursos y aplausos para finalmente, con nosotros alineados y nerviosos en el escenario se daría a conocer el nombre de los dos ganadores.

Silencio y expectativa:

…Y los ganadores soooooon. Y dieron el nombre de un alumno del Colegio Nacional y…¡el mío! Imagínense mi alegría. Viajar y conocer el sur en una época en que, aparte de Concordia por razones de estudio, al único lugar que había hecho algunos viajes era de Domínguez a Villaguay…

Ya finalizado el acto nos pidieron la dirección y nos dieron una lista con las cosas que, aparte de las personales, debíamos llevar en un bolso: ropa deportiva, zapatillas, elementos de higiene, etc… y que, más adelante se pondrían en contacto con nosotros.

Pasaron las vacaciones a la espera de la llamada para el viaje, pasó el siguiente año lectivo, terminé el secundario. Hice mi carrera universitaria, me recibí, trabajé 49 años en mi profesión. Me jubilé, y nunca tuve noticias del viaje al Lago Mascardi.

Ahora yo pregunto a mis lectores, quiero saber su opinión: ¿debo seguir esperando? ¿O ya puedo sacar las cosas del bolso, porque el viaje no se va a hacer? ¿Qué les parece?...



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