"¡Cuidado, la mocita lo tiene en el rancho!"

Por Manuela Chiesa de Mammana (*)


    El incesante traqueteo del carromato sobre la tierra abovedada hacía dormitar a María Matilde, la más joven de la troupe del circo 'Destellos'. Morena y vivaracha, había llegado allí gracias a su madrina, Lola, la boletera, que la recogió tras la muerte de sus padres en un accidente. Para María Matilde no había otra vida que ésa. Su tarea consistía en hacer pasar dos perritos Pomerania por los aros, graciosamente.
    El circo iba de villa en villa y a veces probaba suerte en alguna pequeña ciudad. La carpa modesta y poco moderna para la época, apenas les daba para comer y alimentar los animales que transportaban en el carromato.

    Además de María Matilde y Lola integraban la compañía un matrimonio de malabaristas, dos payasos, un alambrista y tres mozos de cordel. Al final de cada función solían representar un sainete en boga en aquella época. Los mismos actores se caracterizaban y asumían sus roles correspondientes. Por lo general eran obras lacrimosas y gauchescas, que a pesar del grotesco, el público disfrutaba y aplaudía con entusiasmo.

    Para esa noche se anunciada 'Juan Moreira'. María Matilde estaba feliz porque ella representaría a la última mujer que escondería a Moreira en su rancho, para protegerlo de la policía. El ambiente tenso contribuía al desenlace. El silencio de la platea y el escenario casi en penumbras aumentaban el suspenso de la última escena.

    Cuando los “milicos” pisaron las tablas de la escena haciendo sonar sus botas con estridencia, al tiempo que gritaban “¿dónde estás gaucho matrero?”, un paisano, espectador de la segunda fila, totalmente consustanciado con el argumento gritó: "¡Cuidado, la mocita lo tiene en el rancho!".

    Y ante la carcajada general, esa noche, María Matilde no pudo salir a escena.


(*) Este texto forma parte de una serie de historias que aparecen en antiguas cartas recopiladas en el Archivo General de Entre Ríos.