
Contar necesito, persona que ama, que la cebolla se está quemando en este momento. Prefiero ese olor antes que el que invade las fronteras de mis ventanas. Es el colmo, parece que uno habla de política todo el tiempo. Algo huele como olía en mi barrio. Paro aquí, la gente devora platos que no puedo pronunciar. Si no quiero dejar la cebolla quedándose, deberé correr a echarle agua y serán éstas, estas letras las que se enfríen. Pleno de inquietud ante el olor a la cebolla quemándose.
Estar en dos lugares al mismo tiempo no es metáfora ni recuerdo. Surplus. Ambas como paréntesis. Momentos sonantes y sabrosos en comidas. La gente vuelve a un estado de amor cuando come, persona que ama, y nadie se olvida como chuparse los dedos. Los veo con la boca llena de salsa e imagino que debe oler al vaho que entra por el corazón. En este momento ya está hirviendo lo dramático de la vida o la vida dramática. Pondré el arroz con forma de letras. Me quedaré en el mismo lugar. Dime, qué comes.