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MIGUEL LIEBESCHUTZ, MÉDICO DE CORAZÓN. Por Norberto Schinitman


“Cura a veces, trata con frecuencia, consuela siempre”.
Hipócrates

“Si haces un favor, nunca lo recuerdes, si lo recibes, nunca lo olvides”. Antoine de Saint Exupery

Soy un exresidente de Villaguay, Villa Clara y Villa Domínguez (mi simpático pueblo natal), queridas y siempre recordadas localidades, donde fui muy feliz. Hoy quisiera recordar a un distinguido médico de Villaguay, el Dr. Miguel Liebeschutz, uno de los fundadores de la Federación Médica de Entre Ríos y del Colegio Médico de Villaguay.
 
Además, entre sus importantes actividades profesionales, fue Director y Consultor del Hospital “Clara” de Villa Domínguez, (el primer Hospital Israelita de Sudamérica), y asesoró en la construcción de su edificio histórico, (lugar que recuerdo particularmente porque allí nací).

Según me relató mi madre, cuando yo tenía 2 años, mientras residíamos en Villaguay, enfermé seriamente. Mis queridos padres me llevaron a un dispensario (creo que se denominaba "La Copa de Leche"), y luego al viejo Hospital Santa Rosa, pero mi salud iba desmejorando seriamente a pesar de los tratamientos que me indicaban.

Por eso, mis muy preocupados padres decidieron consultar a un conocido médico, el Dr. Liebeschutz.


Aunque mi padre era empleado administrativo en un comercio de ramos generales, éramos una familia muy humilde. En el momento en que debíamos ir al médico, mis padres solo disponían de una modesta suma, que para nosotros era importante: dos pesos.

A pesar de ello, ante la urgencia, mi madre me llevó al consultorio del Dr. Liebeschutz (que, si mis recuerdos no fallan, estaba en su casa, en la calle Rivadavia).

Al iniciar la consulta, ese buen médico escuchó atentamente su relato de mis problemas y luego me examinó con todo cuidado.

Seguidamente, el doctor le explicó a mi madre que mi problema de salud era muy serio, pero que me recetaría un medicamento con el que esperaba una franca mejoría.

Algo más tranquila, mi madre le manifestó franca y modestamente: Doctor, por favor, no me indique un remedio muy caro, porque sólo tengo dos pesos, para pagarle a usted y para comprar el medicamento.

Ese gran médico y gran persona, le sonrió paternalmente y le dijo: no se preocupe señora, a mi no me pague nada, y guarde sus dos pesos para comprar el medicamento.

Esa generosa acción para con un paciente pobre y desconocido me recuerda unas sabias palabras de Platón “Donde quiera que se ama el arte de la medicina se ama también a la humanidad”.

Mi madre le agradeció muy sinceramente; inmediatamente, compró el remedio y, en pocos días, como había dicho el doctor, comencé a mejorar.

Gracias a Dios y a ese excelente profesional, salí adelante, me repuse, y hoy puedo relatar su importante gesto, propio de un médico caritativo y humanitario.

Además, recordando un viejo refrán que dice: “para muestra sirve un botón”, al sopesar el caso relatado, no tengo dudas al intuir que habrá habido muchos casos en los que el noble médico habrá actuado como en la situación que he relatado.

No tuve el honor de conocer personalmente a ese médico, que me atendió con gran sensibilidad humana, de un modo ejemplar.

Ahora, unos ochenta años después, recordando con emoción esos hechos, no puedo dejar de darlos a conocer, junto con mi mayor consideración y muy sincero agradecimiento a ese generoso y humanitario médico.

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Norberto Schinitman
nschinitman@gmail.com

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