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Ramón Arévalo, creador del “Grupo Águila”. “TENEMOS UN ESTILO CARACTERÍSTICO: HACEMOS RITMOS TRADICIONALES QUE GUSTAN MUCHO”

Ramón Servando “Monarca” Arévalo tiene 82 años, es peluquero de profesión y tiene casi medio siglo junto a la música.
 
Comenzó con un pequeño acordeón y terminó siendo fundador del legendario “Grupo Águila”, uno de los más destacados en la historia de nuestra ciudad y que conserva su vigencia a pesar del paso del tiempo.


Una innumerable cantidad de músicos pasaron por sus filas, animando distintas fiestas y bailes, que se realizaban en los clubes, en la ciudad, la zona rural y toda la región.

EL PUEBLO lo entrevistó de esta manera.

- ¿Cuándo comenzó a interesarle la música?

- Yo tenía alrededor de 20 años cuando comencé a estudiar música. Vi un acordeón pequeño (de 24 bajos) en la vidriera de J. G. Gamarra e Hijo, consulté el precio y me la compré. A los pocos días, me encontré con un señor flaco y muy alto de apellido Fernández (que en sus buenos tiempos tocó con Raúl Cosentino), quien vivía en cercanías de calles Paso y 9 de Julio. Entonces me comentó que su sobrina era profesora y me dijo: “Andá a mi casa y tocale timbre, decile que hablaste conmigo y ella te va a enseñar”. Luego, al pasar dos o tres meses, cuando ya empecé a sacar algunos temas, Fernández me acompañaba con un contrabajo enorme que tenía. Fui cuatro años a tomar clases y como después ya sacaba todo lo que escuchaba, no quise ir más, porque quería aprender a tocar para mí, no para enseñar. Pero como mi acordeón era muy chico y le faltaban notas, al tiempito me compré uno usado pero de 80 bajos, era enorme (risas).

- Es indiscutible que su pasión era la música, pero ¿de qué trabajaba?

- Yo fui peluquero toda la vida, tenía mi propio local y además trabajé durante 32 años en el ejército. También durante algunos años hice trabajos de albañilería.


- ¿Cómo formó el grupo musical?

- En los inicios, tocábamos junto a algunos muchachos del barrio y a mi hijo Jorge, que tenía 8 años y había aprendido a tocar los timbales. No teníamos medios económicos, llegamos a hacer parches de batería con forros de mondongo (risas). Ahí surgió la idea de hacer una orquesta, que en sus inicios se llamaba grupo “Nueva Generación”. La armamos junto a Atilio Ceccachi, un excelente músico que luego se fue a vivir a Buenos Aires, también se sumaron “Moncho” Núñez y Hugo “Diablo” Corbalán, quien era jovencito, y los hermanos Lencina, que vivían atrás de la estación. Un tiempo después se incorporó Rubén Taylor, un eximio guitarrista. Tocábamos principalmente en el Club Deportivo Villaguay. Al cabo de un tiempo se desarmó esa orquesta y creamos el “Grupo Águila” junto a Rubén “Cucaracha” Rodríguez, mi hijo Jorge, el “Diablo” Corbalán y yo. Algunos años después también cantó con nosotros Oscar “Velorio” Esquivel. Como en aquella época había bailes por todos lados y también kermeses, los grupos se armaban y se desarmaban constantemente. Nosotros tocábamos también en Salud Pública y en muchos lugares del campo, como en los clubes San Martín y Lucas, en lo de Arturo López, en Villa Clara y en Jubileo. Durante dos años y medio tocamos casi todos los sábados en Barrio Sud, porque el “Gringo” Lucio Ortiz era el presidente y el “Turco” Assen el secretario, y nos contrataban. Era realmente impresionante cómo se llenaba, la cantidad de gente que concurría.

- ¿Qué estilo de música tocaban?

- Teníamos un estilo característico, hacíamos ritmos tradicionales y muy entradores, que le gustaban mucho a la gente, como los pasodobles, el chamamé, el cuarteto, la cumbia, inclusive el chamamerengue, por supuesto que en todos utilizando el acordeón. En la actualidad conservamos el estilo y también los mezclamos con melodías modernas.

- En tantos años, seguramente les tocó compartir escenario con algún grupo famoso.

- Sí, por supuesto, venían los mejores grupos a Villaguay, entonces tocamos junto a Los Alpes, Los Moros, Los Alfiles, Los Iracundos. Inclusive, más de una vez les prestamos los equipos porque debido a la creciente del río Gualeguay no pudieron traerlos. Obvio que nuestros equipos eran mucho más humildes que los de ellos, pero vinieron, probaron, les gustó como sonaban y enseguida aceptaron tocar.

- ¿Cómo se conforma el grupo en la actualidad?

- Son tiempos de renovación, por lo cual contamos con gente joven. Tenemos una cantante de sólo 20 años que se llama Guadalupe y también integra el grupo Lucas Vallejos, de 24 años, es el baterista y además toca los timbales. Como desde hace un año que no se puede tocar debido a la pandemia, hicimos la grabación de algunos temas para las redes sociales con Sebastián Zabala, integrante del dúo vocal Che Gurí.


- ¿El “Grupo Águila” tiene temas propios?

- Sí, yo compuse cinco temas y otros los hemos realizado a medias con Atilio Cecacchi y con mi hijo Jorge. También tenemos varias canciones hechas con un gran amigo y pariente, quien además es un fenómeno como “Leo” Rodríguez, quien tiene una pequeña empresa grabadora.

- ¿Cuál es la mejor anécdota en tantos años de andar en la música?

- Un día teníamos un baile de Navidad en Villa Clara y nuestro baterista era “Juancho” Montero, quien a las 2 de la tarde vino a mi casa para avisarnos que no iba a poder ir a tocar debido a un inconveniente familiar. Llamé a una reunión del grupo para ver que íbamos a hacer. Les dije que teníamos un serio problema pero que me parecía tener la solución. Entonces les propuse que Rubén “Cucaracha” Rodríguez tocara la batería, porque él ya andaba con nosotros, pero el problema era que tenía sólo 8 años! Era muy chiquito todavía pero yo le tenía una fe bárbara porque tenía un oído tremendo. Otra solución era que Hugo Corbalán lo hiciera, pero él era el guitarrista, entonces muchas opciones no teníamos. Les dije que teníamos que empezar a practicar ya mismo y así lo hicimos. En el ensayo, “Cucaracha” tocó como si hubiera venido haciéndolo desde hacía un año más o menos (risas) y eso nos dio toda la confianza. Le di pocas indicaciones pero lo hablé mucho para que no se pusiera nervioso. Le dije que como era chiquito, toda la gente iba a poner su atención en él, pero que no mire a nadie y que se concentre sólo en escucharnos a nosotros. Gracias a Dios salió espectacular, porque cuando empezamos a tocar fue un éxito total, la gente no lo podía creer, lo aplaudieron a más no poder (risas).

- ¿Cuál fue el tema que más pegó en la gente en estos casi 50 años de trayectoria?

- Sin lugar a dudas ese tema es “La orquesta está sonando”. Recuerdo que me costó mucho componerlo, tal es así que estuve como seis meses para terminarlo y después le pusimos música junto a “Leo” Rodríguez. Me despertaba a la noche y le decía a mi mujer, me voy a la cocina, a seguir escribiendo el tema, porque se me ocurrió algo que va a quedar lindo. También Atilio Cecacchi y mi hijo Jorge me ayudaron a componerlo.



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