Seguinos en Facebook Seguinos en Instagram Seguinos en Threads Seguinos en TikTok Seguinos en Bluesky Escribinos por whatsapp Escribinos por Telegram

Juan Eduardo Fleming: “EXTRAÑO MUCHO A VILLAGUAY: CRUZAR EL ARROYO RAÍCES CON LA BALSA ERA UNA EXPERIENCIA MÁGICA”


Juan Eduardo Fleming es uno de los diplomáticos de carrera con trayectoria más brillante de nuestro país. Su vida guarda íntima relación con Villaguay a través de su esposa, cuyo padre tenía campo en nuestro departamento y se extiende a través de la amistad con familias villaguayenses.

Fleming vivió en Nueva York, Londres, Alemania y Praga. Tuvo una actuación muy intensa durante la Guerra de Malvinas, permaneciendo en el Reino Unido durante todo el conflicto bélico hasta el año 1988. Su trabajo en República Checa fue muy valioso porque hizo conocer nuestra cultura y tradiciones no sólo en ese país sino también en Europa Oriental. 

- ¿Dónde nació y en qué lugar desarrolló su niñez y adolescencia?

- Nací en Buenos Aires, el 8 de octubre de 1946. Mi padre, Juan Enrique Agustín Fleming Regueyra, era oriundo de Gualeguaychú. Mi abuelo vino desde Escocia y se instaló en Entre Ríos, compró tierras en Arroyo Clé. Posteriormente adquirió dos campos en Rosario del Tala, uno llamado La Choza y el otro El Clavo. La Choza pertenecía a mi padre y lo vendió en los años 40, lo cual fue un error, ya que ésa fue la razón principal porque la cual me hice diplomático (risas). Cuando murió mi abuela (Agustina Clara Regueyra Cobo), mi abuelo decidió volver a Escocia, entonces les dejó los campos a mi padre (La Choza) y a una hermana (El Clavo). Mi mamá se llamaba Loreto Bombal Videla y fui hijo único. De niño, mientras mis amigos leían Robinson Crusoe, Tarzán, entre otros, yo escuchaba música clásica. La cultura siempre fue un ámbito muy importante en mi casa, se hablaba mucho de arte, pintura y literatura. La escuela primaria la hice una parte en Buenos Aires y otra en el Colegio Nuestra Señora de Luján de los Hermanos Maristas en Luján. Mi madre nació en Chile porque mis tatarabuelos se tuvieron que ir a vivir allá en la época de Rosas debido a razones políticas (eran unitarios). Luego mi madre decidió venir a Argentina e instalarse acá, donde conoció a mi padre y se casaron.


- ¿Cómo surgió su vinculación afectiva con nuestra ciudad?

- Fue porque me casé con Matilde Gyselynck Frías Ayerza, cuyo padre (Juan) tenía una estancia en Villaguay, llamada La Amalia. Pero yo conocí el campo de mi papá recién cuando vine en mi luna de miel cuando me casé con Matilde. Roderick Drabble, el hijo del administrador del campo de mi suegro, me dijo que La Choza estaba a unos 80 kilómetros de Villaguay, cerca de Rosario del Tala y ahí lo fuimos a ver. Y hace tres años, mi mujer y su familia lo vendieron. Fue muy triste pero hubo que hacerlo. Un tiempo antes conocimos a Nancy Elizalde, con quien conservamos la amistad hasta hoy, a quien visitábamos una o dos veces al año hasta la llegada del Covid 19. También lo hacíamos con Oscar y Estela Gerard, quienes eran desde hace años los encargados de La Amalia. Gracias a Nancy conocí a Fernando Javier Jaime, náufrago del Crucero General Manuel Belgrano, con quien establecimos una para mí valiosa amistad, debido también a que mi experiencia en Londres durante el conflicto bélico fue muy intensa. Pero vino la pandemia y se hizo complicado volver a Villaguay. Realmente extrañamos mucho la ciudad y el campo, cruzar el arroyo Raíces con la balsa era una experiencia mágica. Tengo un gran cariño por Entre Ríos y sus paisajes.

 
- ¿Por qué estudió diplomacia?

