La escuela secundaria N° 1 “Profesor Leopoldo Herrera” cuenta con una matrícula de más de 600 alumnos que, cumpliendo con todas las condiciones que marcan las medidas de prevención establecidas, comenzó regularmente sus actividades este mes.
Si bien los paros docentes impidieron la actividad de los primeros tres días, ya desde el 4 de marzo comenzaron a organizarse las acciones que cada curso está cumpliendo.
Ese día concurrieron todos los alumnos de 1° año, y al día siguiente todos los de 2° y 3°, mientras que la semana pasada fue tiempo de inicio para el resto de los cursos.
Cada año fue dividido en dos grupos, lo cual permite trabajar en aulas con buena distancia entre alumnos, además de una correcta ventilación.
En diálogo con Turno Mañana (Radio Municipal), la rectora Mónica Poque contradice la frase popularizada “las escuelas volvieron a abrirse”: “La escuela siempre estuvo abierta, durante todo el 2020 estuvimos trabajando; con aulas distintas, con la modalidad virtual o con la presencialidad de los padres, que traían las carpetas de los chicos para que los docentes pudieran revisar sus tareas sus actividades”.
“Lo que hicimos a partir del jueves 4 es comenzar de manera gradual y alternada con la reincorporación de cada uno de los cursos para el inicio del ciclo lectivo 2021”, aclaró.
La organización no es sencilla: cada turno no puede extenderse más de 4 horas, los módulos de clase de 80 minutos se han reducido a 60, y las aulas se ocupan en forma distribuida según el año: por la mañana, 13 salas para los alumnos de 3°, 4°, 5° y 6°; por la tarde, 10 para 1° y 2°; y otras 9 para los estudiantes del turno noche.
Cada división fue a su vez subdividida en dos grupos, y cada uno concurrirá semana de por medio en forma presencial: por ejemplo, mientras una semana concurre el grupo “A” de 3° año I División, el grupo “B” tendrá un seguimiento virtual y asistirá la semana siguiente, cuando alterne modalidad con el otro grupo.
Los cambios son grandes pero la situación no es tan novedosa para el personal de la “Leopoldo Herrera”: “Nosotros ya tenemos un entrenamiento en reacomodarnos a una nueva situación, ya que cuando nos fuimos a la parroquia Santa Rosa, mientras se hacían las obras en la escuela, tuvimos que hacer reducción de horarios, de grupos, una reorganización de los tiempos, de los espacios y de los agrupamientos; y luego cuando volvimos al edificio nuevo, mucho más grande, una nueva reorganización, así que tenemos un ejercicio en cómo adaptarnos mejor a esta realidad”, expresó Poqué.
“Han comprado y provisto de termómetros digitales, insumos como alcohol, lavandina, papel, dispenser de jabón líquido en cada baño, soportes para el alcohol -los que se activan pisando un pedal- en cada entrada del establecimiento, tanto en 9 de Julio como en San Martín, elementos de limpieza para las aulas. Todo con la colaboración de los padres y el dinero que la escuela disponía”.
“Además, siendo un edificio tan grande y con tan pocos ordenanzas, los papás ayudan en lo que haga falta, han reparado reflectores, luces del patio interno, cosas que se van rompiendo por el mismo uso”, describió.
El rol de la cooperadora para el sostenimiento de la institución es clave: los fondos oficiales son pocos y llegan tarde: “La última partida que recibimos del estado provincial corresponde a junio del año pasado, pero no se pudo comprar mucho porque el dinero es poco. Teníamos 2160 pesos, y junto a los ordenanzas compramos escobillones, dos escurridores, bolsas, alcohol, y no nos alcanzó para más”.
Si bien los paros docentes impidieron la actividad de los primeros tres días, ya desde el 4 de marzo comenzaron a organizarse las acciones que cada curso está cumpliendo.
Ese día concurrieron todos los alumnos de 1° año, y al día siguiente todos los de 2° y 3°, mientras que la semana pasada fue tiempo de inicio para el resto de los cursos.
Cada año fue dividido en dos grupos, lo cual permite trabajar en aulas con buena distancia entre alumnos, además de una correcta ventilación.
En diálogo con Turno Mañana (Radio Municipal), la rectora Mónica Poque contradice la frase popularizada “las escuelas volvieron a abrirse”: “La escuela siempre estuvo abierta, durante todo el 2020 estuvimos trabajando; con aulas distintas, con la modalidad virtual o con la presencialidad de los padres, que traían las carpetas de los chicos para que los docentes pudieran revisar sus tareas sus actividades”.
“Lo que hicimos a partir del jueves 4 es comenzar de manera gradual y alternada con la reincorporación de cada uno de los cursos para el inicio del ciclo lectivo 2021”, aclaró.
La organización no es sencilla: cada turno no puede extenderse más de 4 horas, los módulos de clase de 80 minutos se han reducido a 60, y las aulas se ocupan en forma distribuida según el año: por la mañana, 13 salas para los alumnos de 3°, 4°, 5° y 6°; por la tarde, 10 para 1° y 2°; y otras 9 para los estudiantes del turno noche.
Cada división fue a su vez subdividida en dos grupos, y cada uno concurrirá semana de por medio en forma presencial: por ejemplo, mientras una semana concurre el grupo “A” de 3° año I División, el grupo “B” tendrá un seguimiento virtual y asistirá la semana siguiente, cuando alterne modalidad con el otro grupo.
Los cambios son grandes pero la situación no es tan novedosa para el personal de la “Leopoldo Herrera”: “Nosotros ya tenemos un entrenamiento en reacomodarnos a una nueva situación, ya que cuando nos fuimos a la parroquia Santa Rosa, mientras se hacían las obras en la escuela, tuvimos que hacer reducción de horarios, de grupos, una reorganización de los tiempos, de los espacios y de los agrupamientos; y luego cuando volvimos al edificio nuevo, mucho más grande, una nueva reorganización, así que tenemos un ejercicio en cómo adaptarnos mejor a esta realidad”, expresó Poqué.
Partidas escasas y con atraso
Consultada acerca de los gastos que requiere el cumplimiento del protocolo sanitario, la rectora indicó que fue “la asociación cooperadora quien estuvo durante enero y febrero trabajando para obtener todos los elementos necesarios de higiene y seguridad”.“Han comprado y provisto de termómetros digitales, insumos como alcohol, lavandina, papel, dispenser de jabón líquido en cada baño, soportes para el alcohol -los que se activan pisando un pedal- en cada entrada del establecimiento, tanto en 9 de Julio como en San Martín, elementos de limpieza para las aulas. Todo con la colaboración de los padres y el dinero que la escuela disponía”.
“Además, siendo un edificio tan grande y con tan pocos ordenanzas, los papás ayudan en lo que haga falta, han reparado reflectores, luces del patio interno, cosas que se van rompiendo por el mismo uso”, describió.
El rol de la cooperadora para el sostenimiento de la institución es clave: los fondos oficiales son pocos y llegan tarde: “La última partida que recibimos del estado provincial corresponde a junio del año pasado, pero no se pudo comprar mucho porque el dinero es poco. Teníamos 2160 pesos, y junto a los ordenanzas compramos escobillones, dos escurridores, bolsas, alcohol, y no nos alcanzó para más”.