SE GUSTABAN EN LA ESCUELA PERO ELLA SE MUDÓ LEJOS: 38 AÑOS DESPUÉS LLEGÓ EL AMOR Y RECORREN EL PAÍS EN COMBI


Güido y Malena compartieron pocos años y se dejaron de ver casi cuatro décadas. El destino los reunió para mostrarles que eran almas gemelas. Hoy, además de amor y familia, llevan un hermoso mensaje por toda la Argentina

Por Cynthia Serebrinsky (Infobae)


Mientras en la Argentina se vivía el peor golpe de Estado de la historia del país, ese mismo 24 de marzo de 1976, en la ciudad de La Plata nacía Malena Dente. “Mi mamá no podía salir a la calle. En el hospital le miraban la panza y la revisaban a ver si tenía una bomba. Fue tremenda mi aparición”, cuenta con gracia. En el seno de una familia tipo, sus padres mandaron a sus tres hijos -tiene dos hermanos varones mayores- a una escuela de monjas: “Íbamos al Colegio Corazón Eucarístico de Jesús, bien católico”.


En 1983, ya con un gobierno democrático y algo más de estabilidad, al Sr. Dente -un economista que trabajaba en el centro de una Buenos Aires todavía sin autopistas- recibe un ascenso en su empleo y, con este, el ofrecimiento de mudarse con su familia a un departamento en Capital Federal. “Fue un gran trastorno para mí y mis hermanos que no queríamos dejar La Plata, pero la verdad es que papá hacía un gran sacrificio yendo y viniendo todos los días”.


Entonces, luego del receso de invierno, los tres hermanitos Dente hacen un rotundo trueque de colegio, con lo que a esa edad significa. “Yo estaba en la mitad de segundo grado y me cambiaron al Bayard -ubicado en uno de los barrios más acomodados de la Capital-, de repente entramos a un colegio laico, mixto, se hablaba inglés, una cultura totalmente diferente para mí. Nosotros veníamos de un mundo de monjas, yo no sabía que existían los judíos y fue muy lindo, me hice muchas amigas pero al principio fue difícil”, recuerda Malena. Aún así, los Dente no se terminaron de adaptar a la vida porteña así que luego de dos años y medio -y varios berrinches-, la familia decidió volver a sus pagos.

Güido Simonetti nació un 8 de agosto de 1975, como buen hijo de italianos, en el Hospital Italiano. Vivió casi toda su vida en Barrio Norte, a media cuadra del colegio Bayard, el cual asistió desde los 2 hasta los 18 años. Recuerda que a mediados de segundo grado entró una chica nueva linda. “En nuestro grado estaba Juan, que era el Brad Pitt del colegio -más adelante explica que se trata de Juan De Benedictis, ex de Juana Viale- y todas en el Bayard estaban enamoradas de él. Y por otro lado estaba Daniela, la más linda. Male cuando entró se hizo muy amiga de ella. Y lo gracioso es que en tercer grado nos quedábamos después de hora los cuatro, yo con Daniela y ella con Juan. Y la vi darse su primer ‘pico’ con Juan De Benedictis, ¡me duele todavía! Entonces para mí Male era la chica de Juan”, cuenta él mientras ella se apura, “¡pero a mí me gustabas vos!”.


“Me acuerdo que me encantaba Güido. Había dos que me gustaban -se ríe-, Juancito que era hermoso, un carilindo divino; y él que era divino porque era buenazo, carilindo también”, confiesa Male señalando a su novio. Pero, sin jamás darse ningún ‘piquito’, luego de jurar la bandera y tomar la comunión juntos, -”Si nos casamos deberíamos hacerlo en la iglesia de San Martín de Tous”, dicen contando que ahí fue donde comulgaron juntos cuando tenían 9 años-, sus infancias siguieron por caminos separados. No supieron más ninguno del otro.

A pesar de haber sido una ‘alumna 10′, Malena sentía que su única vocación era la de ser mamá. “Estudié varias cosas pero nunca me gustaba nada, sentía que mi única vocación era ser mamá y formar una familia; soñaba con tener ‘La familia Ingalls’. Quería 8 hijos, ese era mi único deseo: familia e hijos”, se sincera aunque Güido enseguida aporta que es mecánica dental, “me recibí de mecánica dental porque me casé con un odontólogo”.


