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Foto: José Luis Raota |
- ¿Cómo se inició en la actividad?
- Desde que era chico, siempre me interesó la mecánica. Cuando terminé la escuela, entré a trabajar en la empresa IKA (donde actualmente está situado el supermercado Piamontesa), donde fui empleado y aprendí el oficio. Trabajé allí hasta que se fundió. Luego pasé a trabajar a Fiat, donde hoy se encuentra la estación de servicio Axion. Pero cuando esa empresa sufrió el mismo destino que IKA, me independicé. Alquilé mucho tiempo en diferentes galpones hasta que, con ayuda de mi padre, pude comprar este taller.
- ¿Ha habido muchos cambios en su oficio?
- Al principio realizaba todo tipo de trabajos de mecánica general, sin embargo, poco a poco me fui especializando. Hoy en día nos volcamos a los trabajos de frenos y tren delantero del automóvil. El rubro en sí ha variado mucho por los avances tecnológicos. Si comparamos, arreglar un auto no es lo mismo en la actualidad que hace treinta o cuarenta años. En estos tiempos la complejidad de los automóviles es tal que se necesita más que aflojar o ajustar una tuerca, y eso hace que el trabajo se simplifique en algunos casos y se complique en otros.
- ¿Hay alguna parte que le desagrade de su trabajo?
- Lo que no me gusta es hacer un tren delantero, porque se trata de un trabajo engorroso y rústico. Por supuesto que es una labor que realizo de todos modos, porque hay que hacerlo. Lo que más me gusta y me gustó toda la vida fue armar motores. Incluso me dediqué a los motores de competición durante muchos años, tanto cuando yo corría como cuando participaba en la preparación del auto en que competía mi hijo.
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Foto: José Luis Raota. |
- ¿Hay mucha la competencia en su rubro?
- En este momento no tengo competencia porque somos los únicos que nos dedicamos a esta parte específica de la mecánica. El otro taller es el de mi hijo Agustín, pero no lo considero una competencia. Además en el rubro mecánico general siempre hubo relación de compañerismo con los colegas, como el simple hecho de prestar una herramienta que otro no posea. Todos compartimos los saberes porque el conocimiento es para transmitirlo. No sirve de nada ser egoísta cuando el dueño de un taller viene con dudas sobre algo que uno sabe cómo resolver. Por otra parte, yo siempre conté con la ayuda de los demás cuando tuve que golpear una puerta y pedír asistencia.
- ¿Tuvo la posibilidad de formar otros mecánicos más jóvenes?
- En la mecánica siempre es necesario contar con un ayudante. Gracias a Dios, tuve varios muchachos que me ayudaron, a los que fui formando y que poco a poco se fueron independizando y abriendo sus propios talleres. Uno de ellos fue mi propio hijo Carlos, que hoy tiene un taller mucho más grande que el mío. Siento mucho orgullo de que sea así.
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Foto: José Luis Raota. |
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- ¿Quién va a ser el encargado de continuar con el taller cuando decida retirarse?
- El único que siguió mis pasos fue mi hijo Agustín, pero como ya tiene su propio local, no va a venirse a éste, así que tengo pensado cerrarlo. Porque dejar un taller dirigido por otra persona es una responsabilidad muy grande. Al no poder estar encima todo el tiempo del negocio, prefiero cerrarlo definitivamente. De todos modos falta para que llegue el momento.
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Foto: José Luis Raota. |
- Competición y mecánica amalgamadas en una pasión
Ramón “Fito” Ferreyra, además fue corredor de la Fórmula Entrerriana en la década del ´70. Su amor por los motores lo llevó a pertenecer al equipo de mecánicos de Carlos “Cacho” Mantegazza, en la llamada “Peña 27”. Este grupo patrocinaba al auto N°27 y recibió ese nombre en conmemoración a la inauguración de la radio LT27 “La voz del Montiel”.
Cuando Mantegazza decidió retirarse de la competición se le dio la posibilidad a “Fito” de probar sus habilidades. Sal haber sido buenos los resultados, se volcó de lleno al automovilismo. Allí combinaba los conocimientos de su oficio para preparar en su propio taller el auto en el que corría. Esto requería que él y su equipo trabajaran hasta altas horas de la noche. En aquellos tiempos, el armado de un auto de competición se realizaba en forma íntegra, desde el chasis al motor, ya que no existía un mercado que proveyera las piezas.
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Foto: José Luis Raota |
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Las carreras completadas por Ferreyra superaron las cien, corriéndose alrededor de 16 carreras anuales. La acumulación de trofeos con los que cuenta respalda su larga trayectoria.
Todo el trajín fue acompañado por la presencia de su hijo, quien creció entre ruedas y motores para seguir los pasos de su padre, tomando la antorcha cuando “Fito” decidió retirarse. Agustín fue corredor de la Fórmula Entrerriana hasta el año 2019.