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Mario Benicio Ferreyra: "TUVIMOS QUE SALIR A LABURAR DESDE CHIQUITOS. SIEMPRE FUIMOS RESPONSABLES PORQUE MI VIEJA NOS ENSEÑÓ ESO"

En esta página, a modo de homenaje para el 95 aniversario de EL PUEBLO, se refleja la historia de Mario Benicio Ferreyra, quien a sus 8 años fue inmortalizado por el genial Pedro Luis Raota en una foto emblemática y muy cara a los sentimientos en la historia de esta publicación casi centenaria.
 
El pequeño Mario era lustrabotas, todos los días recorría las calles de Villaguay en busca de calzado para lustrar. El reconocido fotógrafo lo eligió para ese retrato tan particular que luego se transformó en el logo de este diario.


- ¿Cómo es la historia de esta foto tan famosa?

- Hace alrededor de cinco años, mi hermano me dijo que había visto esa foto en una red social y que estaba en el diario EL PUEBLO. Entonces vine a mi casa, busqué la foto que Raota me había regalado a mí y me acerqué hasta el diario para corroborar si era cierto. Sentí una gran emoción al observarla en tamaño tan grande y realmente me sorprendí porque dije: “Es increíble hasta donde llegó esta foto”. En aquella época, Raota estaba en Buenos Aires y siempre que venía a Villaguay nos buscaba a mí y a otros chicos para sacarnos fotos. Éramos tres, yo y dos amigos míos que se llamaban “Gringo” y “Mucha” Suárez (su madre era Rosa Espíndola). Nosotros éramos lustrabotas y recorríamos todo el centro, la plaza 25 de Mayo y varios lugares donde la gente iba a comer y a tomar como por ejemplo los bares Mickey, El Supremo, Mandinga y la Terminal. También iba al hotel La Sort, donde Ramoncito Carulla me daba permiso para llevar los bolsos y las valijas de los viajantes que se hospedaban allí.

- ¿Cómo se conformaba tu familia? ¿Cuántos años trabajaste como lustrabotas?

- Nosotros éramos siete hermanos, nacimos en Lucas Norte y luego, cuando mis padres se separaron, nos vinimos a Villaguay junto a mi mamá. Yo lo volví a ver a mi padre recién cuando tenía 15 años. Entonces había que salir a trabajar desde chiquitos para ayudar a nuestra madre, quien también laburaba pero no le alcanzaba para cubrir los gastos de la familia. Vivíamos al lado de un almacén que se llamaba Monteverde, en la Villa Rosquín, muy cerca de la Capilla San José. Un día se “nos prendió la lamparita” junto a mis amigos y se nos ocurrió empezar a lustrar zapatos. Trabajé como lustrabotas aproximadamente durante ocho años y arranqué cuando tenía siete. Un señor amigo me hizo un cajón lustrador con la madera de un cajón de manzanas. Y un tiempo después, el padre del recordado “Pekas” Vuoto me regaló un hermoso cajón de lustrar, hecho de madera y chapa, que tenía la publicidad de la famosa pomada Cobra, aunque yo trabajaba con pomadas de marca Washington. Con mis amigos, los hermanos Suárez, no andábamos juntos sino que nos repartíamos los distintos lugares de la ciudad para buscar clientes y después, al finalizar la jornada, nos encontrábamos en la plaza 25 de Mayo, donde comíamos pizza. En esos tiempos, los lustrabotas más famosos de la ciudad eran “Caserito”, el “Turco” Llanán y el viejito González que estaba en calle Simón Bolívar. También los domingos íbamos a jugar a la plaza, donde se juntaba un montón de pibes. Recuerdo que jugábamos a “los presos” en la rotonda. Nuestros mejores compañeros eran “Gaby” Bayeto y los hermanos Luis y Ceferino Uriona. Siempre digo que mi escuela fue la calle y aprendí mucho, aunque ya teníamos una buena educación de nuestra casa, sabíamos lo que era bueno y lo malo.

Mario Benicio Ferreyra, el canillita del logo de EL PUEBLO. (Foto: José Luis Raota)
- ¿Qué edad tenías cuando Pedro Luis Raota te sacó esa foto?

- No recuerdo bien la edad, pero calculo que debo haber tenido ocho o nueve años. Raota nos encontraba en la calle y nos llevaba en su auto a distintos lugares, como a la Zoila, la Estación o el Balneario. Como a mí me encantaba nadar, me sacaba fotos en el agua y también tirándome de los tres trampolines que había allá. En la Estación nos sacaba en los trenes y en los vagones viejos. Otro lugar adonde nos llevaba era al cine Berisso (yo era fanático del cine, iba a la matiné de los domingos, me encantaban las películas del oeste, de guerra y policiales. Mi actor preferido era Charles Bronson). También una vez nos llevó al “Pocito de Diamante”, donde había un arroyo. Nos sacó una impresionante cantidad de fotos y podría asegurar que debe haber fotos nuestras en muchísimos países y por supuesto también acá en Villaguay y en toda Argentina.

- ¿Qué sentís cuándo ves que en la actualidad ya no hay lustrabotas?

- Siempre pienso en eso recordando mi niñez. Antes todo el mundo usaba zapatos o botas, mientras que ahora usan zapatillas. Por esta razón desaparecieron los lustradores. Nosotros desde chiquitos tuvimos que salir a la calle a laburar para ganar unas monedas y ayudar en nuestra casa. Siempre fuimos muy responsables y honestos porque mi vieja nos enseñó eso. Trabajábamos con un precio fijo, es decir se cobraba tanto por lustrar como por pasar el paño (era más barato). El clima también a veces nos ayudaba o nos perjudicaba, porque por ejemplo, cuando llovía no había lustre pero el día siguiente sí, porque quedaban sucios o embarrados. También se trabajaba muy bien los sábados a la noche porque la gente se lustraba para ir a los bailes o a la confitería bailable.

- ¿Era más difícil y menos habitual lustrar los zapatos a las mujeres?

- El calzado femenino lo lustrábamos en las casas de familia. Se tocaba el timbre o golpeábamos las manos y las señoras nos alcanzaban los zapatos, las sandalias o los suecos para que los lustremos. No era muy común que una mujer te permitiera hacerlo mientras andaba en la calle. Tal es así que, en los ocho años que anduve, una sola vez le lustré a una mujer.

- ¿A qué famoso recordás haberle lustrado?

- A Sergio Víctor Palma, en el Hotel La Sort, cuando vino a Villaguay para pelear con “Toto” Barreto en el Club Sarmiento. Yo era loco por el boxeo, me gustaba mucho, iba siempre a las veladas. Recuerdo que esa noche también peleó Juan Antonio “Capilla” Cardozo.

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