Así, luego de un noviazgo de 5 años, Malena se casó en el 2003 y tuvo cuatro hijos. “Me hubiera gustado tener un quinto y un sexto pero sorpresivamente en el 2018 me separo”. La pareja se llevaba bien pero la decisión estaba tomada. A Male se le vino el mundo abajo: “Fue algo que no tenía en mis planes nunca y me re bajoneé. No trabajaba porque estaba dedicada a los cuatro chicos -para ese entonces, la menor tenía 6 y el más grande 12-, sin trabajo y de repente todo, me quedé sin marido, sola”. De a poco se logró acomodar entre el colegio, las reuniones, los cumpleaños, el fútbol y el rugby de los chicos, pero el tema amor no estaba en sus planes. En secreto se lamentaba ‘nunca más, quién va a querer a una mujer así’. “Estuve un año como colgada de una nube. Pensaba, ahora con 42 años, 4 pibes, hecha pelota, quién me va a agarrar”, se repetía Malena, quien básicamente volvió al colegio de monjas.

“En el 2002, antes de que me case, recuerdo que hicieron una reunión de ex alumnos del Bayard, y yo fui con el objetivo de ver a Juan”, se ríe, contando que cuando entró a la reunión no conocía a nadie. “¿Ustedes fueron compañeros míos?”, preguntó Malena. Y, diez años más tarde, cuando el mundo entero empezó a buscar ex compañeros por Facebook, Güido fue el encargado de armar el grupo de ‘los del Bayard’. Recordando a esta inolvidable nena rubia que había quedado en su mente, la buscó y la agregó. “Me acuerdo que era una de las que me gustaba de chiquito”. Y cuando a ella le llegó la invitación, sorprendida aceptó: “Recordaba pocos nombres de ese colegio, y uno de los que tenía presente era el de Güido porque siempre nos corregía la diéresis”, se ríe mientras él cuenta que tuvo que explicar su nombre desde que nació hasta que por fin Pixar eligió bautizar como Güido al autito azul de su película “Cars”.


Entonces, desde aquí en adelante los ex compañeritos del Bayard se acostumbraban a saludar en los cumpleaños y otras fechas importantes, sin mucho más diálogo, pero ya se seguían en las redes.

La vida de Güido fue algo más lineal. Cuando terminó la secundaria entró directo a trabajar en la empresa de su tío -una conocida marca de ropa de polo-, estudió marketing y cine, su pasión. En 2010, luego de 8 años de relación, se casó con la madre de sus dos hijos. Tuvo un gran matrimonio que luego de 10 años, por asuntos de rutina, llegó a su fin en 2020.

Luego de tanto encierro, pandemia y malas rachas, el 2021 comenzaba con sorpresas. Era enero, Malena ya llevaba dos años de separada y, como cada temporada desde que nació, veraneaba en Pinamar con sus hijos. Una noche de fiaca, luego de un ventoso día de playa, su mejor plan era mirar la vida de los demás en Instagram. “Pasando, veo una foto de Güido lindísima en la playa con sus hijos, y le puse un like. Siempre me aparecían cosas de él y me llamaba la atención lo bueno que era con los chicos, recontra cariñoso con la familia, con la mujer, con los hijos. Les dedicaba un collage de fotos, les hacía videítos”, confiesa ella que genuinamente pensaba ‘yo quiero un hombre así’.


“Cuando vi su like dije ‘uy, qué será de la vida de Malena Dente’”, enfatiza Güido hablando de su reciente soltería, al mismo tiempo que ella aclara, “yo ni sabía que él estaba soltero, le puse un like sin segundas intenciones”.

Lo que sigue es un típico stalkeo de ambos sacando la acertada conclusión de que cuando en un perfil no se postean hace meses -o años- fotos en pareja, es porque ahí hay un corazón suelto. Entonces, con la esperanza de que su intuición sea correcta él se animó, y escribió:

-¿Estás en Pinamar? Porque yo también, si querés hacemos una juntada.

