- ¿Cuál es tu profesión? ¿Cuáles son las características de Manaus? - Desde hace 25 años me desempeño en la aviación y desde hace casi 4 años trabajo en la Organización de Aviación Civil Internacional que es una agencia especializada de Naciones Unidas. Allí, soy el gerente de una red de comunicaciones que abarca a toda Sudamérica, incluyendo también a países como Trinidad y Tobago, Honduras, El Salvador y próximamente estaremos incorporando a Estados Unidos. Esta red permite intercambiar información esencial para los vuelos de aviación civil que se desarrollan en esta región. En la actualidad, más allá de que los vuelos comerciales han disminuido en su cantidad, no deja de ser importante porque debido a la pandemia se realizan numerosos vuelos de repatriación, otros sanitarios y los que se ocupan de buscar insumos y suministros. Estoy en Brasil desde hace más de tres años, vivo junto a mi familia en Manaus, que es la capital del estado de Amazonas. A diferencia de Argentina, donde el país se divide en provincias, acá, la República Federativa del Brasil se divide en 26 estados, Amazonas está ubicado al norte y es el más grande, con 4 millones de habitantes. Limita con Venezuela, Colombia y Perú y es un polo industrial muy importante, con un gran peso dentro de la economía de Brasil. En la ciudad de Manaus viven alrededor de 2 millones de personas.
- ¿Cómo se convive con el miedo y el peligro permanente? - Cuando tenemos que hacer una compra no salimos en familia sino que lo hacemos en forma individual, mi señora o yo. Antes de salir nos ponemos los guantes y barbijos correspondientes. En el auto llevamos alcohol en gel y durante el viaje tratamos de evitar cualquier contacto con todo tipo de elemento (por ejemplo en el ascensor tocamos el botón con la llave). Cuando se vuelve de hacer esa compra, se tiran a la basura los guantes y el barbijo, la vestimenta va derecho al lavarropa y uno a darse un baño. Recién a partir de ahí volver a estar en contacto con el resto de los integrantes de la familia. No salimos del departamento para nada más. Por ahí nos sentimos bastante extraños porque a veces los amiguitos de mi hija bajan a jugar, pero nosotros extremamos prevención y seguridad en la mayor medida posible. Primero por una cuestión de cuidado personal y de la familia y también porque siendo extranjeros se hace un poco más difícil solicitar una asistencia médica o sanitaria, teniendo en cuenta que con la situación actual y la cantidad de casos, los hospitales están saturados, con un nivel muy elevado de personas contagiadas de coronavirus y también con otro tipo de afecciones. Nosotros con mi señora tratamos de estar apoyándonos emocionalmente en forma constante ya que no se hace fácil estar tanto tiempo encerrados, pero con la certeza de que esto va a terminar en algún momento. Se cree que en estas próximas semanas se alcanzaría el pico máximo y estamos a la expectativa de que se pueda aplanar la curva de contagios lo antes posible. Acá tenemos que entender que debemos cuidarnos nosotros para de esta manera cuidar al resto de las personas de la sociedad en la cual vivimos. Cuanto más responsabilidad tenga cada uno no van a ser necesarias medidas tan drásticas para controlar esta pandemia.
- ¿El ciudadano común brasileño no le dio la importancia necesaria al Covid 19? - No sé si expresarlo de esa manera, porque hay necesidad de trabajar y de llevar el pan a la casa, por eso acá hay mucha gente que vive el “día a día”, lo cual es una circunstancia complicada desde el entramado social, que quizás favoreció a que hubiese cierta falta de cuidado para afrontar esta situación. Los datos de la realidad indican que al principio no se tomaron los recaudos necesarios y lógicamente, cuando se pudieron apreciar los resultados nefastos a que esto conducía y que el número de contagiados y fallecidos crecía, la gente empezó a tomar un mayor nivel de conciencia sobre lo que esto significa. Algunos días atrás estuvo el Ministro de Salud de Brasil visitando la ciudad, tomando contacto con la gente y viviendo su desesperación. Ha crecido tanto la cantidad de fallecidos por día que directamente en los cementerios han hecho fosas comunes para poder acelerar las sepulturas y de esta manera poder seguir adelante.