- Mis padres fallecieron muy jóvenes. Cuando murió papá yo tenía 12 años y cuando falleció mamá, 18. Unos tíos míos, Alberto Álvarez de Toledo y su mujer Blanca Bombal hicieron todo lo posible para que yo fuera diplomático porque en su familia seguían esta carrera por tradición. Cuando ingresé al Instituto de Servicio Exterior de la Nación, la condición para quedarme era que me tenía que graduar con un título universitario, por lo cual me comprometí. Por eso continué mis estudios, iniciados en Ciencias Económicas de la UBA, en la Universidad de Nueva York (Estados Unidos) y obtuve un Máster en Economía Política, justamente por eso entré en la cancillería ya que necesitaban economistas. Vivimos 7 años en Nueva York (desde 1970 a 1977), donde lo tuve como jefe de misión al embajador ante Naciones Unidas Carlos Ortiz de Rosas, quien por amistad con mi familia, tuvo para mi buena fortuna una gran paciencia para formarme como diplomático.

- ¿Cómo puede resumir su carrera como diplomático?

- En el exterior, en la Misión Permanente ante las Naciones Unidas (1970), comencé a trabajar en la Comisión de Asuntos Presupuestarios y Administrativos. De ahí pasé a la Segunda Comisión sobre Asuntos Económicos y Financieros, donde estuve los siguientes seis años de mi vida (1971-1977). Luego retorné destinado a Buenos Aires, donde durante 1978 se llevó a cabo la Conferencia sobre Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo, que fue una propuesta mía con el apoyo del Embajador Ortiz de Rozas, un gran jefe. Al volver, trabajé en préstamo en el Ministerio de Planificación, hasta que tuvo lugar la Conferencia y luego regresé a la Cancillería, a la Dirección General de Asuntos Económicos. En 1980, Ortiz de Rosas me pidió que lo acompañe a Londres, donde había sido nombrado embajador ante el Reino Unido. Allí me desempeñé como consejero y trabajaba sobre temas que tenían que ver con el parlamento, con la prensa británica y sobre la política exterior de ese país. En 1982 sobrevino el conflicto de Malvinas y a partir del 8 de abril tuvieron que irse de regreso a Argentina todos los diplomáticos y funcionarios de Cancillería y de Agregadurías Militares. Pero a pedido de Ortiz de Rosas y de acuerdo con el canciller Nicanor Costa Méndez, me quedé en Londres designado Titular de la Sección de Intereses Argentinos en la Embajada de Brasil ante el Reino Unido, establecida con motivo del conflicto ya que se cortaron las relaciones diplomáticas con nuestro país y a propuesta británica se creó nuestra Sección en Londres y la británica en Buenos Aires. Duró desde 1982 hasta 1990, pero yo me alejé en 1988, cuando volví destinado a Buenos Aires como titular de la Dirección de Europa Occidental dentro de la Cancillería Argentina. Allí estuve hasta el año 1990, cuando fui destinado a Alemania Federal como Ministro de Embajada. En 1996 volví al país, donde retorné a mi anterior puesto como director de Europa Occidental. Estuve allí hasta el 2000, porque en 2001 me enviaron a Praga (República Checa), como embajador hasta el 2008. Regresé a Buenos Aires como asesor del presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, que era Daniel Filmus. Estuve ahí hasta el año 2012 cuando me jubilé.

. . . 

Juan Eduardo Fleming y su esposa Matilde Gyselynck Frías Ayerza se comprometieron en Nueva York, se casaron en nuestro país hace 51 años y tuvieron dos hijas: Eleonora (nacida en Buenos Aires) y Sara (en Nueva York). Eleonora estudió y se graduó en la Universidad de Edimburgo en la carrera de Literatura e Historia y vive en Londres. Sara se recibió de Consultora Psicológica y vive en Buenos Aires, y con su marido Raúl González Llamazares tienen un hijo, Gabriel, de 15 años.

Sobre su esposa Juan Eduardo manifestó: “Me enamoré de Matilde por ser una mujer muy atractiva y también poseedora de una gran inteligencia y sentido común. Además ha sido una maravillosa compañera en estos más de 50 años juntos”.

Publicidad