Y como para Malena él era ‘el chico de las juntadas’, pensó que había varios ex alumnos de ese lejano colegio que había ido por sólo dos años, pero que en su solitario verano podría resultar una gran compañía. Y respondió:

-Sí, obvio, avisame que me prendo.

Pero Güido, siempre muy correcto, diseñó la frase clave y sutil para que no haya incomodidades y dejar en claro su estado civil.

-Genial, yo la semana que viene vuelvo a llevar a los chicos porque se quedan una semana con la mamá. Y vuelvo a Pinamar solo…


Los ojos de Male se abrieron como dos soles y su sonrisa volvió a brillar, sentimiento que contestó en el chat con un emoji de sorpresa. La escena se repitió a la inversa, cuando él le preguntó a modo de chequeo hace cuánto que estaba casada, y ella le confirmó lo que su percepción había descubierto hacía minutos. Bingo, pensaron al unísono.

Ambos relatan que desde ese momento cada uno de sus corazones empezaron a latir juntos y como a los 14 años, “como cuando te escribe el chico que te gusta”, palabras de Male. “Fue muy loco porque nos conocimos a los 7 años y nos gustamos aunque nunca nos animamos a decirlo. Y después de 20 años de cada uno en pareja, volver a que te guste la del colegio fue una emoción muy fuerte”, describe Güido la sensación parecida a lo que sería un renacimiento.


Entonces desde el 23 de enero que chatearon por primera vez sintieron que estaban de novios. Estuvieron cinco días al teléfono -porque él tenía que volver a Capital-, y el 27 de enero Güido regresó a la costa a reencontrarse con la niña que recordaba de uniforme verde de la escuela primaria.

Con los nervios de las primeras veces, él la pasó a buscar y cenaron en uno de los paradores frente al mar. Durante la velada, charlando sobre sus vidas, Güido le contó que para su Luna de Miel llevó en casa rodante a su ex mujer a Europa. Male no podía creer lo que escuchaba, era el sueño de toda su vida. De hecho, ella ya tenía una van adaptada para hacer viajes y sus tortas de cumpleaños siempre fueron casas rodantes. “Cuando me dijo eso dije, ‘este es el hombre’, mi sueño es recorrer el mundo en casa rodante”.


Como buen director de cine, Güido armó todo para que el primer beso tuviera su escena especial. Fueron a comprar unos helados para tomarlos en la playa. En esa noche divina con una luna hermosa, él le pidió que se quedara parada en la orilla del mar: “Me alejé diez metros, puse la canción que a ella le gusta -Reality de Lost Frequencies- y le dije, ‘ahí voy’”, recuerda con alegría. Se fundieron en un beso aunque ya lo sabían desde antes: eran almas gemelas.

“Siento que me vi a mí en mujer. Veo a ella como mi versión femenina, somos iguales, tanto que hasta teníamos la misma contraseña numérica para desbloquear el teléfono. Tenés que embocar, es como ganarte la quiniela”, revela el enamorado, evocando con humor la frase que ella le repitió la primera vez que se volvieron a ver luego de 38 años: “Yo soy un clavo, 44 años y con 4 hijos”.


Enseguida ensamblaron familias. Tienen seis hijos entre los dos que se llevan muy bien -el más grande de Güido tiene la misma edad que la más chica de Male-, se quieren, se esperan para ver películas, se van de vacaciones todos juntos. “Las últimas vacaciones fuimos con los seis chicos y cada uno invitó a alguien, éramos 14, ¡nos encanta! Es algo que tenemos en común también”, expresa ella que, de algún modo, cumplió su sueño de tener una familia numerosa.

Hoy juntos están cumpliendo un sueño digno de ser contado. Potenciaron la pasión de Güido por el cine y la de Malena por las casas rodantes, y crearon Mini Movie Van (www.minimovievan.ar - @minimovievan): un proyecto con el cual recorren las diferentes localidades del país mostrando sus cortos de temáticas sociales en los colegios secundarios, para generar debates sobre violencia de género, abuso, donación de órganos, y otras problemáticas. La idea es engendrar conciencia en los jóvenes desde chicos. Durante septiembre Mini Movie Van ya tiene planificado llegar a General Alvear, 25 de Mayo, Las Flores, Carhué, Capilla del Señor y Rafaela (Santa Fe).

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