
Simón Lapalma y su nieto Agustín (Fotos: José Luis Raota).
Simón Lapalma es, tal vez, el último relojero en actividad de Villaguay, y quien ha mantenido en funcionamiento el reloj de la municipalidad durante los últimos 36 años. La historia de cómo su hambre de conocimiento lo llevó a desenvolverse en este oficio. Un trabajo surgido del cariño a los relojes más que de la necesidad.
- ¿Dónde aprendió el oficio? ¿Cómo fueron sus inicios?
- Yo empecé a acercarme a los talleres de relojería locales cuando era joven porque me daba mucha intriga el funcionamiento del reloj. No trabajaba, sino que iba y hacía preguntas porque quería descubrir sus secretos, qué era lo que los movía. Sin embargo nadie me explicaba la teoría, sólo la práctica. Me mostraban un reloj desarmado y me indicaban, esta pieza va en esta parte y demás. Pero no había un por qué y ese era el conocimiento que yo buscaba. Entonces escribí a Buenos Aires, donde había dos escuelas de Enseñanza de Relojería. De allí me enviaron folletos explicativos, no obstante me sugirieron que fuera estudiante presencial de una de ellas para poder completar mi formación. De esa manera, en 1958, decidí trasladarme a Capital Federal para aprender en la Escuela Suiza de Relojería. Durante la mañana impartían clases teóricas, matemática y geometría y por la tarde se enseñaba práctica con los relojes. Cuando volví a Villaguay empecé a trabajar con los hermanos Klein, grandes relojeros locales, que me dieron la experiencia para poder en el año 1960 abrir mi propio taller. Fue en calle Colón, al lado de lo que actualmente es la farmacia La Botica, y en ese lugar estuve 50 años.
- ¿Qué tipo de relojes arreglaba?
- Al principio fueron relojes manuales a cuerda, pero luego evolucionaron los modelos, aparecieron los automáticos, llamados relojes a pulso. Posteriormente surgieron otros más complejos y con mayor cantidad de piezas. Había que estudiarlos mucho, pero mi curiosidad me llevaba a desarmarlos y aprender la forma en que funcionaban y cómo arreglarlos.
- ¿Dónde consigue repuestos para reparar los relojes antiguos?
- Esos repuestos no se consiguen, yo los fabrico. Como me da mucha pena cuando no se puede salvar un reloj, hago todo lo que esté a mi mano para repararlo. Aunque tenga que fabricar las piezas rotas.
- ¿Qué tipo de mantenimiento requiere el reloj de la municipalidad?
- Ahora no requiere tanto mantenimiento porque cuenta con ventanales que evitan que se llene de humedad y que se metan palomas. Yo fui el que hizo instalar los ventanales. El cuidado actual es simplemente lubricar los engranajes y darle cuerda. Ese trabajo se realiza todos los lunes, miércoles y viernes. La cuerda del reloj dura seis días.
- ¿Cuáles son las diferencias más notables entre los relojes actuales y los de antes?
- Las técnicas avanzadas que se usan para su fabricación y funcionamiento. Ahora se ha descartado casi en su totalidad la venta de relojes automáticos por su alto costo. El mantenimiento también se vuelve costoso. Los actuales son de menor calidad porque se compran para usarlos hasta que se rompen y luego se reemplazan en vez de hacerlos arreglar. Ahora sólo requieren cambiarles las pilas y nada más.
- Siendo uno de los últimos relojeros de la ciudad, ¿está preparando algún discípulo que continúe con su labor cuando se retire totalmente de la actividad?

- ¿Qué tipo de relojes arreglaba?
- Al principio fueron relojes manuales a cuerda, pero luego evolucionaron los modelos, aparecieron los automáticos, llamados relojes a pulso. Posteriormente surgieron otros más complejos y con mayor cantidad de piezas. Había que estudiarlos mucho, pero mi curiosidad me llevaba a desarmarlos y aprender la forma en que funcionaban y cómo arreglarlos.

- ¿Dónde consigue repuestos para reparar los relojes antiguos?
- Esos repuestos no se consiguen, yo los fabrico. Como me da mucha pena cuando no se puede salvar un reloj, hago todo lo que esté a mi mano para repararlo. Aunque tenga que fabricar las piezas rotas.

- ¿Qué tipo de mantenimiento requiere el reloj de la municipalidad?
- Ahora no requiere tanto mantenimiento porque cuenta con ventanales que evitan que se llene de humedad y que se metan palomas. Yo fui el que hizo instalar los ventanales. El cuidado actual es simplemente lubricar los engranajes y darle cuerda. Ese trabajo se realiza todos los lunes, miércoles y viernes. La cuerda del reloj dura seis días.

- ¿Cuáles son las diferencias más notables entre los relojes actuales y los de antes?
- Las técnicas avanzadas que se usan para su fabricación y funcionamiento. Ahora se ha descartado casi en su totalidad la venta de relojes automáticos por su alto costo. El mantenimiento también se vuelve costoso. Los actuales son de menor calidad porque se compran para usarlos hasta que se rompen y luego se reemplazan en vez de hacerlos arreglar. Ahora sólo requieren cambiarles las pilas y nada más.

- Siendo uno de los últimos relojeros de la ciudad, ¿está preparando algún discípulo que continúe con su labor cuando se retire totalmente de la actividad?
- La verdad es que no, porque no hay nadie que quiera aprender. Solamente estoy preparando a mi nieto Agustín Lapalma para que se encargue del reloj municipal. En una ocasión estaba conversando con Miguel Ángel Federik en las escalinatas del concejo deliberante y se acercó a nosotros a Claudia Monjo. Luego de hacer las presentaciones, Federik le comentó cuál era mi labor a lo cual la intendenta le respondió “el día que Lapalma se vaya, el reloj va a dejar de funcionar”. Pero yo le respondí que no se preocupara porque ya le estaba enseñando sobre su funcionamiento a mi nieto para que pueda encargarse y que yo le pagaba por su servicio. No obstante a los pocos días Claudia me convocó y decidió emplearlo a mi nieto, quien se ocupa durante la cuarentena de los relojes tarjeteros municipales y del reloj de la torre.
Una historia de 116 años
Los habitantes de Villaguay conocen el reloj emplazado en el palacio municipal, y saben su servicio y utilidad. Pero seguramente la mayoría ignora su historia.
Cuentan los historiadores locales que no pocos sacrificios costó la compra de este antiguo aparato. Su costo fue de $1.500 y se recaudó (casi en su totalidad) con el producto del juego de lotería por cartones que se realizaba en los mismos salones municipales.
Su instalación se produjo bajo la presidencia municipal de José B. Lacroze y comenzó a funcionar el 15 de febrero de 1904 a las 10 cuando, con un natural revuelo, sus campanas sonaron por primera vez ante los habitantes de una comunidad todavía pequeña.
Desde el primer momento y por 62 años consecutivos, el reloj municipal fue cuidado y atendido por José María Danini.
Los especialistas que lo armaron residían en Santa Fe y más de una vez vinieron a Villaguay a realizar ajustes y mantenimiento.